El precio de retroceder [próximamente]

Prólogo

El viento soplaba suave aquella mañana mientras Bruce cruzaba las puertas de su nueva vida. Con su título de física aún fresco y una mezcla de nervios y emoción en el pecho, se plantó frente al edificio que dominaba el horizonte como un coloso de cristal y metal. Teison Technology, decía el enorme letrero iluminado en un tono azul eléctrico. En menos de una década, la empresa había pasado de ser un nombre desconocido a ocupar las portadas de cada medio tecnológico del mundo.

Nadie sabía exactamente cómo Teison había logrado tanto en tan poco tiempo. En las calles, los rumores iban desde la aparición repentina de un genio detrás de sus invenciones hasta teorías más extravagantes, como el uso de tecnologías que superaban la comprensión humana. Pero lo que era innegable era su impacto: prótesis inteligentes, dispositivos energéticos renovables de eficiencia nunca vista, y máquinas capaces de diagnosticar enfermedades en segundos. Teison no solo prometía cambiar el mundo, ya lo estaba haciendo.

Bruce apretó la correa de su maletín y respiró hondo antes de entrar. El lobby era un espectáculo en sí mismo. Hologramas suspendidos en el aire mostraban diseños en constante movimiento, probablemente de algún proyecto en desarrollo. Las paredes estaban cubiertas de pantallas que proyectaban paisajes digitales, un contraste que daba la sensación de estar al mismo tiempo en la naturaleza y en el futuro. Los empleados, vestidos con uniformes de cortes minimalistas, caminaban con una determinación que dejaba claro que este lugar no era para mediocres.

"Teison no contrata a cualquiera", le había dicho su antiguo profesor. Recordó esas palabras mientras el eco de sus pasos resonaba en el brillante suelo de mármol. Había sido elegido entre miles de solicitantes, y aunque no lo demostraba, eso le aterraba tanto como le emocionaba. Sin embargo, estaba decidido: no había pasado años soñando con cambiar el mundo para dudar ahora.

—Bienvenido a Teison Technology,— dijo una voz detrás de él. Bruce se giró para encontrarse con una mujer de unos cuarenta años, su mirada aguda y su sonrisa calculada. —Soy Laura Blake, la directora de integración de nuevos talentos. Es un placer tenerte aquí, Bruce.

Mientras ella le ofrecía un apretón de manos firme, él no podía evitar preguntarse si esta era la primera de muchas puertas que tendría que cruzar en ese lugar. Porque algo en los ojos de Laura —y en las sombras que parecían esconderse en cada rincón de Teison— le decía que esta empresa era mucho más que tecnología.

Lo que Bruce no sabía era que el mismo lugar donde esperaba construir un futuro mejor sería también donde enfrentaría los dilemas más profundos de su vida, y que las decisiones que tomara podrían cambiar no solo el mundo, sino la esencia misma de la humanidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.