El pacto de Iltar

Los Secretos de la cabaña perdida.

Al salir del claro del bosque, las palabras de la bibliotecaria y del alcalde resonaban en la mente de Alba como un eco constante. Pedro, su mejor amigo de la infancia, estaba vivo, pero oculto. ¿Como después de tanto tiempo nunca se había puesto en contacto con él? Y aquel medallón, que ahora parecía más pesado en su bolsillo, era la clave para desenterrar un secreto más oscuro de lo que jamás había imaginado.

A la mañana siguiente, Alba decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Sabía que, si alguien en Villarrobledo podía darle más información sobre el medallón, sería la dueña de la tienda de antigüedades. Aquella mujer, de cabello plateado y ojos siempre atentos, formaba parte del grupo en el bosque, pero había mantenido un silencio sepulcral durante la reunión. Su tienda, repleta de objetos antiguos, siempre había tenido un aire de misterio.

La campanilla sobre la puerta tintineó cuando Alba entró. El lugar estaba lleno de estanterías que crujían bajo el peso de reliquias polvorientas: relojes de bolsillo, candelabros de hierro, e incluso antiguos retratos de personas que habían caído en el olvido.

La dependienta, la señora Aurora, levantó la vista desde el mostrador donde inspeccionaba un reloj de péndulo.

—Te estaba esperando, Alba —dijo sin preámbulo, con una mirada penetrante.

Alba sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Nunca había confiado completamente en la señora Aurora, pero ahora no tenía otra opción.

—Necesito saber más sobre este medallón —dijo Alba, colocando con cuidado el objeto sobre el mostrador.

Aurora lo examinó en silencio durante unos instantes que parecieron eternos. Sus dedos largos y delgados pasaron suavemente sobre el grabado, antes de voltear el medallón para ver la parte posterior.

—Este medallón tiene más historia de la que cualquiera en este pueblo se atrevería a contar —murmuró, finalmente—. Perteneció a la familia más influyente de Villarrobledo, los Del Valle.

Estos eran dueños de la mayoría de las tierras, poseían riquezas… Pero también guardaban algo más valioso: el control de una red secreta que manejaba todo lo que ocurría en este pueblo y en casi todos el valle. Una red que se extendía mucho más allá de lo que cualquiera imaginaría.

Aurora levantó la vista y clavó sus ojos en los de Alba.

—La desaparición de Pedro no fue un accidente. Fue el precio que se tuvo que pagar por mantener la verdad oculta. Y el medallón... —hizo una pausa, como si eligiera con cuidado sus próximas palabras— es la llave para abrir las puertas a ese secreto.

Alba apretó los puños, sintiendo la presión de la verdad acercarse cada vez más.

—¿Qué puedo hacer con él? ¿Qué significa que ahora lo tenga yo?

Aurora suspiró profundamente.

—Que has sido elegida, sin quererlo, para desentrañar lo que los Del Valle dejaron atrás. Pero cuidado —continuó con voz grave—. No todos los que buscan la verdad están preparados para enfrentarse a las consecuencias.

Antes de que Alba pudiera hacer otra pregunta, Aurora se dirigió hacia una estantería en la parte trasera de la tienda. Regresó con un libro grueso y polvoriento, encuadernado en cuero oscuro. Lo colocó frente a Alba y, al abrirlo, las páginas amarillentas revelaron imágenes del medallón y símbolos que parecían pertenecer a un antiguo ritual.

—Este libro te contará lo que necesitas saber —dijo Aurora.—Pero no podrás hacerlo sola. Necesitarás encontrar a Pedro. Él también está ligado a este secreto, y su destino está entrelazado con el tuyo.

Este libro es muy importante el te guiará, no dejes que caiga en otras manos. Sus consecuencias podrían ser nefastas, hay ojos por todos lados. Un último concejo. No te fies de nadie. Fuerzas ocultas conspiran para que el medallón no revele los secretos que llevan ocultos desde hace siglos. Nada los parará. Utilizarán todas sus argucias y trucos, confía en tu instinto. Todos los que poseen el medallón tienen el don de la clarividencia. Si aún no lo has notado es porque ha estado dormido. Despiertalo y úsalo.

Alba sintió una mezcla de miedo y determinación. Con el libro en sus manos y el medallón colgando de su cuello, sabía que la búsqueda de Pedro y la verdad la llevaría a lugares aún más oscuros de lo que jamás imaginó.

—¿Dónde lo encuentro? —preguntó, pero Aurora ya no estaba en la tienda. Como si se hubiese desvanecido entre las sombras de las estanterías.

Alba salió de la tienda con el libro firmemente agarrado. Mientras cruzaba la plaza del pueblo, una sensación de vigilancia la envolvió. Sabía que no era la única interesada en el medallón, y que otros, quizás más peligrosos, la seguían de cerca. Con el bosque, el parque y la red de secretos extendiéndose a su alrededor, Alba se preparaba para desenterrar la verdad.

Y solo había un lugar por donde empezar: la vieja cabaña en las colinas, donde Pedro y ella solían jugar cuando eran niños.

En una tarde algo desapacible, una tormenta los sorprendió en mitad del bosque. La lluvia y el viento eran tan intensos que les obligaban a ir muy despacio. Las ramas de los árboles crujían y se doblegan a la voluntad del viento. La lluvia no arreciaba y el cielo estaba muy oscuro. Pedro recordó una viaje cabaña abandonada que el año anterior descubrió cuando recogía setas con su familia. Era difícil guiarse por el bosque en esas circunstancias. Pero puso todos sus sentidos. Era demasiado peligroso estar a la intemperie. Con su cuerpo resguardó a Alba y la guió hasta el interior. Dentro todo estaba oscuro y polvoriento. Pero al menos no se mojarian. Alba se puso a inspeccionar la cabaña y encontró un cabo de vela y un encendedor. Les costó trabajo pero al menos pudieron iluminarse. Una vieja estufa parecía cargada de leña y a sus pies, apilados unos cuantos leños. Alba, vio en un rincón una resma de papel, viejo, amarillo y polvoriento, pero que ardía muy bien. Consiguieron encender el fuego y calentarse.




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