El puente de los talentos menospreciados

ESPÍA

Capítulo 18

«No puedo creer como esta mañana estábamos a grados más bajos de lo normal, y ahora por la tarde más alto de lo normal».

Luego de un gran día de clases, llego a casa como si me fuese bañado, pero con sudor. Tengo la lengua casi fuera de mi cavidad bucal por la sed crónica. Estuve como sardina en lata en ese bus.

No hago ruido al entrar a casa, no quiero que mamá ni papá me vean llegar, aunque dudo que quieran saber de mí. Tampoco sería de mi agrado encontrarlos ahora.

Estoy consciente de que parezco un zombie, en vez de buscar cerebros voy al refrigerador a tomar agua fría. No me importa tomar directamente de la jarra, necesito agua.

Un éxtasis de alivio llega a mi garganta, no puedo evitar soltar un «AHhhh, que rico». Es como si volviese a la vida.

Subo las escaleras a brincos grandes, ya que recuperé mi energía, volvieron mis ánimos.

Al llegar a mi habitación me lanzo junto al bolso encima de la cama. Me estiro con un gran bostezo que deja un sonido inminente, que me hace pensar sobre el día de hoy.

El día de hoy.

El día de hoy fue el día más importante en mi vida, tanto así que lo tengo fijado en todo los calendarios. Dibujo una sonrisa para mí mismo antes de sentarme de un tirón de emoción.

—No lo puedo creer, por fin.—Pataleo como un niño consentido.

Veo hacia la ventana, recapitulando todo lo que viví hoy. De alguna manera todos los astros se alinearon. Ernesto me recogió y me felicitó, lo que me pone muy contento «Hermano mayor feliz de su hermano menor». La academia fue una cosa espectacular, excepto Greg (No me dejó prestar mucha atención). Me topé con la señora Carmen, esa dulce señora me contó sobre su vida, por un momento quería hacerle reverencia por el tipo de persona que es.

Me doy un abrazo emotivo, lo merezco por lograrlo después de todo. Esto es lo que le hacía falta a mi vida. Estudiar lo que te gusta es como un edulcorante que te hace la vida más dulce y mejor.

Creo que en parte se debe aprender a sobrellevar las dificultades y los problemas que puedan surgir en el camino áspero. Estoy estudiando lo que quiero, lo que me permití ¿Pero a qué costo? Literalmente mis lazos con mis padres están rotos. Al punto de no tener resentimiento por ellos, no me importa sus opiniones, si quieren ayudarme o no, me vale.

Ahora mi meta es disfrutar el proceso, vivir cada momento de la academia y presumirlo con todos. Se lo restregaré a mis papás cuantas veces quiera, para que vean de lo que fui capaz por mi cuenta.

—Alo.—Respondo la llamada entrante.

—¿Cómo te fue hoy?.—Stefano de la emoción grita y separo el teléfono porque me quedaría sin tímpanos.—A mi súper increíble, es mejor de lo que pensé.—

—¡AHHHHH!.—Desahogo mi emoción con el.—A mi también me fue increíble, los salones son una pasada y además los profesores son increíbles.—Me lanzo a la cama con los pies arriba.

—Sabes, le comenté a Gemma de lo feliz que estoy. Se me hace súper irreal llegar a este punto que si por imposible.—Su voz se quiebra poco a poco en lágrimas de felicidad.

No puedo evitar ponerme sentimental, haciendo una sonrisa amplia llena de jadeos de felicidad. Tener esta llamada con él y hablar que por fin lo logramos después de todo me hace estar tranquilo, contento y orgulloso de nuestro esfuerzo.

—Yo también lo estoy.—Respondo luego del silencio que hicimos

pero que nuestras lágrimas no respetaron.—Esta es la demostración de que los sueños no se cancelan por las dificultades. Nunca me permití rendirme, en el momento que ya no lo quería hacer por mi, fue por ustedes.—Le digo en lágrimas.

—Te debo la vida, Doroteo. Gracias.—Este me agradece.—Eres el único que me apreció, me diste tu apoyo, tu aprobación y créeme que eso lo es todo para mí. Creíste en mí cuando nadie lo ha hecho.—

Nuevamente las lágrimas es lo único que oigo desde el otro lado del teléfono, pero estoy igual. Con que esto es llorar cuando logras tu sueño. Ojalá todas las personas puedan experimentar esta sensación.

Por un momento le doy Gracias al universo por conseguir a Stefano y permitirme ayudarlo. Sus palabras me conmueven y me motivan. Ahora entiendo que no soy el único chico con sueños, todos los tenemos a la vez que todos tenemos falta de apoyo, de aprecio y aceptación por lo que queremos ser o amamos.

—No hay de que, tú también me ayudaste Stefano.—«Sin Stefano no pudiese ser capaz de esto, él ha estado allí desde que comencé con esta travesía». He sentido su apoyo como amigo, se preocupa por mi y lo más importante es que me entiende.

—¿Vienes a acompañarme al aeropuerto?.—Cambia de tema.—Recuerda apagar tu ubicación.—

Ruedo los ojos antes de hablar «aún sigue con eso».

—Si, déjame me ducho y voy.—

—Te esperamos.—Suena su nariz antes de colgar.

———

—¿Traes todo? ¿No se queda nada?.—Stefano le pregunta por décima vez a Gemma, y ella solo asiente con la cabeza después de decirle por quinta vez que si lleva todo.

A pesar que esta camioneta es amplia. Según Stefano carece de espacio, pues lleva una de sus maletas en sus piernas, ya que no todas pudieron entrar en la parte de atrás. Gemma se queja por que solo trajo una maleta, ella argumenta que es lo justo para un viaje de tres días.

—Quita tu maleta de mi cara, me dañará el maquillaje.—Lo empuja con fuerza.

Apenas puedo respirar y acomodarme en el asiento trasero, la maleta de él me recibe como un huésped, y lo súper pesada que está. Estoy sentado de lado, con las rodillas encogidas, mientras el charla como si nada con Gustavo sobre algunos detalles que deben tener en cuenta. «Pues, es su maleta». Cada curva es una pelea para mis caderas, sin mencionar que restriego mi rostro en el vidrio de la ventana.

Conecto miradas con Ernesto a través del retrovisor. Su mirada dice mucho «Tu amigo es un caso», luego rueda los ojos con una sonrisa burlona, lo cual quita la seriedad de su rostro.



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En el texto hay: drama, talento venezolano, narconovela

Editado: 21.08.2025

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