Capítulo 14
—Es hora.—Le envío un audio a Stefano al montarse en el taxi que me llevará al terreno invocador.
Hoy es mi segundo trabajo para el señor Matías. Me siento algo contento y felíz por la nueva cámara que me regaló, sin duda debo agradecer con esto.
Por otra parte Stefano y Gemma planificarán su primer trabajo con el Señor Matías. Espero que les vaya increíble. De seguro el Señor Matías quedará impresionado al ver el cuadro de Gemma.
Al llegar al terreno tengo la impresión que están allí. Bueno, Gemma es súper puntual.
—Hola chicos.—Bajo del taxi arrimando mi bolso lleno de lentes de la cámara.
—Ya me preocupaba de que llegaras tarde.—Stefano se acerca sujetando el cuadro de Gemma.
El cuadro es del Salto Angel. Pero hay algo que me llama mucho la atención, Esa textura que tiene. Cada chorro de agua que cae es un relieve distinto.
—Me encanta este cuadro.—
—Oye ¿Puedes hablar con Stefano? Está nervioso por el trabajo que se le asignará hoy. Ayer cayó en cuenta y no pudo dormir, pensando en lo que significa ser el negociador de un narco.—Se acerca, hablándome en voz baja.—
Asiento con la cabeza. Es un miedo inminente que consume tu cabeza y la lleva a sobrepensar durante horas. Sé que se siente y debo ser empírico con él y mostrarle mi apoyo.
—¿Estás bien?.—Me acerco a Stefano.
—No, Tengo nervios…Doroteo.—Me ve de arriba a abajo.
—Stefano, Es normal sentirse así en esta situación,pero no debes dejar que el miedo te impida alcanzar el éxito. Créeme que harás todo lo que el señor Matías te asigne de manera exitosa, por tu bebé y Gemma.—
—Debes aprovechar esta oportunidad, Stefano.—Gemma lo toma por el brazo.—Se que no es lo más agradable para tí, y entiendo que estás nervioso por lo que significa. Pero eres un talento y debes hacer el negocio del arte ¿Te acuerdas? Créeme que ganarás confianza y perderás el miedo cada vez que estreches manos con un socio. No hay nadie como tú para ese cargo, por eso Doroteo y el te eligieron. Ahora te pido que pongas la cabeza en alto para recibir las indicaciones que nos dará. —
Gemma se muestra y habla confiada. Sé lo transmite a Stefano a través de sus palabras incondicionales. Este asiente con la cabeza a su sermón, dándole un abrazo fuerte.
Mientras ellos se dan un apretón. Puedo apreciar mejor el cuadro de Gemma, su etiqueta «Cascada de emociones con caída al abismo orgulloso»
Paran el apretón y ambos me ven parpadeando varias veces.
—Por otro parte, Yo estoy bien.—Gemma desliza su dedo sobre el lienzo.—Sé que le gustará mi cuadro y le seré de gran utilidad.—Sonríe de medio lado.
Admiro la confianza que Gemma tiene en sí misma, es algo inhumano. Tiene una convicción que no la hace dudar, para ella todo lo que la involucre saldrá bien. Eso me hace sentir su lenguaje corporal y habla.
Repentinamente el ruido de motores de alto cilindraje inundan el silencio del terreno, mientras las ruedas derrapan y levantan tierra. Ernesto y Gustavo llegan en dos camionetas inmensas de color blanco nieve y negro medianoche.
—Hablamos luego, Suerte y confío en ambos—Me despido de Stefano y Gemma.
Ellos se toman de sus manos con fuerza, como la pareja que forman ahora. Su meta es clara (El bebé) , pero disfrutan sus momentos. Esa mirada en Gemma me transmite miles de emociones, ahora veo diversión con entusiasmo, a cambio de Stefano que se ve ansioso y nervioso aunque mejor a comparación de cuando llegué.
—Súbete enano.—Ernesto abre la gran puerta enfrente de mí.
Lanzo mi gran bolso al asiento que está a nivel de mi cabeza, esta camioneta es gigantesca, debo sujetarme de la puerta para poder subir.
—El trabajo de hoy es sencillo.—Hace los cambios para arrancar.—Tendremos una breve charla con un señor y procederé a dispararle hasta que muera. Esa será la evidencia que debes capturar, fotos de su cadáver que serán para un socio del patrón.—
Por un momento mis músculos se contraen, incluso mis tuétanos ¿Otro asesinato enfrente de mis ojos? de solo pensarlo, los rostros de Elizabeth y Gabriel vienen a mi mente en compañía de sus llantos de agonía.
—¿Te sucede algo? Estás pálido.—
Niego con mi cabeza tratando de ocultar el gran terror que me retuerce por dentro. Me cuesta moverme, me cuesta respirar.
—Estoy bien.—Veo directamente la carretera que está siendo iluminada por la luz de la luna llena.
—Te tengo un regalo de cumpleaños, pero te lo daré luego del trabajo.—Me ve a través del retrovisor con una sonrisa de lado.
—¿Enserio?.—Cambio de actitud a una intriga y curiosidad.
—Si, pero luego…Ya estamos llegando.—
Llegamos a un tipo de finca en medio de mucho monte con una gran casa de madera de abeto rústica y techo de tejas color ladrillo, expulsando una cantidad considerable de humo por la chimenea.Donde solo se oyen el mugir de las vacas y el cacareo de las gallinas junto a la inmensa brisa calidad de la puesta de luna llena.
—Vamos.—Ernesto lleva un arma entre su ropa interior, tapándose con su franela negra de Oklahoma.
—Okay.—Respiro profundamente con la correa de mi cámara alrededor de mi cuello.
Nos dirigimos a la rejilla que impide el paso a la finca que está rodeada de una gran valla de rejas de alambre. Un perro de gran tamaño se acerca a ladrarnos manteniendo la distancia.
—Cállate pepito.—Un Señor de aproximadamente treinta años aparece con un palo de madera para correr al perro. Este obedece y se marcha con la cola entre las patas.
—Tiempo sin verte José.—Ernesto saluda.
—Estuve esperando tu visita.—Abre la rejilla.—Pasen.—
Ernesto me ve de reojo y me toma de la espalda con su palma.
Entramos a la casa de madera, que es más grande por dentro de lo que pensé. La chimenea está rodeada de muebles y mesitas pequeñas que tienen encima plantas en macetas y una gran alfombra de piel de león.