El Profesor y La Alumna

Capítulo 1: Encuentro Inesperado

Narra Ayelen

 

Me llamo Ayelen Valencia, una chicuela de 16 años nacida y criada en California. Sin embargo, el trabajo de mi padre nos ha llevado a cambiar de aires y ahora nos encontramos en la vibrante ciudad de Nueva York. Estoy a punto de iniciar una nueva etapa en un nuevo instituto.

 

En una semana, las vacaciones de invierno terminarán y comenzarán las clases en mi nuevo instituto, el New York High. Sería una mentirosa si dijera que no estoy nerviosa. Al mudarme, dejé atrás a todas mis amigas y ahora me enfrento a la tarea de empezar de cero. Solo espero que mis nuevos compañeros sean amigables. No me hago ilusiones de hacer amigas desde el primer día, me tomó mucho esfuerzo hacerlo en mi antiguo instituto. Cambiar de instituto a mitad del tercer semestre suena loco, pero estoy decidida a que sea un buen comienzo.

 

A las 6 am, el estridente sonido de la alarma me sacó de mis sueños. Me levanté con poca gana y comencé mi rutina diaria: primero hice mi cama, luego me metí a la ducha, me cepillé los dientes y finalmente, limpié mi habitación.

 

Una vez que terminé con mis tareas matutinas, bajé a desayunar. Mi padre ya estaba en la cocina, dando los toques finales al desayuno.

 

- Buenos días, papá - Saludé, depositando un beso en su mejilla.

 

- Buenos días, cariño - Respondió él con una sonrisa.

 

Desayunamos panqueques, un pequeño consuelo para el nerviosismo que sentía.

 

- Hija, tengo que irme a trabajar... Si te apetece, podrías salir a conocer la ciudad. Pero, por favor, no olvides activar el GPS - Dijo papá, mirándome con preocupación.

 

- Sí, papá... gracias - Respondí, mi voz teñida de tristeza.

 

- ¿Por qué ese semblante tan triste, hija? - Preguntó, su mirada llena de preocupación.

 

- ¿En serio necesitas preguntar, papá? Nos mudamos a una ciudad completamente nueva. Dejé mi hogar, mis amigas... - Mi voz se quebró al final.

 

- Tus amigas seguirán siendo tus amigas. La tecnología os permitirá seguir en contacto... Y además, tendrás la oportunidad de hacer nuevas amigas aquí - Intentó consolarme.

 

No quería seguir hablando del tema, así que me quedé callada. Terminamos de desayunar en silencio y papá se despidió con un beso en la mejilla.

 

- Que tengas un buen día, cariño.

 

- Gracias, papá. Que te vaya bien en el trabajo.

 

Después de que papá salió, regresé a mi habitación. Tomé mi bolso, mi móvil y una chaqueta, ya que hacía bastante frío, y decidí salir a explorar mi nueva ciudad.

 

Narra Tomás

 

Soy Tomás Paniagua, un hombre de 25 años, nacido y educado en la soleada California, pero recientemente he encontrado un empleo en la vibrante ciudad de Nueva York.

 

No tengo ninguna queja, Nueva York es una ciudad impresionante, y mi trabajo es más que satisfactorio. No podría estar más contento.

 

En cuanto a mi vida amorosa... bueno, mi prometida me dejó hace un mes. Sin explicaciones, un día simplemente se fue y no volvió.

 

A las 6 a.m., como es mi costumbre, ya estaba despierto. Primero arreglé mi cama, luego me metí a la ducha, me cepillé los dientes y finalmente, puse en orden mi habitación.

 

Una vez que terminé con mis tareas matutinas, bajé a preparar mi desayuno. En 15 minutos, ya había terminado y me dispuse a disfrutarlo.

 

Después de desayunar, decidí salir a dar una vuelta. Después de todo, estaba de vacaciones en el trabajo y tenía tiempo libre. Regresé a mi habitación, tomé mi celular, las llaves de mi auto y una chaqueta, ya que hacía bastante frío, y salí de mi apartamento.

 

Narra Ayelen

 

Caminaba absorta en mis pensamientos, tan sumergida que crucé la calle sin percatarme de que el semáforo estaba en rojo. De repente, voces alarmadas a mi alrededor gritaban "¡Cuidado!". Levanté la vista, solo para ser cegada por una luz deslumbrante que me encandiló.

 

El shock me dejó paralizada, incapaz de reaccionar. A continuación, recuerdo sentir cómo mis piernas flaqueaban y todo se volvía oscuro; pero justo antes de desmayarme, alcancé a ver un rostro que parecía descendido del cielo. Un chico de piel pálida, cabello rubio y unos ojos verde esmeralda que parecían tener un encanto sobrenatural.

 

Narra Tomás

 

Estaba manejando cuando, de repente, una chica se cruzó frente a mi auto sin mirar. Mi primera reacción fue tocar el claxon, pero escuché que muchas personas a mi alrededor le gritaban "¡Cuidado!". Vi cómo levantaba la mirada, pero no se movía. Para evitar una tragedia, frené de golpe, quedando el auto a escasos centímetros de ella. Cuando bajé del auto, vi que se había desmayado, así que me acerqué para verificar si estaba bien.

 

Decidí llamar a la ambulancia. Mientras esperaba, la observé detenidamente. Era hermosa, con una piel blanca como la nieve, cabello rubio y unos ojos que aún no sabía por qué los tenía cerrados.

 

- Señorita, por favor despierte... ¿Se encuentra bien? - Le pregunté mientras ella estaba inconsciente.

 

La ambulancia tardaba en llegar y, de repente, vi que empezaba a abrir los ojos. ¡Dios mío! Tenía unos ojos celestes encantadores.

 

Narra Ayelen

 

Abrí mis ojos lentamente, sin saber qué había sucedido. Frente a mí estaba el chico que había visto antes de desmayarme, y esta vez pude mirarlo bien. Era muy atractivo.

 

- ¿Estás bien? - Me preguntó.

 

- ¿Qué me pasó? - Le pregunté.

 

- Te cruzaste la calle sin mirar, con el semáforo en rojo. ¿Te acuerdas? Casi te llevo por delante con mi auto, así que frené a tiempo. ¿Estás bien? - Volvió a preguntar.

 




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