Capítulo 7:
La línea de modelaje.
20 de febrero.
Aria.
Un mes.
Hoy se cumple un mes desde el primer día de filmación.
Un mes desde la muerte del señor Willam.
Un jodido mes y aún no he podido grabar la escena del beso con Joshua.
Sí, me aprendí su nombre, aunque rarito sigue siendo mi apodo preferido para referirme a él —claro, solo en mi cabeza—. Pero, bien, ese no es el punto.
Aunque, a decir verdad, mi relación a mejorado bastante con él, con todos en el set para ser realistas. No me han llamado aprovechada en la cara, al menos.
Hablando de Joshua, pensaré seriamente lo de la bipolaridad hacia él, es decir, los primeros días llega con una cara digna de "tragame tierra" y se comporta lo más raro posible —digno de su apodo—, y de un día para otro, como por arte de magia, lo veo hasta sonreir ¡fuera de escena! Y debo de aceptar que ya no se comporta tan amargado... auque sigue siendo un rarito.
Pero bueno, eso es solo una de las grandes cosas que puedo decir que me ocurrieron en ese mes del demonio, vamos por partes:
1. La firma con los directores para grabar el soundtrack de una película.
Sí, al final Sirly "me convenció", por no decir que me obligó, a firmar ese contrato. Ahora, algunos días he ido al estudio para ayudar con la letra —no soy compositora, pero hago el intento—, y para hacer pruebas de voz. Y solo estoy esperando el momento para que terminen.
2. Gael ya volvió a ser el mismo.
Estoy segura que muchas veces ha estado mintiendo para no tener que soportar preguntas, mayormente mías, pero he hecho todo lo posible por ayudarlo, y creo que ha funcionado.
En fin, hace unos días fue nombrado jefe principal de Hexworth company. Últimamente casi ni lo he visto ya que se la pasa metido de cabeza en su oficina. Supongo que en parte es bueno, no tiene tiempo para pensar en nada.
3. La invitación a la boda de mi hermana, Lindsey.
Vengo de una familia de tres hermanas, la mayor, Lindsey; la del medio, Sheila; y yo. Cada una con dos años de diferencia.
A Lindsey nunca le gustó mostrarse ante el ojo público, por lo que ella y mamá son las únicas no famosas de la familia.
Y ahora me entero que se va a casar.
Y hace unos cuantos días me invitó a su boda, la cual se celebrará mañana.
Y significa que si voy, tendré que verle la cara a mi familia de nuevo.
Pero si no voy, estoy segura que, si no lo hicieron antes, ahora si me echarán del apellido Stuart por completo. No es que eso se pueda hacer, ¿o sí? No tengo idea, en realidad.
Así que aquí estoy, alistándome para la línea de modelaje de Kathen, quien hace una semana me pasó su invitación. Sería su primera pasarela para la línea y quería que yo estuviera ahí.
No podía decirle que no, es decir, se veía tan feliz el día que me invitó que no pude negarme. Sé que habrá prensa y no me importa, si me ven o no, es lo menos que me preocupa en estos momentos.
Mi cabeza no para de mostrar imágenes de cómo será el reencuentro con mi familia.
A veces me los imagino corriendo hacia mí en el momento de verme para brindarme un gran abrazo y no querer soltarme por todo el tiempo sin ellos.
Otras veces imagino como ni siquiera me dejan entrar a la boda por ya no pertenecer a la familia.
Y no es que ellos me hayan hechado, si no que yo misma lo hice el día que me fui.
¿Que si me arrepiento? La verdad es que no.
Estoy colocándome la última capa de sombra de ojos —porque no, no iba a llamar a mis estilistas para el trabajo—, cuando escucho el sonido de la puerta siendo golpeada.
Termino de retocarme un poco y salgo dando saltitos hasta la puerta. Estoy descalza, cosa que casi no me gusta.
Ahí se encuentra Chase... vestido como siempre.
¿Qué rayos...?
Debe de notar que mi expresión no es la mejor de todas porque rie por lo bajo y pasa, tranquilo.
—Te dije que no iría. —dice nada más.
—¡Y yo te dije que necesitaba de tu compañía! —se lo dije muchas, muchísimas veces—. ¡Chase!
—Es que Kathen no me cae muy bien, Aria. Y tú lo sabes.
—¡Y tú sabes que me importa una mierda! —ya me estoy comportando como una histérica.
Sí, es verdad que no le cae bien, nunca fue así, pero creo que es porque a ella es un poquito... como decirlo. ¿Odiosa..? no, no, no, muchos le llamarían clasista, es la palabra.
Pero vive en el mismo edificio que yo y le encanta estar conmigo, además de que siempre se queja de no tener casi amistades, no puedo dejarla tirada así nada más, yo no soy así.
—¡Chase! Por favor, te juro que no tendrás que verla.
—Estoy seguro de que a ella sí le agrada Gael, llévalo a él. —comenta ignorándome.
—Me importa es a quien yo quiero llevar, no a quien quiere ella que lleve. —camino hasta él—. Chase, por favor.
Me siento de cluquillas en su regazo y él me observa con las cejas alzadas y una pequeña sonrisa divertida. Sé que no se resiste a esto.
—Por favor. —coloco mis manos brazos alrededor de su cuello mientras me sigue observando con la misma sonrisa.
Yo no aguanto más y me hecho a reir, descanzo mi cabeza en su hombro mientras lo escucho carcajearse también.
Con sus manos quita mis brazos de su alrededor y me da un beso caspo en los labios.
—Está bien. —dice a arrastras—. Pero si se me acerca te juro que no voy a fingir que me agrada como lo hice la última vez.
Yo suelto un pequeño chillido de emoción y le doy un beso, un poco más profundo, para levantarme y dirigirme a mi habitación mientras lo jalo del brazo.
Tengo suficiente ropa de Chase en mi casa como para encontrar algo perfecto para la ocasión.
Y así sucede, luego de tomarse una ducha y vestirse, yo me termino de arreglar el maquillaje para correr a ponerme los tacones.
Traté de no vestirme tan distinto a como lo hago generalmente, pero apropiado para la ocasión, y creo que lo he conseguido. Observo mi vestimenta mientras, por el espejo, veo a Chase salir.