El pasado entre las sombras

CAPÍTULO 4 : "El escondite"

Helena despertó sobresaltada, con el corazón latiendo con fuerza. El frío había desaparecido, pero ahora la opresión venía de un lugar diferente. Sus ojos recorrieron la habitación, y tardó varios segundos en reconocerla.

Era su antigua habitación de la infancia. Los muebles estaban cubiertos de polvo, los colores apagados y las paredes descascaradas. Nada parecía real, pero tampoco era un sueño.

Sobre el escritorio, un diario con una portada descolorida y páginas amarillentas le llamó la atención. Lo abrió con las manos temblorosas.

En la primera página, escrita con torpeza, estaba la frase: "El escondite siempre fue el espejo."

Un golpe fuerte resonó detrás de ella. Al girarse, vio que el espejo del cuarto estaba cubierto de sombras que se movían como humo atrapado en su interior. Tragó saliva y se acercó, pero antes de que pudiera tocarlo, la voz de Clara resonó detrás de ella:

–No vuelvas a jugar con él, Helena.

Helena se giró bruscamente, pero no había nadie. De nuevo estaba sola. El mensaje en el espejo cambió frente a sus ojos, escribiéndose lentamente con trazos temblorosos:

"No puedes seguir ocultándolo."

Sin pensarlo, tocó el cristal, que se rompió haciendo un sonido seco, dejando caer varios fragmentos afilados a sus pies.

Entre los pedazos, algo llamó su atención: un pedazo de tela ensangrentada.

Lo levantó con cuidado de no ensuciarse, y de repente, un recuerdo enterrado en su mente golpeó con fuerza. Clara, corriendo entre los árboles, llorando, su vestido desgarrado. Algo había pasado ese día, algo que había intentado olvidar.

El eco de risas infantiles rompió el silencio. Helena giró hacia el rincón más oscuro de la habitación y allí estaba la caja, igual a la que había encontrado antes. La abrió lentamente y encontró una foto.

Era una imagen de su infancia: ella, Clara y Julián, frente a una vieja casa que no lograba ubicar. Pero esta vez, una cuarta figura se veía en el fondo, oscura y difusa, con una mano extendida hacia Clara.

Al reverso de la fotografía, había otro mensaje:

"Volvamos al principio."

La habitación comenzó a temblar, las paredes se deformaron y la luz desapareció. La única salida era una puerta que no estaba antes, de madera desgastada. Helena no tuvo otra opción. Abrió la puerta y cruzó al otro lado.




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