El puente de los talentos menospreciados

MONOCROMÁTICA

Capítulo 19

Stefano y yo hablamos a la vez que tomamos un poco de aire en el porche de una lujosa mansión, apreciando la gran vista veraniega y el clima caluroso. El mar con sus olas que traen consigo recuerdos, chocando con la arena que luce como escarcha.

Somos interrumpidos varias veces por el hijo de Stefano (No me sé el nombre). El niño se monta en sus piernas varias veces, y este lo baja una y otra vez.

Es tranquilo aquí, me agrada la vibra pacífica. Mientras hablamos a través de risas y contamos anécdotas que hemos vivido.

Todo se torna oscuro cuando pregunto por Gemma.

—Ella no está, se fue.—Stefano responde agachando la cabeza con una leve curva hacia abajo.

—¿Cómo?.—Respondo muy confundido.

Al instante un frío me invade por toda la espalda. Siento una presencia clavada a mi costado derecho, justo donde se ubica la gran ventana que da vista al exterior. Me obligo a voltear lentamente la cabeza para ver que hay allí. Y es ella.

Pero no es la Gemma que conozco.

Es su cadáver, erguido como si tuviese voluntad propia, con la cabeza ladeada en un ángulo antinatural. Sus dos ojos, dos pozos de sangre fresca, me atraviesan con una mirada vacía y de dolor. Su piel está pálida, rota por múltiples heridas de bala que aún supuran la oscuridad. No debería estar de pie. No debería estar aquí, en este…

Sueño.

La alarma de mi celular me despierta de la angustiante pesadilla que acabo de tener. Me levanto de un tirón y mi corazón está acelerado como si quisiera salir de mi cavidad torácica.

Mis ojos se mueven desesperadamente buscando una señal que este es el mundo real, y que todo lo que pasó fue un sueño. «Gemma no está muerta, relájate», Me digo a mi mismo y trato de hacer respiraciones pausadas para calmarme.

Veo de reojo la alarma que marca «5:00A.M.».

Me pongo de pie con un mareo que mueve mi mirada como espuma, no camino del todo, sino que arrastro los pies a cortos pasos, para más seguridad me sujeto del escritorio y de las paredes para llegar al baño.

—Gemma no está muerta.—Me reafirmo al verme en el espejo.

Una punzada en la cabeza me hace tropezar y caer sobre la pared. Trato de sostenerme de esta, para evitar un golpe mayor. Es increíble el dolor que tengo, es como si mi cerebro buscase salir del cráneo.

«Están en peligro» «Ellos morirán».

Voces en mi cabeza me atormentan mientras me postro en el suelo. Me aturden, me molestan «¿Por qué me sucede esto?».

Nuevamente llega a mi mente lo que soñé. «El cadáver de Gemma detrás de la ventana». No se como reaccionar, solo doy patadas en todas las direcciones, como si la voz se fuese a ir de esa forma. Mis manos en la cabeza tapando mis oídos.

—LALALALALA.—Digo en voz alta para no escuchar esas voces.

«Los condenaste» «Morirán por tu culpa».

—¡MIERDA! ¡VETE!.—Grito como última esperanza para dejar de escuchar esto.

El grito espantó el ruido que había en mi cabeza, dejando un silencio absoluto, como si mi mente estuviese muteada. Me encuentro en una postura vulnerable en el rincón del baño. Levanto mi mano que está empapada de agua por la gran revolcada que dí, para sujetarme al lavamano.

Tomo la decisión de no pensar en lo que acabo de soñar, oír y sentir. Solo vuelvo a lo que tenía que hacer: cepillarme los dientes, y tomar una ducha de agua caliente para ir a la academia.

—¿Qué pasa Doroteo?.—Mamá pregunta preocupada desde afuera.

—Nada, solo me caí.—Miento y salgo del baño.

—Es segunda vez que escucho esos ruidos, no creo que te hayas caído.—Me ofrece ayuda y coloca su mano sobre mi hombro. Yo lo quito inmediatamente. Agregando:

—Déjame, estoy bien.—Entro a mi habitación.

No la quiero ver ni en pintura por cómo fue ayer conmigo, es imperdonable. «¿Qué se cree?» Un día puede tratarme como un perro, y al otro día preocuparse por mi «Que perra hipócrita».

Me siento un rato en la cama para recibir la brisa fresca que entra por la ventana, tengo mis ojos cerrados para mayor meditación. Que mierda lo que acabo de soñar, lo que acabo de escuchar, y para agregar mamá es mucho más doble cara que ayer. Genial.

«¿Cómo estarán Gemma y Stefano?» Me pregunto.

Tomo el celular para enviarle un mensaje por whatsapp.

—Buenos días por la mañana ¿Cómo están? ¿Cómo llegaron? Espero que estén bien, respóndeme cuando veas este mensaje.—Me salto la parte de «Estoy muy preocupado por ustedes» «Tuve un sueño donde Gemma estaba muerta» «Escuché voces que me decían que van a morir por mi culpa».

Obvio no les diré eso, porque son solo conspiraciones mías. Después de tanto criticar a Stefano, soy yo quien sufre de paranoia.

——-

—¿Trajeron el glosario de fotografías de estilo libre que les solicité ayer?.—El profesor Galand pautó para hoy una clase, donde analizaremos cada glosario de fotos con cierta estética para ver la teoría de imagen de cada una.

Por orden de lista los alumnos van hacia su escritorio para poder transferir las imágenes al televisor y analizarlas. Me llevo gratas sorpresas al ver las fotos de los demás.

Son ricas y extravagantes. Cada una refleja lo que son.

Greg tiene un estilo muy particular y rico en edición. Realizó un glosario sobre insectos con su lente Macro (Es su fuerte por lo que veo), Resalta cada jugoso detalle del insecto al combinar su estilo con la edición.

Simplemente estoy sentado viendo cada glosario, todos me parecen increíbles, interesantes, y únicos. Me alegro de tener compañeros competentes; todos son talentosos en lo que hacen.

El profesor me llama alzando su mano como señal. Yo me levanto lentamente de mi pupitre. Mientras avanzo hacia al frente del aula, algo curioso sucede. Con cada paso que doy , siento como las voces de mis compañeros se deslizan en el aire, susurran y hacen comentarios no muy disimulados.

«Mira la cámara que tiene» «Cuesta cinco veces más que la mía» «Es la última de Sony».



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En el texto hay: drama, talento venezolano, narconovela

Editado: 21.08.2025

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