Volvimos a la biblioteca dos días después.
El libro rojo y la hoja con la palabra “Observa” no salían de
mi mente.
Algo me decía que ese símbolo no era el final, sino la
primera pieza de un mapa.
Lyra insistió en acompañarme, aunque yo ya había
empezado a preferir el silencio de las visitas en solitario.
Pero algo me tranquilizaba cuando ella estaba cerca.
Como si su presencia mantuviera a raya la locura.
Esa tarde la biblioteca estaba más vacía que de costumbre.
Una niebla tenue se colaba por los grandes ventanales.
El aire tenía esa sensación espesa que deja la lluvia antes
de caer.
Subimos al segundo piso, pero no fuimos al mismo rincón.
De alguna forma, mis pasos me llevaron hacia una sección
que nunca había notado: libros sin clasificar, títulos sin
etiquetas, encuadernaciones extrañas que olían a tiempo.
Lyra caminaba detrás de mí cuando lo vimos.
Un hombre.
Alto. Delgado. De cabello gris.
Con una túnica sencilla y antigua.
Sostenía un libro abierto, pero no leía.
Nos miraba por encima de las páginas.
Solo fue un segundo.
Después bajó la vista y caminó hacia otro estante, como
si nada.
—¿Ese es… bibliotecario? —susurró Lyra.
—Nunca lo había visto antes.
Nos acercamos, pero ya no estaba.
Ni él, ni el libro.
—¿Lo buscamos?
—
No. —dije—. Si quiere que lo encontremos, él nos va a
encontrar primero.
Y así fue.
Un par de pasillos después, encontramos otro libro.
Estaba sobre una silla, como si alguien lo hubiese dejado
para nosotras.
Era azul oscuro, sin letras en la portada.
Cuando lo abrimos, no tenía índice.
Pero en la primera página decía:
“Los sueños son puertas, y algunos han olvidado que
poseen la llave.”
Lyra me miró, seria.
—Ese tipo… lo dejó para ti.
—Lo sé.
El resto del libro parecía estar escrito a mano, con frases
sueltas, diagramas confusos, y… símbolos.
El mismo círculo. La espiral. Pero ahora, dentro de una
figura que parecía un ojo abierto.
Al final, en una de las páginas, otra frase solitaria:
“Busca en las páginas donde nadie más lee. Él recuerda.
Él aún espera.”
Cerré el libro.
Respiré hondo.
Y por un momento, sentí que el aire olía a ese mismo lugar
del primer sueño.
Carta 5: “Te están ayudando”
A ti, el que está atrapado en otro lado…
Apareció un hombre hoy.
No eras tú, pero sus ojos…
No parecían de este tiempo.
Creo que alguien está dejando señales.
Que no estoy sola en este camino.
El símbolo volvió.
Y ahora sé que no solo te busco.
También estoy recordando lo que soy.
Si alguien está cuidando tu memoria,
te prometo que cuidaré la mía hasta encontrarte.
Aún no sé cómo…
pero cada página que leo me acerca más a ti.
Etha
#1394 en Fantasía
#5276 en Novela romántica
fantasia, romance odio pasión intencidad drama, sueños y magia
Editado: 13.07.2025