Sebastián y Luna están cabalgando por los alrededores del castillo y Luna le hace una seña con
los labios a Sebastián mostrándole que no son los únicos .A cierta distancia esta la princesa
acompañada de su dama. La princesa está montando a caballo.
-Qué vida la de los nobles, hasta los envidio-dice Luna
-Quizás no sea tan buena como crees, yo prefiero ser libre de cargar con el peso de una corona
y de un reino-dice Sebastián
-Creo que al final hacen lo que quieren-agrega Luna
-Quizás...pero ..no crees que la princesa está cabalgando demasiado rápido, para ya están los
acantilados-dice Sebastián mientras pone marcha hacia donde está la princesa-espérame que
iré a ver si todo está bien
Sebastián va a toda prisa con su caballo, pero la princesa va más rápido aún hacia los acantila-
dos. Sebastián gira su caballo y toma un atajo por medio de las malas y espinosas hierbas a
toda prisa. La princesa está a solo 2 metros de los acantilados y Sebastián galopea rápido y se
interpone entre ella y el acantilado agarrando la correa del caballo y bordeando el precipicio,
hasta que logra detener al animal y la ayuda a bajar.
La princesa se acuesta boca arriba sobre la verde hierva respirando aceleradamente mientras
Sebastián ata los caballos de un árbol
-¿Estás bien? -pregunta Sebastián mientras camina hacia ella
-Pensé que iba a morir, he visto mi vida corriendo delante de mis ojos-dice la princesa
-Qué fue lo que sucedió? Yo he montado en ese caballo y es muy manso
-Cuando cabalgaba un hombre extraño con una lanza en la mano silbó y el caballo se asustó.
-Qué raro no vi a nadie más por allí-agrega Sebastián
-Tenía la cara pintada de blanco y tenía un sol tatuado en el pecho.
-Eso suena algo fuera de lo común, pero investigaré un poco.-dice Sebastián-Vamos monta que
debemos volver
-Mejor voy caminando-agrega la princesa
-No hay de otra, entonces te acompaño, aunque nos tardaremos más, no pienso dejar que
bayas sola que siempre buscas el peligro-
-Hey que buena opinión tienes de mi Sebastián. -dice la princesa
Y Sebastián la mira y se sonríe
-No sabía ni que había un acantilado-dice la princesa
-Deberías conocer mejor tu futuro reino princesa-dice Sebastián.
-Leila, ese es mi nombre, puedes llamarme así-
-Bonito nombre-murmura Sebastián mientras lleva agarrados los dos caballos y uno se niega a
caminar-creo que debemos parar unos instantes pues mi caballo se lastimó cuando acorté
camino
-Calma, vas a estar bien campeón-le susurra Sebastián al caballo
La princesa sonríe y se sienta debajo de un árbol
-A veces no nos damos cuenta de que nuestras decisiones egoístas pueden afectar a otros-dice
Sebastián en voz baja-siempre hay barias opciones y a veces la mejor es decir que no para no
hacer daño ni a los demás ni a nosotros mismos, mira como está el pobre caballo-Sebastián
piensa que la princesa intentó quitarse la vida nuevamente
-Te explicas porque no te comprendo-dice la princesa
-Déjalo así, soy difícil de comprender, mejor seguimos-dice Sebastián
y caminan hasta llegar al castillo
-Oye Sebastián, gracias de nuevo-dice la princesa
-Solo cuídate y si tienes algún problema estoy a tu disposición.-argumenta Sebastián
Más tarde Sebastián se dirige a la biblioteca donde lo espera Mer para enseñarle sobre la his-
toria de los monarcas y de la región y muchas otras cosas.
-Que bien que llegas temprano-dice el anciano
A lo que Sebastián saluda inclinando la cabeza
-Querido Mer hoy vi una persona muy extraña por los alrededores del castillo, era un hombre
con la cara pintada de blanco y un tatuaje del sol en el pecho y llevaba
-Que bien que has estado leyendo-sonríe Mer-la tribu de los Brigs se extinguió hace mucho,
además si hubiera alguno no se dejara ver tan fácil porque ellos marcan su territorio en lo más
profundo del bosque. ¿Qué libro leíste?
A lo que Sebastián sonríe murmurando:
-Esta mentirosilla..
-Dijiste algo Sebastián-dice Mer
-No maestro, nada-
-Mira esta libr , es el que más detalles da sobre los Brigs , llévalo y léelo porque parece que te
interesan-y le da el libro al joven-es bueno que aprendas de ellos que además de ser expertos
cazadores dominaban como nadie la espada.
Por la noche Sebastián lee el libro y no deja de preguntarse si tiene razón al pensar que la prin-
cesa se quiere quitar la vida o si son solo sus ideas. Incluso se duerme pensando en esto y sue-
ña con lo sucedido en el lago, lo ve todo tan claro en su sueño el mismo vestido que arrastra el
suelo, la misma mirada, incluso sonríe mientras duerme.
-No puedo quedarme con esta duda-dice Sebastián al despertarse y se levanta y va al jardín y
se queda mirando el lago, pero está tan profundo que no ve casi nada. La mañana esta fría,
aún así se mete al lago y nada durante casi una hora, hasta que sale con un callar en la mano.
-Por lo menos lo del collar era verdad-piensa Sebastián -o lo tiraría por si alguien la rescataba
usar esto como excusa, es tan bonita para quitarse así la vida. Uf creo que me estoy volviendo
loco a mí eso no me tiene que importar.-
Y va corriendo a cambiarse para ir a la academia. Y al llegar ya están en formación, primera ves
tarde.
Editado: 14.03.2022