Narra Tomas
Mientras nuestros labios se encuentran en un beso apasionado, no puedo evitar sentir una mezcla de emociones abrumadoras. Cada caricia que deslizo por los brazos de Ayelen y cada movimiento que hago para bajar el tirante de su blusa están llenos de amor y deseo desbordante.
- Lo siento, me dejé llevar - le confieso, sintiendo una ligera vergüenza por haberme dejado llevar por el momento.
Su sonrisa tranquilizadora me reconforta, haciéndome sentir que todo está bien.
Continúo besándola mientras ella desabrocha mi camisa, dejando que sus manos suaves y delicadas exploren mi piel. La forma en que Ayelen se aferra a mi cintura y se aprieta más contra mí me llena de una sensación de conexión profunda y deseo mutuo.
- ¿Estás segura? - le pregunto, preocupado por su bienestar y comodidad.
Verla bloqueada por un momento me hace dudar si estoy avanzando demasiado rápido. Quiero asegurarme de que ella esté lista para dar este paso conmigo.
- ¿Segura? - repito, buscando su confirmación.
Cuando ella responde que está lista, mi corazón se llena de alegría y emoción. La cargo en mis brazos con cuidado, sintiendo el roce suave de sus piernas alrededor de mi cadera. Cada beso que compartimos en el camino hacia la habitación aumenta mi deseo y amor por ella.
Al llegar a la habitación, apenas puedo apartar la mirada de sus ojos. Quiero asegurarme de que esté completamente cómoda y lista para dar este paso importante en nuestra relación. Su temblor me indica que hay una mezcla de miedo y excitación en su interior.
- ¿Segura de que quieres hacer esto? - pregunto, buscando su consentimiento y queriendo asegurarme de que se sienta segura y protegida.
Cuando ella confiesa su miedo y su deseo de seguir adelante, mi instinto de protección se activa. Quiero asegurarme de que su primera vez sea especial y que se sienta amada y cuidada en todo momento.
- No te preocupes, amor - le digo, intentando transmitirle tranquilidad - Estaré a tu lado y te cuidaré en cada momento.
Cuando ella pregunta si le dolerá, quiero asegurarle que seré cuidadoso y gentil con ella.
- Seré cuidadoso, ¡te lo prometo! - le aseguro, deseando que confíe en mí y se sienta segura en mis manos.
Cuando ella sonríe y me confiesa su confianza, mi corazón se llena de gratitud y amor por ella. Comienzo a explorar su cuerpo con besos suaves, sintiendo cómo su piel se eriza bajo mis labios. Cada movimiento que hago es lento y cauteloso, buscando su consentimiento en cada paso.
- ¿Estás segura de que quieres que siga? - pregunto, buscando su mirada para asegurarme de que está lista.
Cuando ella asiente y responde afirmativamente, siento una mezcla de excitación y responsabilidad. Quiero hacer de este momento algo especial para ella, algo que siempre recordará con amor y felicidad.
Continúo besándola y explorando su cuerpo con devoción, sintiendo cómo nuestras almas se entrelazan en un momento de profunda conexión y amor.
Cada beso y caricia nos envuelve en una esfera de intimidad y pasión, donde solo existimos nosotros dos. El tiempo parece detenerse mientras nos entregamos el uno al otro, explorando cada rincón de nuestros cuerpos con ternura y deseo.
Mis manos acarician suavemente su piel, siguiendo cada curva y contorno con reverencia. Cada gemido y suspiro que escapo de sus labios alimenta mi deseo de darle placer y hacerla sentir amada en cada momento.
Nos movemos en perfecta armonía, sincronizando nuestros cuerpos en un baile lleno de pasión y entrega. Cada roce, cada contacto, es una promesa de amor y conexión profunda. Nos sumergimos en un océano de sensaciones, sin miedo a dejarnos llevar por el placer y el éxtasis compartido.
En medio de nuestra unión, nuestras miradas se encuentran, transmitiéndonos un amor y una complicidad que solo nosotros entendemos. Cada vez más cerca del clímax, nuestros corazones laten al unísono, como si fueran el eco del amor que compartimos.
Y finalmente, en un instante de éxtasis, nos perdemos en la cima del placer, fusionando nuestros cuerpos y almas en un momento de pura conexión y amor. El mundo se desvanece a nuestro alrededor, dejando solo espacio para nuestra unión y la intensidad de nuestras emociones.
Después de alcanzar el clímax juntos, nos abrazamos con fuerza, sintiendo la calidez de nuestros cuerpos entrelazados. Las palabras se vuelven innecesarias mientras nos sumergimos en la tranquilidad y la satisfacción de haber compartido un momento tan especial.
- Te amo, Ayelen - susurro, sintiendo cómo mi voz se llena de amor y gratitud.
- Y yo te amo a ti, Tomas - responde ella, su voz llena de ternura y felicidad.
Nos quedamos enredados en nuestros brazos, disfrutando de la cercanía y la intimidad compartida. Sabemos que este momento no solo marca el inicio de nuestra vida sexual juntos, sino también el fortalecimiento de nuestro vínculo y el amor que nos une.
En ese momento, me siento agradecido por tener a Ayelen a mi lado, por la confianza que ha depositado en mí y por el amor que compartimos. Sé que este es solo el comienzo de una historia llena de momentos especiales y aventuras compartidas.