Capítulo 30

Entonces uno de los hombres hablo de forma autoritaria 

—Le haremos las siguientes preguntas y quiero que responda con la verdad, nada más que la verdad —Su voz se oía fría. 

Asentí con la cabeza, mientras el otro hombre se paró y camino hacia un asiento cercano donde se sentó, prácticamente quedo a mi costado. 

—¿Alguna vez la familia Alves le ha tratado con alguna clase de violencia? 

Parecía que las preguntas empezaban con todo, miré al rededor y ellos me veían de la misma manera que ves a un extraño, me provocó un dolor en el pecho. Nunca lo había notado, la manera en que me veían y me trataban. A pesar de todo no habían desarrollado ninguna clase de afecto por mí porque al parecer eran inhumanos, sonreí de manera triste, aunque me salió más una mueca lamentable entonces dirigí mi vista hasta el señor que no parecía de más de los cuarenta y cinco, llevaba unas gafas elegantes y el cabello peinado hacia atrás, pero iba vestido de manera casual.  

—Sí, desde pequeña me han hecho sentir inferior, recalcándome todo el tiempo que mi hermana era mejor que yo y que era una inútil. Siempre que venían visitas me hacían subir a mi habitación. Inclusive si quería ver a mi mejor amigo tenía que verlo fuera de casa, siempre y cuando me dejaran salir. En cuanto a las tareas domésticas siempre limpiaba y ayudaba sin embargo para ellos no hacía nada y me la pasaba todo el día de vaga. Cuando en realidad estaba desesperada por que me mostraran una pizca de cariño...sin importar lo que hiciera nunca lo valoraron no me veían más que una cosa que se podía usar de intercambio para algún fin—al acabar los mire, Emili me miro de forma burlona y sus padres miraron hacia otro lado. No sabía si lo que había dicho era demasiado y tenía que simplificar, pero por primera vez en mi vida alguien me preguntaba cómo me sentía y lo mal que lo había pasado, no podía permanecer en silencio, no más. 

El hombre se aclaró la garganta y preguntó nuevamente. 

—¿Cuándo salían de paso o compras las hacían todos juntos? 

—Rara vez me invitaban, pero lo hacían cuando iban de compras y tenía que cargar las cosas de Emili o ellos— igual que un lacayo agregué para mí. 

Omití la parte en la que me escapaba por la ventana, eso no era realmente importante, es más bien normal, es el resultado de una persona reprimida querer rebelarse cuando impides que la otra persona viva, salga y le quitas su independencia. Porque si bien somos seres sociables también somos personas pensantes e independientes, no podemos vivir sin cuestionarnos ya que es nuestra naturaleza, así como querer sentirse amados o apreciado. No me sentía así con ellos, aunque los apreciara después de todo el tiempo que estuve con ellos desarrolle aprecio, pero en cambio esas personas que apenas me miraron como una cosa molesta no me apreciaron nunca, porque solo me vieron como basura todo este tiempo. No había que ser un genio para darse cuenta. 

Sin embargo, hoy día han logrado que sienta solo resentimiento hacia ellos... 

Mirándome de manera altanera como si fueran mejor que nosotros, cuando en realidad solo hicieron esas cosas terribles sin una pizca de arrepentimiento en su ser. 

—Alguna vez...comenzó y se detuvo de pronto mirando hacia otro lado, dirigí mi vista hacia la persona que lo había detenido. Mili Quién estaba casi en frente mío levantaba la mano de manera insistente mirando directamente al señor. 

El hombre volvió a aclararse la garganta como si algo le molestara y prosiguió asintiendo la cabeza. Entonces ella hablo  

—Lamento interrumpir...—Hiso una pausa para fingir estar apenada, sí como no, continuó— Pero nosotros tenemos testigos presenciales que resolverán dudas sobre estas cosas que comenta sobre la manera que le tratábamos— Tome las pocas energías que me quedaban para no arrojarme sobre la mesa y encajarle una patada en esa frente ancha que me molestaba tanto. ¿Enserio?, ahora se había comido un ensayo para parecer dulce y coherente ¡ja! Nunca la había odio hablar de manera tan correcta, respetuosa, era un papel bien actuado si no fuera porque la conociera le habría creído cada palabra que decía, pero seguía queriendo golpearle, una oleada de furia que juraba se había ido hacía rato, revoloteaba en mi interior con ganas de salir y quemar todo. 

Eso fue suficiente para hacer que pasaran los hijos de Alexis y Julia. Genial 

Los chicos se sentaron frente al señor que hacia las preguntas. 

—Buenas tardes soy Hugo, voy a hacerles un par de preguntas, espero que respondan con la verdad, y nada más que la verdad. —Su voz era cálida, no lo podía creer, a mí apenas me había dirigido la palabra, ni siquiera me dijo su nombre y a ellos sí. No sé por qué, pero eso olía raro, miré al rededor a ver si alguien más noto el trato diferencial, pero nadie se inmuto. —Sus padres me comentaron que estuvieron unos días conviviendo con la familia Alves, ¿cómo fue? ¿notaron algún trato fuera de lo común? 

—Desde el primer momento que la conocí supe que era un problema tras otro, no solo no obedecía a sus padres, sino que les hiso pasar un mal rato mientras estábamos de visita. Les hablaba mal, hacia lo que quería y se sentía agredida cuando sus padres le reclamaban que estaba mal lo que hacía.—La voz de Aron sonaba suave de manera que parecía que relataba un poema, al parecer todos eran buenos actores aquí, agaché un poco la cabeza y sonreí, la situación era un asco, pero no pude evitarlo. 

—Es una rebelde, lo hemos pasado muy mal gracias a ella —agregó el otro chico, su hermano Alex, con quien apenas había intercambiado no más de dos palabras en su tortuosa estadía. 

Al parecer algo estaba pasando, demoraron en llamarme, y la forma en que me tratan igual que no creyeran en mi identidad real, sea porque les convenga o hay algo más, como pruebas falsas. Bueno sabía bien que no iba a ser fácil y esperaba no volver a verles el rostro después de este día, pero aparentemente aún no ha acabado, faltan muchas cosas para poner todo en su lugar. Sin mencionar las mentiras que dicen cada vez que abren la boca.