Dos días pasaron sin que volviera a soñar con él.
Dos días sintiéndome como si me faltara un color que
antes no sabía que existía.
No fue tristeza lo que sentí. Fue… espera.
Como si el sueño no hubiera terminado, solo estuviera
en pausa.
Pero entonces, el tercer día, algo cambió.
Todo comenzó con una hoja.
Iba caminando por la calle, rumbo a la biblioteca, cuando
una ráfaga de viento hizo girar una hoja seca frente a mí.
Una hoja común, pero no lo era.
Se movía de forma tan precisa que parecía señalándome
algo.
Me detuve.
La hoja giró una última vez… y quedó quieta a mis pies.
Sobre ella, una palabra escrita a mano: “Observa.”
Miré a mi alrededor, esperando ver a alguien escondido,
una broma, una cámara.
Nada.
Solo yo, la calle, y esa hoja que parecía saber que la estaba mirando.
La guardé.
Lo más extraño fue lo que pasó después.
Entré a la biblioteca. Como siempre, subí al segundo piso.
Pero ese día, los pasillos olían a… ¿inviernos pasados?
No sé cómo describirlo.
Era como si el aire tuviera memoria.
Pasé entre los estantes sin buscar nada en particular.
Y entonces lo vi: un libro, uno viejo, sin título, ni autor,
ni código.
Solo estaba ahí, como esperándome.
Lo abrí.
No tenía contenido.
Solo una página escrita, justo en el centro:
“A veces, lo que soñamos es lo que somos cuando
nadie nos ve.”
Mi piel se erizó.
Cerré el libro.
Lo volví a abrir.
La página estaba en blanco.
Me lo llevé.
No sé por qué.
Pero una parte de mí sentía que eso también era suyo.
De él.
De ese otro lugar donde nuestras miradas habían detenido
el mundo.
Esa noche, justo antes de dormir, puse la hoja y el libro sin nombre sobre mi mesa de noche.
Apagué la luz.
Y me susurré en voz baja:
“Estoy observando.”
Carta 3: “Estás cerca, lo sé”
A ti, el que no aparece pero sigue dejando huellas…
No volví a soñarte, pero sé que estás cerca.
Hoy algo me habló de ti, sin decir tu nombre.
Una hoja. Un libro. Un susurro que no vino de nadie.
Sé que me estás guiando.
Sé que este mundo está empezando a hablar en tu idioma.
Si me estás esperando en silencio,
te prometo que seguiré buscando los hilos invisibles que
nos unen.
Y cuando vuelva a verte —porque sé que volverás—
te diré lo que aún no sé cómo decir:
que algo en mí se rompió el día que no desperté contigo.
Etha
#1461 en Fantasía
#5376 en Novela romántica
fantasia, romance odio pasión intencidad drama, sueños y magia
Editado: 13.07.2025