El Origen del Zodiaco

Capítulo 5

—Se tardaron, par de princesas —comenzó a molestar el geminiano menor.

Como simple respuesta, Gabel pasó a su lado sin mirarlo mientras Stella iba detrás de él. Jasel soltó un gruñido y empezó a seguirlos. Los tres pasaban desapercibidos a la vista de los ciudadanos. Stella fijó su vista en una pequeña tienda donde dos ancianas gemelas vendían bellos claveles. A un lado pudo ver que dos niños, también gemelos, jugaban animadamente mientras sus madres, que también eran gemelas, conversaban tranquilamente mientras veían a sus niños jugar.

—Síganme —susurró Gabel dirigiéndose a una zona alejada de la ciudad, cerca del bosque donde la portadora del Núcleo del Viento había llegado.

Stella no dudó en obedecer; Jasel, con una mueca de disgusto siguió a su hermano. Después de caminar un rato, llegaron a los límites de la gran ciudad de Pólux; para ese entonces, el ocaso estaba haciéndose presente en la lejanía.

—Desde aquí llegaremos a la ciudad de Alhena.

—¿Cómo? — preguntó Stella sin entender nada—. Se supone que ir de una ciudad a otra toma su tiempo.

—¿Y tú eres la Portadora del Núcleo de Viento? —le dijo Jasel rodando los ojos con fastidio. Nuevamente Gabel lo ignoró, esto tampoco pasó desapercibido para Stella.

—Una de las ventajas de pertenecer al elemento del viento, es que si eres lo suficientemente bueno, entonces puedes ser uno con él —explicó Gabel—. Pero antes de irnos —silbó una melodía corta y sencilla.

En ese instante apareció un zorro de un metro y medio; su melena color naranja clara le quedaba bien con sus ojos miel. Lo acarició un momento, sacó una especie de collar con un pergamino y se lo colocó sin problemas—. Llévale esto al Señor de Aquarius, para que no se sorprenda cuando vayamos a visitarlo. —El zorro entendiendo su mensaje se marchó perdiéndose entre la población de Pólux.

—¿Qué hace un zorro en la ciudad? —preguntó Stella con cierta curiosidad.

Gabel se mostró un poco confundido por ese cuestionamiento.

—Son muy comunes aquí en Geminorum, son algo así como nuestros compañeros o mascotas. Cada Reino tiene una gran variedad de animales, pronto los verás.

—¿No vamos a avisarle al Reino de Librae sobre nuestra visita? —cuestionó Jasel con indiferencia.

—En el camino haré otro, no me dio tiempo. Si me quedaba más en el palacio nuestros ayudantes no harían más que insistir en que permaneciera ahí. Ellos no entienden nuestra delicada situación.

—Vaya forma más rara de llamar a los simples sirvientes.

—Basta — exclamó el gemelo mayor.

—No van a arreglar nada de esta manera —dijo Stella poniendo una mano en el hombro de Gabel y la otra en su collar esmeralda tratando de transmitir paz. Ambos Géminis sintieron gran tranquilidad y dejaron de discutir, no quisieron preguntar ya que sabían que el Núcleo del Viento obedecía a su portadora—. Gabel, yo no practico mucho la magia del viento, no sé como hacer eso.

—Genial —murmuró Jasel con sarcasmo. 

—Toma mi mano y no me sueltes —lo solucionó Gabel extendiéndole su mano a Stella. La joven, aún con desconfianza, aceptó su mano apretándola con poca fuerza—. Cierra los ojos —Stella dudo y obedeció con temor.

Una pequeña aura esmeralda rodeó a los dos Géminis, cerraron los ojos y poco tiempo después los tres se fundieron con el viento, que los guió hacia el sur ignorando a un par de ojos que los seguía más cerca de lo que se imaginaban.

—Abre los ojos —le pidió Gabel.

Al abrir sus ojos, la noche y las estrellas estaban haciéndose presentes en el cielo azul, dando una bella vista del pequeño campo lleno de árboles nogales que se movían al compás del viento, el cual mientras más tiempo pasaba, más fuerte se hacía. Jasel trataba de preparar una fogata adentro de una cueva en una gran montaña. Pero el gemelo menor, por más que intentaba frotar ambas ramas, no lograba hacer fuego.

—Llegó un poco antes que nosotros —explicó Gabel—. Déjame ayudarte —se ofreció, tomando algunas ramas y en poco tiempo hizo fuego con ellas, logrando hacer una fogata.

Jasel se dio media vuelta y se cruzó de brazos dándole la espalda a su hermano. Sin embargo, murmuró un pequeño “gracias” que Gabel y Stella pudieron escuchar.

Aun así, esto no hizo sentir muy bien al gemelo mayor.

—¿Por qué…? —comenzó Stella.

—Déjalo, está bien —la interrumpió Gabel intentando sonar indiferente.

Stella se sentó a un lado de Gabel meditando en la actitud de los gemelos. El menor seguía de espaldas, probablemente dormido y el mayor se concentraba en que la fogata no se apagara.

—Será mejor que descanses —le aconsejó Gabel—, yo vigilaré un rato. No te preocupes.

—… Gabel… —susurró Stella lo suficientemente fuerte para que él la escuchara y la mirara—. ¿Por qué actúa de esta manera?

Gabel miró a su gemelo de reojo, con dolor en la mirada y le respondió. —Es una larga historia… y no quisiera contártela ahora. Pero será pronto, te lo prometo. Descansa.

—Descansa tú también, al menos un rato —puso su saco en su cabeza y se durmió.

Gabel permaneció despierto un rato más pensando en como explicar la historia de su gemelo y de él. Nunca se lo contó a nadie; tampoco sabía si se sentía listo para hablar de eso… pero había hecho una promesa y no pensaba romperla. Después de algunas horas, se recargó en una pared de la cueva, cerca de donde estaba Stella y se quedó dormido.

En la mañana, Jasel fue el primero en levantarse. Había escuchado la pequeña conversación con su gemelo y la Portadora del Viento. Estuvo un buen rato pensando en como era su comportamiento con Gabel.
Se lo merecía, de eso no tenía duda, pero no valía su tiempo. No valía la pena estar así el resto del viaje, más cuando a fin de cuentas el puesto del líder sería de él terminando la misión.

Se levantó cuidadosamente para no despertarlos, tomó su saco y se alejó de la cueva en la que se refugiaban. Al ver que estaba lo suficientemente lejos, extrajo de su saco un pergamino, una pluma y un pequeño frasco con tinta; empezó a escribir. Al finalizar, enrolló el pergamino poniendo el símbolo de Géminis y le puso una cuerda. Silbó una melodía parecida a la de Gabel; poco después apreció un coyote de pelaje café, al cual le entregó el pergamino.



#14637 en Fantasía
#3008 en Magia
#20896 en Otros
#2738 en Aventura

En el texto hay: zodiaco, aventura accion drama, origen de la vida

Editado: 25.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.