El principe y la Hechicera

2.EL NUEVO REY ARROGANTE Y LOCO

El general entro por la puerta con un porte majestuoso y arrogancia, sacando pecho mostrando sus muchas medallas, se detuvo frente al trono y se arrodillo con  vehemencia.

-Me habéis hecho llamar majestad.

-Si mi querido Arthur, tengo una importante misión que darte, ve a Lefreya y recauda los impuestos, si alguno no puede pagarlos, te doy permiso para deshacerte de ellos como mejor veas.

Arthur agacha la cabeza aceptando tal misión y se levanta, se gira y se marcha con la misma arrogancia y majestuosidad con la que había entrado, las puertas se cierran y el rey se acomoda en su trono, Arthur sale del castillo a caballo y cabalga a toda prisa hacia el reino de Lefreya, nada mas llegar se encuentra una ciudad sucia, moribunda, al borde del abandono absoluto, hacia años que el no iba a la ciudad y al verla ya no la reconocía, sus calles rebosantes de gente alegres y mercados por todos lados, ahora era una ciudad en ruinas, con una población tan cansada y exprimida que estaban pálidos, deprimidos y sin vida ni alegría, aquello le destrozo el corazón y cambio sus planes, la población estaba tan destruida que decidió ver si tenían algo y dejarles marchar si querían, fue a la primera casa, los niños nada mas ver a los guardias se alejaron hacia la casa asustados, aterrorizados, la expresión de aquellos rostros le destrozaba, por que unos niños le temían, la madre salio y estaba nerviosa, pero se mantuvo tranquila y firme.

-Los guardias reales, que han venido hacer aquí.

Arthur vio la casa, estaba llena de remaches y sucia, decirle que debían dinero a la corona no le parecía justo, pero el debía cumplir con su misión.

-Señora disculpa la intromisión, pero usted no ha pagado sus impuestos, tiene que dar su parte.

la señora se enfado y se puso a gritar.

-DAR IMPUESTOS A ESE REY, QUE NOS DEVORA LA VIDA, NO NOS DA TRABAJOS Y NOS QUITA MAS DE LO QUE PODEMOS DAR, DÍGALE A ESE BRIBÓN Y DESALMADO REY QUE DEJE DE EXPRIMIR A SU PUEBLO, AL FINAL SE LAS VERA CON TODOS NOSOTROS.

Tras eso, cierra la puerta de golpe y deja Arthur impresionado y asustado, el pueblo esta al limite, si esto seguía así, todos se rebelarían contra su rey, algo que no le beneficiaria en absoluto a las pobres gentes de Lefreya, su rey era un hábil militar y no tendrían ninguna posibilidad contra el rey Edgar, Arthur continuo su ronda yendo casa por casa, pidiendo los impuestos pero ninguno dio nada muchos ya no tenían nada y otros no podían dar ya que no le necesitaban para ellos mismos, tras ir a la ultima casa y estar con las manos vacías, su temor a volver al castillo sin nada le puso nervioso, de vuelta al castillo, pensaba en todas las situaciones posibles lo que podía ocurrirle, pero nada le preparo para lo que se avecinaba, entro en la sala del trono y Edgar le miro.

-Y bien, cuanto habéis traído.

-Majestad, no he traído nada, el pueblo no tiene nada, no he podido hacer mas, perdonadme la vida por favor.

Edgar se levanta del trono, se acerca pausadamente ha Arthur y cuando esta a su lado, pone su mano sobre su cabeza.

-Tranquilo amigo no pasa nada, pero habrás hecho lo que te pedí, si nadie te daba nada, debías librarte de ellos como mejor vieras, lo has hecho.

-No majestad, no puedo matar a toda Lefreya, usted se quedaría sin reino.

Edgar se ríe sarcásticamente y empieza apretar su mano en el cráneo de Arthur.

-No has entendido mi mensaje, si nadie te daba nada, haber llevado a unos cuantos a la plaza y haberlos matado delante de todos, que aprendan que si no dan nada, ese sera su castigo, Arthur hay que usar el miedo, viejo amigo, es un arma muy poderosa, te he mandado una tarea sencilla y no las has llevado acabo, por lo tanto no me eres útil.

Edgar da un chasquido y varios guardias agarran por los brazo Arthur, que se lo llevan a rastras, Edgar retrocede varios pasos y ve a los demás asustado y con la cabeza agachada, mirando al suelo.

- A quien puedo nombrar mi nuevo general de las tropas, algún voluntario.

Ninguno se levanto o hizo gesto alguno, Edgar los mira y ve cobardía.

-Veo que ninguno se ofrece voluntario, entonces tendré que elegir yo mismo.

Va de un lado a otro y no ve en ningún el valor necesario, con otro chasquido hace que entren varios guardias, se los llevan y vuelve a su trono, se sienta y se entra su entrenador, ahora su consejero personal y se le acerca.

-Majestad, se esta quedando si aliados, su guardia empieza a mermar y su reino cada vez esta mas escaso de población, tiene algún plan para arreglarlo.

-Estoy pensando en ello, no se como padre podía hacer esto todos los días, estoy harto, cansado de estar encerrado en este castillo día y noche.

El consejero ve una oportunidad y decide aprovecharla.

-Tengo una idea para alegra tu aburrimiento, hay tres reinos que podemos hacer nuestros, ampliar el nuestro y hacerlo mas grande y poderoso.

-Esa no es una mala idea, que reino podemos atacar primero.

El consejero se acerca a un mapa y señala uno de los reinos menos poderosos y mas fáciles de conquistar, Erundil.

-Majestad, este reino puede ser un blanco fácil para empezar su expansión, en cuanto tengamos este reino, sus tropas aumentaran y podremos ir a por el siguiente.

-Genial, me gusta como piensas, seras mi nuevo general, tu comandaras mis tropas, te dejo el resto a ti, ve a Erundil y conquistala. 



#19000 en Fantasía
#4019 en Magia

En el texto hay: fantasia, amor, magia

Editado: 10.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.