Narra Ayelén
Ya ha pasado una semana desde mi ruptura con Tomás.
He faltado a clases durante toda la semana y según mi papá, no puedo faltar el lunes. Aún no le he dicho a mi padre sobre mi rompimiento con Tomás, le mentí diciéndole que me sentía mal.
Me pregunto cómo lo veré el lunes. ¿Como mi maestro o como mi exnovio?
Esto es realmente doloroso, no he dejado de llorar. ¿Por qué me hizo esto? ¿Por qué?
De repente, escucho que golpean la puerta de mi habitación.
- Cariño, ¿estás ahí? - pregunta mi papá.
- Sí, papá. ¿Qué pasa? - digo, secándome las lágrimas.
- ¿Puedo pasar? - pregunta.
- Adelante, papá - digo.
Mi papá entra a la habitación y se sienta a mi lado.
- ¿Qué te pasa, cariño? - pregunta, preocupado.
- Nada - digo, mirando al suelo.
- Últimamente no estás comiendo bien, no sales de tu habitación y no quieres ir a clases. ¿Dónde quedó mi dulce niña alegre? - dice, con tristeza en su voz.
- Papá, solo es por la escuela. Estamos en temporada de exámenes y siento que todo es más pesado - miento, tratando de ocultar mi dolor.
- Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿de acuerdo? - dice, con ternura.
- Sí, papá - sonrío, agradecida por su apoyo.
- Así me gusta verte sonreír - me besa en la frente -, bueno, me tengo que ir al trabajo.
- Me molesta que trabajes también los sábados - digo, sinceramente.
- Pero uno se acostumbra - dice, sonriendo -, adiós, mi niña.
- Adiós, papá - digo, con una sonrisa en el rostro.
Mi papá sale de mi habitación y yo me acuesto en mi cama, cubriéndome con una sábana.
Es agotador fingir una sonrisa cuando en realidad solo quiero llorar.
Narra Tomás
¿Qué ha pasado con mi dulce chica mermelada? Ha faltado a clases toda la semana... Esto me duele. A mí no me importa que me hagan daño a mí, perder mi empleo o terminar en la cárcel... Pero lo que dijo la bruja de Cintia sobre lastimar a Ayelén, eso nunca me lo permitiría. Aunque ahora soy yo quien está lastimando a la persona que más amo. Mi querida chica mermelada, espero que puedas perdonarme.
Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.
Narra Ayelén
Lunes en el instituto
- Vamos, amiga, no estés triste - dice Sofía, intentando animarme.
- Si tú lo dices - respondo con voz pálida, sin mucha convicción.
- Aquí estamos para apoyarte - agrega Lucas, mostrando su apoyo incondicional.
- Gracias, amigos - digo con voz apagada, agradeciendo su presencia.
Llegamos al salón de clases y todos toman asiento.
Tranquila, Ayelén, respira. Él solo es tu profesor y tú eres su alumna.
Narra Tomás
- Buenos días, estudiantes - digo amablemente, tratando de ocultar el dolor en mi interior.
En ese momento, mis ojos se encuentran con los de Ayelén.
Ayelén, te amo. Te extraño mucho, pero no puedo arriesgarme a que te hagan daño por mi culpa.
Narra Ayelén
Me siento algo mareada, las emociones me están afectando.
- Bueno, continuemos con la clase - dice Tomás en un tono serio, intentando mantener la normalidad.
Estos mareos me están irritando, no puedo concentrarme.
- Ayelén, ¿te pasa algo? - pregunta Tomás, visiblemente preocupado por mi estado.
- Me siento algo mareada - respondo débilmente, luchando contra la sensación de malestar.
- Ve a la enfermería si quieres - sugiere él, preocupado por mi bienestar.
- No, no es necesario... - intento decir, pero de repente siento ganas de vomitar y corro rápidamente hacia el baño.
- Ayelén, ¿qué te pasa? - Tomás corre tras de mí, demostrando su preocupación.
- Ayelén, ¿estás bien? - dice Tomás, visiblemente preocupado por mi estado.
- A ti qué te importa - respondo bruscamente, empujándolo en el momento en que se acerca demasiado.
- Me importa porque te quiero - Tomás sujeta mis manos y me abraza, tratando de tranquilizarme.
- Si realmente te importara, no me hubieras lastimado de esta manera - dejo de resistirme y comienzo a sentir un nudo en la garganta.
- Lo siento - dice Tomás, apenado por sus acciones.
- Aun lo amo - las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos - Fue difícil para mí que el chico que amaba me decepcionara tanto de un día para otro.
- De verdad lo siento, mi niña - siento las lágrimas de Tomás cayendo sobre mi hombro - Yo solo quería protegerte.
- ¿Protegerme? - pregunto confundida, sin entender sus motivos.
- Cintia me amenazó con hacerte daño - confiesa, con voz cargada de preocupación - Y la conozco lo suficiente como para saber que es capaz de cumplir sus amenazas.
- ¿Tomás? - mis ojos comienzan a cerrarse lentamente, sintiéndome cada vez más débil.
- Ayelén, ¿estás bien? ¡Responde! - exclama Tomás, desesperado por mi estado.
Todo a mi alrededor se vuelve oscuro, perdiendo la conciencia.
Me despierto en una camilla, confundida y desorientada.
- ¿Dónde estoy? - pregunto, tratando de entender mi situación.
- Estás en la enfermería, amiga - responde Sofía, quien está a mi lado.
- Te desmayaste - agrega Lucas, también a mi lado.
- ¿Cómo se te ocurre asustarnos de esta manera? - dicen los dos al unísono, mostrando su preocupación.