Capítulo 10
Abro mis ojos viendo al gran techo iluminado por la luz naranja cálido del amanecer.
Tengo una cefalea impresionante, supongo que es por las pocas horas que dormí. El señor Matías me trajo muy tarde, ni mis papás se dieron cuenta .
Me levanto yendo directamente al baño para quitarme este amargo sabor de mi boca y relajarme un poco con un baño de agua caliente.
Tomo la pasta de dientes para escurrirla por el cepillo de dientes, aunque me detengo al mirarme en el espejo. Tengo una gota de sangre en mi mandíbula.
Llevo mi mano hacia allí para comprobar lo que están viendo mis ojos. Ahora mi mirada se torna de terror y pánico.
Mis piernas comienzan a fallarme retrocediendo dos pasos y mi espalda choca con la pared. Tengo miedo de mi, de lo que sucedió ayer.
Veo las yemas de mis dedos manchadas en sangre. Sangre de Elizabeth y Gabriel. Mis cejas junto a mis párpados empiezan a temblar, mientras recuerdo todo lo que ocurrió la noche anterior.
Ahora empiezo a escuchar mis respiraciones por lo agitadas que están, en compañía de mi corazón. Llevo mis manos a la cabeza tirándome en el piso en posición fetal.
-No , no... yo no soy así.— susurro.—Yo no los maté , no...—
Me revuelvo en todo el piso del baño lleno de culpa y terror. Me niego a todo lo que aconteció ayer, no lo hice yo, lo hizo él Señor...Matías.
Aunque recuerdo sus palabras claramente "Viste que sus muertes tienen un porque" . Esto solo me aturde. Cubro mis oídos con mis manos al recordar los gritos de agonía de Elizabeth...Y yo no hacía nada para ayudarla.
—El señor Matías es peligroso...—Me digo a mí mismo.
Lágrimas de desesperación rebotan en el suelo a medida que recuerdo lo que el hizo...No soy capaz de verlo igual ¿Pero por qué ayer no demostré todo esto? Mi miedo y terror se pueden apreciar a gran distancia ¿Cómo pude estar tan normal ayer?
Me sujeto del lavamanos para levantarme. Veo mi rostro destruido y empapado por las lágrimas. Mis ojos pueden ver mi terror a través de ellos.
Repentinamente empiezo a recordar lo que hablé con el en la cena. Fue especial...Porque hizo lo que nunca he podido sentir con mi papá. Ese apoyo a mi arte, lo que me gusta...El cree en mi.
Más lágrimas empiezan a caer pero ya no son de terror. Me miro en el espejo algo confundido con esto que siento...No se describirlo. Es un cóctel de emociones donde no puedo probar su sabor ni sentir.
Me ofreció estudiar en otro país ¿Qué te costaría papá decirme algo así?. El señor Matías es bueno, conmigo.
Procedo a lavarme los dientes recordando esa charla de ayer, que me ha dado más calma para este ataque que tuve.
Debo decirle a Stefano sobre la propuesta que El señor Matías me ofreció para el. Tengo una gran esperanza de que acepte, solo debo encontrar las palabras adecuadas para el.
Salgo del baño directo a mi habitación pero mamá está en el pasillo con una cesta de ropa viéndome salir.
—¿Qué te pasó? escuché ruidos allá adentro.—Pregunta.
—Me caí y me golpeé la cabeza.—Miento y suspiro algo de aire.- ¿Tienes una pastilla para el dolor? —
—Déjame buscar, yo te la traigo.— Baja los escalones llevando la cesta pesada.
Yo paso a mi habitación viendo el cuadro de Gemma directamente. Se me olvidó por completo mencionarle al Señor Matías sobre ella , aunque ...Yo no le he comentado para quién y de qué trabajo.
Busco algo de ropa para ponerme e ir al puente. Necesito hablar con Stefano. Le daré la mejor propuesta en toda su vida.
—Aquí está la pastilla.—Mamá entra con una pastilla y Vaso de agua en sus manos.
—Gracias.—Los sujeto y llevo la pastilla a mi boca.
—¿Que te apetece desayunar?.—Me pregunta.—Dame ideas.—
—Ummm...¿Un cereal con leche? No estaría nada mal.—Propongo, dejando el vaso en la mesa.
—Me parece bien, bajas ahorita a comer.—Toma el vaso y sale de la habitación.
Tomo aire profundamente porque este dolor de cabeza hace que mis ojos palpiten.
Cambio de ropa rápidamente porque después de tanto tiempo , puedo ordenar mi habitación que huele a un queso guardado en una caja por siglos.
Abro la gran ventana para que el aire logre entrar y sacar toda esta peste junto a las malas vibras.
Tomo el cepillo de barrer para sacar lo que se oculta debajo de la cama y quitar el polvo del suelo. Al sacar el cepillo de la cama este trae consigo mismo una infinidad de cosas.
—Mí peluche.—Tomo a mi gran oso que mamá me regaló hace dos años al ganar en un juego de feria.
En adición a eso...Hay dos pares de zapatos que ni he usado porque me quedaron pequeños...Juan me los regaló, pero no sabía mi talla ¿Qué le costaba preguntarme? También está mi...Teléfono.
—Mi teléfono que hace aquí.— Lo sujeto rápidamente. Al encenderlo tengo tres llamadas de Stefano y Gemma.
¿Por qué me llamarían? de todos modos iré más tarde a pasar un rato con ellos y lograr el objetivo que tengo.
Termino de barrer con gran rapidez colocando las cosas en su lugar. Ahora esto si es una habitación decente. Mi cama acaba de pasar de ser un nido de ratas a ser un lugar digno para dormir.
Sonrío satisfechamente al ver mi habitación limpia y pulcra, Se lo merecía.
—Ay pero que milagro.—Papá comenta a mi espalda.
—Quedo reluciente.—Sonrío.
—-Por favor...Solo le pasaste un cepillo de barrer.—Rueda los ojos.—Ya el desayuno está en la mesa.—
—Voy.—Meto el teléfono en el bolsillo y bajo las escaleras.
Veo el cereal con leche listo en una taza.
—Por fin te dignaste al limpiar tu cuarto.- Mamá habla como si fuese una noticia alentadora.
—Ay por dios, Publícalo en Facebook.—Respondo sarcásticamente sentándome en el comedor a comer.
—¿Vas a salir hoy?.—Mamá pregunta.
—Si , iré al puente.—Respondo con la boca llena de Cereal.
—Tu nunca vas a cambiar.—Mamá me agarra del cabello con su mano.—¿Hasta cuándo te voy a decir que no hables con la boca llena?—Me grita.