El principio del fin

1

Capítulo 1

Clara

—Jana, Alex no está bien. Mírale las patas, le tiemblan. Debemos convencerlo para que deje de arrastrar la hamaca de Tay.

—Lo sé, pero no lo conseguiremos hagamos lo que hagamos. Solo se me ocurre una manera para que se detenga. —En la mirada de Jana vi que no tramaba nada bueno para el pobre Alex, aunque divertido para ella.

—Haz lo que sea necesario. —Decidí que cualquier cosa sería mejor que perderlo por tozudo—. Las heridas le están volviendo a sangrar. Si sigue así lo perderemos también.

Joel, a mi lado, no dijo nada mientras hablábamos. Se mantuvo serio, cabizbajo, con la mirada perdida. No sabía cómo sacarle de aquel estado. Tal vez debiera darle tiempo y espacio, sin perderle de vista.

Me encontraba tan centrada en observar cada movimiento y gesto suyo, que me asusté al escuchar un fuerte golpe contra el suelo. Al dirigir la mirada hacia el lugar de donde provenía el ruido, pude ver a Alex, ahora convertido otra vez en hombre, como su madre lo trajo al mundo y a Jana bien pegada a su oído, cantándole.

El don de esa hermosa y enigmática mujer era realmente provechoso y divertido si no eras tú su víctima.

—¡¿Se puede saber qué narices haces, Jana?! ¡La noche está a pocas horas de atraparnos y esas son las que nos faltan para llegar! ¡¿Acaso crees que podríamos soportar otro ataque?! —A pesar de estar completamente desnudo, Alex ni se inmutó al plantarse delante de su hermana para echarle la bronca.

No tenía muy claro si debía acojonarme por los gritos que Alex profería, intentando cubrirse sus partes nobles al darse cuenta de su falta de ropa, o caer al suelo por el ataque de risa que me estaba provocando la cara de Jana, que pasaba por completo de los alaridos de Alex mientras rebuscaba la ropa en su mochila.

—Si como creo tienes ojos en la cara, habrás visto que las heridas de tus piernas vuelven a sangrar y tengo entendido que no dispones de hembra que te sane. Así que pararemos, volveré a curarte las heridas mientras reponemos fuerzas, te vestirás y en menos de una hora estaremos otra vez en marcha —le dijo Jana suave pero firme.

—Podrías haberme dicho eso antes. —No dejaba de refunfuñar mientras se dejaba curar por su hermana.

—En serio, Alex, no te conviene tocarme las narices. Tus heridas están en mis manos y estoy demasiado cansada para aguantarte —le dijo Jana, realmente seria—. Sería bueno encontrar una zona más escondida.

—Yo diría que todo este bosque está bastante escondido. Creo que hace mucho que dejamos el territorio de Heidrun atrás —dijo Joel con voz nostálgica, sin llegar a mirarnos. Me dolía el corazón por cómo lo estaba pasando. Me sentía impotente al no ser capaz de sacarlo de aquel estado en el que veía que se hundía lentamente.

Algo me decía que cogiera el mapa que llevábamos. Cuando logré situarnos dentro del territorio de Glein, en el que en ese momento estábamos, se me encendió una bombilla. Era una posibilidad y, por muy pequeña que fuera, debía intentarlo si con ello recuperaba de nuevo al niño que tanto necesitaba, un niño que superaba mi altura con creces.

—Joel, si hace mucho que dejamos aquel territorio y Jana ha dicho que nos faltan tan solo unas horas para llegar. ¿No quiere decir eso que dentro de poco Anouk nos podrá echar una mano con las curas?

Pronunciar aquel nombre fue como realizar un hechizo de revitalización. Algo así como hacerle beber unos cuantos Red Bulls de golpe.

Sus preciosos ojos azules, carentes de vida desde lo sucedido con Sainap, comenzaron a brillar de nuevo. Bien por mí. Una cosa menos de la que preocuparme. Me quedaban un millón.

Debíamos encontrar un lugar que nos protegiera de seres indeseados, curar heridas, alimentarnos y proseguir nuestro viaje lo antes posible. Nada del otro mundo.

Durante la mayor parte del camino Tay permaneció dormido y, aun así, pude ver cómo sufría por culpa de sus heridas. Era un tormento sordo que solo se dejaba ver por las sutiles contracciones de los músculos de su cara.

Estábamos a tan solo unas horas de nuestro destino y era más que probable que nos estuvieran buscando. Habíamos salido de la protección de Natalia y necesitábamos conseguir otra pronto, y más ahora que nuestras defensas estaban bajo mínimos.

Por suerte, aquel bosque estaba lleno de escondrijos, uno de los cuales aprovechamos para intentar recuperarnos y volver a curar las heridas.

Tay seguía sin despertar, aunque cuando lo acaricié noté cómo su cuerpo se relajaba. Era como si mi tacto lo anestesiara del dolor que padecía. Jana también se dio cuenta.

—Quédate con Tay, yo me encargaré de todo. Y estoy segura de que Joel me ayudará —me dijo Jana, mirándole de reojo, que con tan solo escucharla sacó su caja, rebuscando el botiquín en ella, haciéndola sonreír y transmitiendo un poco de la paz que habíamos perdido.

—A ver, a ponerse en fila para las curas, que hay prisa. —Joel encontró el botiquín, que sostuvo con su mano derecha al aire, sonriendo a Alex de oreja a oreja—. Vas a ser el primero. Jana, ¿puedo cortar? —le preguntó, tijeras en mano, cogiendo una de las piernas de Alex.

—¡Jana, por todos los dioses, quítale esa arma al loco este! —gritó Alex, desesperado por deshacerse del agarre de Joel.

—Empieza por esa pierna y cuando acabes sigue con la otra —le explicó Jana a Joel, sacándole la lengua a su hermano.

En aquel instante noté una punzada en el pecho. Me pasaba desde la noche anterior y no estaba segura de qué podría ser. Eso sí, no era nada físico y eso me dio mucho más miedo que si hubiera sido por un corte profundo.

Mi mente se negaba a aceptar la única posibilidad que rodeaba a aquella sensación. Si lo hacía me derrumbaría e iría a buscarla sin pensar en los que dejaba atrás. Aquel no era el momento. Hicimos un pacto antes de separarnos y yo debía seguir con mi parte del trabajo.

Decidimos separarnos para no ser previsibles y así acabar con todo aquello de una vez, volver a casa y vivir felices comiendo perdices. Porque si algo tenía clarísimo era que ni loca me quedaría a vivir en aquel lugar, por muchas raíces mías que fueran.



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En el texto hay: juvenil, romance, aventura y magia.

Editado: 26.11.2020

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