Narra Ayelen
Después de ese beso, simplemente me separé y solté una pequeña risa en señal de nerviosismo. Salimos de la cabina y tomamos nuestras fotos, él solo me sonreía.
- Me gusta esta foto - Dijo señalando la foto del beso.
- A mí también me gusta - Dije bajando la mirada sonrojada.
Si me vieras, no me reconocerías. Acabo de besar a un desconocido y, por alguna extraña razón, quiero volver a hacerlo.
Después continuamos con el paseo. Nueva York era hermosa, o tal vez era la compañía de Tomás lo que lo hacía hermoso. No podía quitar mis ojos de encima de él. Luego vi la hora y me di cuenta de que ya era tarde y tenía que volver a casa.
- Tengo que irme... Me gustó conocerte - Dije.
- Desearía que no te fueras... ¿Te llevo a tu casa? - Preguntó Tomás.
No pude evitar decir que sí. Era la excusa perfecta para seguir hablando con él.
- Sí, me encantaría - Dije sonriendo. Tomás me tomó de la mano y nos fuimos.
En el auto, escribí mi dirección en el GPS y continuamos hablando durante el trayecto. No me aburría de escucharlo.
Cuando llegamos a mi casa, él bajó del auto primero y me abrió la puerta.
- Gracias por traerme - Dije.
Vi que escribió algo en un papel.
- Fue un placer... ¿Quieres volver a vernos? - Dijo entregándome el papel que escribió. - Ese es mi número.
Narra Tomás
Vi que ella también escribió algo en un papel.
- Ese es el mío - Dijo entregándome el papel que escribió - Vamos a ver quién escribe primero - Dijo con una sonrisa.
Me encantaba su espíritu competitivo. Tomé el papel y lo guardé en mi bolsillo.
- Bueno... me gustó conocerte - Dijo dándome un beso en la mejilla.
- A mí también me encantó conocerte - Dije besando su mejilla.
Narra Ayelen
Me volteé para irme, cuando de pronto me jala del brazo y me besa. Yo le sigo el beso, en serio no sé lo que hago, pero sus besos son únicos.
- Adiós, Chica Mermelada - Dice con una sonrisa.
No puedo evitar sonreír.
- Adiós, Pan - Digo y entro a mi casa.
Ya adentro de mi casa, miro por la ventana y él se está yendo. Después subo a mi habitación y me dejo caer en mi cama pensando en Tomás, y empiezo a acariciar mis labios recordando ese beso. No puedo evitar sonreír como una estúpida, me quedo ahí sonriendo y no me doy cuenta de que las horas van pasando, hasta que mi papá entra en mi habitación.
- ¿Papá? - Digo sobresaltada.
- ¿Todo bien, hija? - Pregunta notando mis nervios - ¿Pasa algo?
- Todo bien, papá. ¿Qué podría pasar? - Digo evitando sus preguntas.
- ¿Cómo estuvo tu paseo?
- Bien, me gustó... es muy bonita esta ciudad.
- ... Y Tomás lo es más - Pienso.
- ¿Todo bien, cariño? - Dice notándome pensativa.
- Sí... tengo hambre, vamos a cenar.
- Vamos - Dice y salimos de mi habitación.
Después, papá pide delivery de pizza para cenar. Cuando terminamos de cenar, nos vamos a dormir.
Al día siguiente, me despierta el sonido de mi celular... Me llega un mensaje y no puedo creerlo, es él... Es Tomás.
El chico que ha estado rondando mis pensamientos todo el día de ayer, desde que lo conocí.
"Hola, Chica Mermelada, me preguntaba si querías ir a dar un paseo conmigo... Por favor, contesta. Gracias".
Debo confesar que su mensaje me gusta... Esperaba que me escribiera, así que sin pensarlo dos veces, le contesto:
Narra Tomás:
Le escribo un mensaje a la Chica Mermelada y no tarda en llegar su respuesta. Siento cómo se me acelera el corazón.
"Hola, Pan, me encantaría salir a dar un paseo contigo... ¿Te parece si nos vemos a las 7:30 am?"
No pasan ni dos minutos y decido responder:
"¡Genial! ¿Paso por tu casa?"
La respuesta no tarda en llegar.
"Gracias... Te espero".
Narra Ayelen:
Comencé a arreglarme después de desayunar y de que mi padre se fue a trabajar. Estaba un poco nerviosa, no sabía qué ponerme y no tenía ni idea de lo que hablaría con él.
Llegó la hora y estaba lista. Cuando sonó el timbre de mi casa, sentí cómo mi corazón se aceleró. Bajé corriendo y abrí la puerta. Ahí estaba él, se veía tan guapo y llevaba un ramo de rosas rojas en las manos.
- ¡Hola! - dije entusiasmada.
- Te ves muy linda - respondió él.
- Gracias... Tú también - dije sonriendo.
Él también sonrió y me entregó el ramo de rosas.
- Esto es para ti - dijo entregandome el ramo.
- Gracias - respondí - Son muy bellas... ¿Quieres pasar un momento?
- Me encantaría - respondí.
Tomas entró y le ofrecí un vaso de jugo mientras yo buscaba un florero para las rosas. Cuando lo encontré, lo dejé sobre la mesa y nos fuimos a su auto.
Como siempre, él me abrió la puerta del copiloto y después se subió en el asiento del conductor.
- ¿Te gustaría ir al cine? – pregunté con una sonrisa.
- Me encantaría - respondió Tomás.
Nos fuimos al cine y durante el trayecto no podía dejar de mirarlo, era tan guapo.
Llegamos a la sala, que estaba casi vacía, y tomamos un asiento en medio. Habíamos comprado pochoclos y la película comenzó.