El Profesor que me enamoro

Capítulo 17: Te amo a ti y solo a ti

Narra James

 

Subí a toda velocidad y llegué a su casa, pero para mi sorpresa ella no estaba. Fui a buscar al administrador.

 

- Buenas tardes - dije con cortesía y con la voz agitada.

 

- Buenas tardes - respondió la dueña del lugar.

 

- ¿Sabe dónde puedo encontrar a Ifigenia? - pregunté lo más rápido que pude.

 

- Esta mañana, pagó el resto del mes, tomó sus maletas y se fue. Creo que regresó a su país - dijo aquella mujer.

 

En ese momento, salí corriendo. No pude decir gracias, tenía que impedir que se fuera.

 

Narra Ifigenia

 

"Atención, queridos pasajeros. El vuelo 720 con destino a California, Estados Unidos, saldrá en 5 minutos", dijo la voz por el altavoz.

 

No he parado de llorar desde que llegué aquí. No quiero irme, pero ¿qué puedo hacer? Él se quedó con ella, debo entender que lo perdí.

 

Tomé mis cosas y me dirigí directamente al avión. La verdad es que ya no sabría si volvería. Miré por la ventana y solo pude decir adiós a París. Aquí dejo mis sueños y al amor de mi vida.

 

Narra James

 

Llegué al aeropuerto lo más rápido que pude, no iba a dejar que se fuera. Pero llegué tarde, el avión ya había salido hacía casi 10 minutos. Se fue, la dejé ir. Nunca volverá, la perdí.

 

Me senté y no pude evitar llorar. La amo, la amo tanto, y fui el hombre más estúpido por no decírselo antes.

 

Dispuesto a irme y pensar en lo que haría, miré hacia atrás y allí estaba ella, en una esquina, con su hermoso rostro entre las rodillas y sus maletas a su lado.

 

Corrí hacia ella y levanté su rostro. Por Dios, esos ojos.

 

- ¿James? ¿Eres tú, James? - preguntó con la voz entrecortada.

 

La levanté y la besé, la besé como si fuera nuestro primer beso en aquel aula, en aquel lugar donde todo comenzó.

 

- Pero, ¿qué haces aquí? Yo creí que... ¿te casarías? ¿Qué pasó con Rose? - dijo.

 

- Te amo, Ifigenia. Todo el mundo lo sabe. Rose lo entendió y estoy aquí para decirte que la única mujer con la que quiero estar el resto de mi vida eres tú. Eres mi felicidad. Sé que no es el mejor momento ni el lugar, pero... - Me puse de rodillas y saqué el anillo que había comprado para ella desde el primer momento en que la vi.

 

- Ifigenia Rodríguez, ¿me concederías el gran deseo de ser más que mi alumna, de ser mía para siempre? ¿Te casarías conmigo? - dije con lágrimas en los ojos.

 

Narra Ifigenia

 

No podía creer lo que veían mis ojos. James estaba de rodillas frente a mí y me estaba pidiendo matrimonio. No podía hablar, la emoción me dejaba sin palabras.

 

- Sí, sí, sí, mil veces sí - dije gritando de la emoción. - Te amo, James.

 

Él se levantó, me tomó de la cintura y me levantó en el aire, luego me giró.

 

- Te amo - dijo con esa voz que tanto amo.

 

Salimos del aeropuerto abrazados y fuimos a la iglesia donde se iba a casar con Rose. James se disculpó con los invitados y con Rose. Cuando James me contó lo que Rose hizo cuando nos vimos frente a frente, no pude evitar agradecerle. Gracias a que lo dejó libre, James vino a mí y juró por lo más sagrado que esta vez no cometería el error de alejarse de mí.

 

Lógicamente, no podíamos casarnos todavía. James me dijo que debía esperar a terminar mi carrera y además, él se había casado por lo civil con Rose. Afortunadamente, ella no se oponía al divorcio.

 

Solo me faltan 3 años de carrera y después finalmente seré la señora de James Santiago.

 

Narra James

 

Estaba tan feliz. Por fin podía ser feliz con la mujer que amo. Después de celebrar, fuimos a mi casa.

 

La llevé a mi habitación y la empujé contra la pared, sosteniendo sus muslos mientras besaba su cuello. Mis manos subían hasta su trasero y lo agarré con fuerza, haciendo que ella emitiera un gemido.

 

Pasé mi lengua por mis labios antes de deshacernos de su vestido y luego de mi camisa.

 

El ambiente se volvía cada vez más caliente y mi corazón latía más rápido. No sentía miedo, ella era la única mujer que me hacía sentir un placer verdadero. Aunque estuve con otras mujeres durante nuestra separación, ninguna me satisfacía como ella.

 

Ella empezó a pasar su lengua por mis hombros y cuello mientras la acercaba aún más a mí, si eso era posible.

 

La bajé de mis brazos y, sin apartar mis ojos de ella, me quité los pantalones rápidamente. Luego, la agarré de la cintura, esta vez con más fuerza, y la fui empujando hacia la cama mientras nos besábamos. Me coloqué encima de ella y repartí besos hasta llegar a su sujetador de encaje negro. Con facilidad, solté el broche dejando sus pechos al descubierto. Agarré uno con una mano mientras lo masajeaba y lamía el otro.

 

Empecé a notar que su zona íntima estaba muy húmeda y vi cómo ella decidía quitarme los boxers para dejar mi pene erecto al aire libre. No pasaron muchos segundos antes de que estuviéramos completamente desnudos y creí que era hora de introducir mi miembro dentro de ella. Se sentía tan bien hacer esto.

 

Sentía como si fuera la primera vez, me encantaba escucharla gemir y gritar mi nombre.

 

- Te amo, James - dijo ella gimiendo.

 

- Te amo, Ifigenia - suspiré. - Te amo a ti y solo a ti.

 

Nuestros cuerpos se movían en perfecta sincronía, entregándonos el uno al otro con pasión y amor. Cada gemido, cada roce, nos recordaba lo profundo de nuestro vínculo. Nos perdimos en un éxtasis compartido, explorando cada rincón de nuestro ser.

 

Después de alcanzar el clímax juntos, nos abrazamos con fuerza, sintiendo el latido acelerado de nuestros corazones. Sabíamos que este era solo el comienzo de una vida juntos, llena de amor y complicidad.




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