El Poder De Una Nota: El Comienzo.

Capítulo l: La Estafa.

Era enero... Invierno, la época en que el frío es más fuerte, donde nos hace estar en familia y sentarse a tomar café a un lado de la chimenea, conversar y reír de todo lo bueno y malo que pasó en el año muerto. En las noticias vuelve sonar aquella gran estafa de hace casi siete años por parte del director de las nuevas generaciones de arte musical moderno. El señor Harry Anderson, gran empresario que robó a su propia compañía millones de libras y el cual, por sus propios socios fue demandado, su esposa esposa, junto a sus tres hijos quedaron en total vigilancia por un tiempo, después huyeron a Canadá, donde el mayor, William, se casi con una conocida cantante de ópera, Mónica Johnson y que hasta el día de hoy sólo conocemos a dos de sus hijos. De sus otros hermanos de William hemos sabido muy poco, pues han tenido una vida demasiado privada. Eso no les quita la mala fama gracias al padre y de seguro el resto de la familia es como el señor Harry Anderson...

William acababa de llegar a la mansión — Ven aquí pequeño Charlie.— Will abraza a su hijo y apaga el televisor.— te he dicho que no veas tanta televisión.

— Papá volviste a salir en el canal de noticias.— Charlie acaricia la barba de su padre.

— No creas todo eso, además tienes que cuidar a tus hermanos y a tu mamá que ya casi te va a traer a tu hermana bebé. 

— Papá los gemelos y Montse se cuidan bien, o los cuida Mary. Además Montse siempre quiere mandar a todos.

— Las mujeres son tan difíciles.— Will le da una manzana a su hijo— Pero una vez sabiendo controlar a Montse, ya todo es más fácil, además eres fuerte Charlie, ¿cuándo piensas peinarte, eh?

— Hay papá.— Charlie ríe con su papá y éste lo baja al suelo.

En ese momento llega Mónica con su vientre a punto de dar a luz a su quinta hija, junto con ella, Mary, ayudándole a caminar. También estaban sus otros hijos con ella, estaban un poco asustados por la situación, pero a pesar de todo, estaban callados.

— Señor, su esposa ya se va a aliviar, avisé al chófer y ya está todo listo.— dijo Mary preocupada.

— Gracias, Max, quedas a cargo de la casa,— dijo Will a su guarda espalda y éste asiente— Charlie— este levanta la cara.— también estás a cargo, eres mi orgullo Charlie.— Will salió de la mansion dejando a todos atrás. 

Llegaron al primer hospital que se encontraron y como era costumbre, los atendieron rápido, ya que la fama seguía en camino. El doctor se preparó e incluso los trato bien. Hizo unas cuantas preguntas a ellos y se dio cuenta de que no sería latercera de la familia, sino la quinta. Rápido se corrió el rumor de que William acababa de tener otro bebé. En los noticieros ya se veía la nueva polémica. En algún otro lado de Canadá, una madre junto con sus hijos estaban viendo el televisor, y al saber de esta noticia, se dirigieron a la mansión Anderson. 

Max sabía que quedar a cargo total de la mansión implicaba dormir hasta tarde, asegurarse de que en la mansión todo esté en orden. Sonó el timbre de la mansión y junto con Max, salió Mary, Sisi y Carlos para ver qué estaba pasado. 

— Señora, es de madrugada... No sé como decirlo,— Más estaba nervioso.— Bueno, ¿en qué le podemos ayudar?— Dijo Max desde adentro a una señora que estaba acompañada de un hombre y una mujer.

— Vengo con mis hijos para hospedarnos aquí, así que si no es mucho pedir, abre la puerta, por favor.— dijo la señora con mucha seguridad.

— ¿Quién es usted?— dijo Max.— No puedo dejarla entrar ni a sus hijos, por órdenes de Will, tampoco pueden quedarse aquí.

— Déjalo así madre, es imposible.— dijo la chica tomando a u madre ligeramente del brazo.

— No, hija,— la señora se suelta— No nos vamos a ir de aquí por ninguna razón. Siete años sin ver a mi hijo, sólo verlo en las noticias me está matando.— la señora comenzó a llorar poco a poco.

— ¿Usted Es?...— dijo Max, pero fue interrumpido por la señora.

— Soy Marisol Anderson, soy la madre de Will.

Dicho esto, Max abrió las puertas, estaban perplejos al ver que después de casi 7 años, había vuelto la mamá Anderson, algo devastada por los años, pero con una luz de esperanza de saber que estaba en el lugar correcto y que estaría de nuevo con su familia.

Max les ayudó con las maletas y entraron a aquella gran mansión, todo era perfecto, desde la variación de colores, adornos, organización, limpio y ordenada, pusieron que aquellas personas se sintieran como en casa. Mary y Sisi les dieron sus cuartos y les dieron té verde. Marisol y su hijo caminaban por los pasillos de la mansión, mientras su hija estaba en la sala.

— Perdón por el escándalo de afuera, mi mamá está así desde que se enteró que era abuela de cinco nietos.—dijo aquella mujer de 25 años a Más. Sonrió un poco para liberar la tensión. 

— No te preocupes, entiendo, William nunca ha querido ser abierto con las personas sobre el tema de su pasado, y eso que soy el que tiene más confianza con tu hermano.— dijo Max sentándose a un lado de ella.

— Siempre ha sido así, todo quiere conservar para el, yo creía que todo estaba en orden y mira nada más, ¡ya cinco hijos!, no lo puedo creer.— los dos rieron.

— Sí, lo sé, es increíble como para el tiempo, eh estado aquí desde que se casó, muy joven por cierto, pero sé que es un gran amor, estuve desde el problema de hace siete años, lo animé a seguir adelante a pesar de los medios de comunicación. Cuando tuvo a su primer hijo y las dificultades de ser padre joven.— Max suspira— lo ayudé en todo y créeme que siento que ni yo lo conozco tan bien.

— ¡Ustedes tienen demasiado tiempo juntos!— dijo la chica.— Creí que por el humor que tenía, nadie lo soportaba.— suspiró— espero que cuando nos encuentre aquí, no se moleste con nosotros.— dijo triste.

— No tiene porque enojarse, ustedes son su familia y los quiere mucho— dijo Max tomando la barbilla de ella.— dime algo, ¿cuál es tu nombre?— comenzaron a reír tan fuerte que su risa llegó a oídos de Marisol y su hijo, quienes veían fotos en la pared de los hijos de Will.




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