El protector (en Proceso)

CAPITULO I

 

La noche era lluviosa. Recuerdo que Mei estaba conmigo en el auto. No entiendo porque peleábamos, solo sé que me distraje por un momento, lo juro, solo fue un maldito segundo que ocupe para mirar su rostro molesto en el asiento del copiloto. Fue ahí cuando una luz blanca me deslumbró y frente a mí, algo hizo que perdiera el control. 

No sé si fue un bache o un animal en medio de la carretera, solo sentí un fuerte golpe en el cuello que se extendió por toda mi espalda hasta llegar a la cadera. Un zumbido fue lo último que escuche hasta volver a abrir los ojos. Mi cuerpo estaba tirado sobre el asfalto al lado del auto. Mi visión borrosa no me permitía ver nada y tampoco podía moverme. 

—Tranquilo Will, la ayudará llegará en un momento. —dijo Mei— ¡No cierres los ojos!

Sus lágrimas caían sobre mi rostro combinándolo con la lluvia, me alegré por un momento de que ella se encontrara bien, pero el dolor en mi cuerpo me advirtió que yo no lo estaba. Trate de hablarle, pero el dolor era tan agudo que ninguna palabra salía de mi boca. Apretaba fuertemente mi abdomen para evitar que mi cuerpo se moviera y por esa razón solo quejidos salían de mi pecho.

—¡Pronto llegarán! Solo un poco más Will, solo un poco más —Mei gritaba mientras volteaba a todos lados. El ruido de la lluvia apenas dejaba que se escuchara su voz

Sobre el suelo, la miré por unos segundos. Me di cuenta de lo tonto que había sido, no tuve tiempo de decirle lo hermosa que se veía, que me encantó su nuevo corte de cabello y que había obtenido el ascenso en la fábrica. Y mientras yo intentaba no perder el conocimiento fijé mi mirada en el cielo. 

Fue ahí cuando lo vi. Había un sujeto todo vestido de blanco parado a mi lado. Me miró con ojos tristes y cuando toque su mano suspire por última vez.

No habían pasado ni diez minutos cuando el aire regresó a mis pulmones, provocándome una fuerte ventilación.

—¿Qué? ¿Dónde estoy? —me dije sorprendido.

Al darme cuenta que seguía boca arriba en el suelo voltee a un lado y al otro. Parecía que estaba en una habitación de paredes blancas, incluso el techo era de ese color.

—Pero ¿Qué es este lugar? 

—Es el mundo angelical Will, aunque tal vez tú lo conozcas como cielo —una voz me hizo poner de pie, dejando a la vista a un pequeño hombre que apenas si me llegaba a la rodilla, todo vestido de blanco y con una extraña sonrisa.

—¿El cielo? —dije perplejo— ¡Oh, es cierto! Morí. Pero ¿quién es usted señor? 

—Soy Morezat y he venido a mostrarte el lugar donde vas a residir durante un tiempo.

—¿Un lugar para residir? ¿No debe mi espíritu renacer en un nuevo cuerpo humano? 

—Ha visto muchas películas en la tierra joven Will, eso no pasará, por lo menos no durante 50 años.

—Pero ¿qué va a pasar con Mei? 

—¿Qué Mei?

—Mei mi esposa. La mujer con la que me case en la tierra.

—¡Oh esa Mei! Verás, ya está casada y pronto dará a luz a su primogénito. Dejémonos de cosas terrenales, le ruego me acompañe. 

El pequeño hombrecillo emprendió camino en la vacía habitación blanca, donde solo había nubes debajo de mis pies y podría jurar que estaba flotando en el aire, pero no era así, un leve viento dejó al descubierto un fino vidrio en el que estaba parado.

—¿Mei ya se casó? ¿Cómo es eso posible? Acabo de morir hace unos segundos.

—Fueron exactamente 10 minutos 

Morezat extendió su mano y miró su muñeca como si tuviera un reloj, pero no llevaba nada. 

—Eso fue lo que tardaste en despertar, 10 minutos. Si lo convertimos a horas terrenales, son casi 19 años. ¡Vamos date prisa! Que ya vamos retrasados.

—¿A dónde vamos? —pregunté sin entender lo que me estaba pasando.

—Ya te lo dije, a tu lugar de residencia, tienes que llenar el papeleo y después realizar tu labor comunitaria para volver a reencarnar en el mundo terrenal.

—¿No vas a contarme lo que pasó con Mei? —aceleré el paso pues el hombrecillo, pese a su tamaño, caminaba más rápido que yo. 

—No sé nada más, cuando encuentres a su protector se lo preguntas, ahora camina, ya casi llegamos.

Caminaba detrás de Morezat y poco a poco lo que parecía una ciudad de piso de cristal se materializó frente a mis ojos. No era nada diferente a las oficinas de atención al público de los países en la tierra: grandes edificios con múltiples ventanas, personas vestidas con trajes e incluso algunos animales como palomas y gatos.

—Es por aquí Will —dijo acercándose a un pequeño condominio y entrando a este por una puerta de su tamaño.

—¡Espera! ¿Cómo se supone que entre por aquí? —justo al pararme delante de la puerta, esta se hizo de mi tamaño— Fue una respuesta rápida— dije atravesandola.

En su interior, un pequeño cuarto básico con cocina, recamara y baño me recibieron en compañía del pequeño hombre que, para mí sorpresa, ya era de la misma estatura que yo.

—Esta será tu residencia, puedes hacerle los cambios que más te parezcan solo informarme cuando quiera hacer alguno. 



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En el texto hay: amor, paranormal

Editado: 08.09.2020

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