El recuerdo de un amor

Capítulo 12

Tragué en seco cuando sus ojos dieron con los míos, me estaba mirando confundido y yo también lo hacía porque no sabía que estaba haciendo en la casa de mis abuelos.

—¡Layla! —gritó Ela y se lanzó a mis brazos.

Mi mirada pasó de Derek a la pequeña que estaba abrazándome.

—Hola, enana —dije y le devolví el abrazo. Miré a los padres de Derek—. Hola señor y señora Wilkes. —Miré a Derek—. Hola.

—Hola —dijeron al unísono.

El abuelo abrió la boca para decir algo, pero antes de que pudiera decirlo, mamá entró a sala.

—La cena ya está servida —anunció.

Miró a Derek, embozó una sonrisa y dijo:

—Oh, el chico simpático está aquí. —Hizo un ademán con la mano—. Pasen al comedor, por favor.

Todos caminamos hasta el comedor. Derek se sentó enfrente de mí, a su lado derecho se sentó su padre, al izquierdo Ela y le seguía su madre. Yo estaba sentada entre mis padres; el abuelo estaba en una punta de la mesa y la abuela en la otra.

—¿Él es el muchacho al que le tengo que cortar las pelotas? —susurró papá en mi oído. El puré de papas se atascó en mi garganta y empecé a toser como loca, mamá me dio golpes en la espalda y papá se echó a reír.

—Voy a tomar eso como un no. —Sonrió y lo miré mal.

Seguimos comiendo, mientras que los adultos hablaban. Los abuelos de Derek conocían a mis abuelos, ya que iban al mismo instituto los cuatro. Cuando fueron a comprar algunas cosas se encontraron a los padres y los abuelos de Derek, y los invitaron a comer. Los abuelos no vinieron ya que estaban esperando una llamada importante.

—Lía —llamó la abuela, giré a verla—. ¿De dónde se conocen ustedes dos?

Nos señaló a Derek y a mí.

—Instituto —respondí.

—¿Él es el muchacho del que tu padre me habló, pequeña? —cuestionó el abuelo—. Porque de ser así, creo que debemos tener una charla, junto a Abigail —lo miró con los ojos entrecerrados.

Volteé a ver a papá.

—¿Qué? —se encogió de hombros—. Necesito refuerzos.

Cerré mis ojos con fuerza y miré al abuelo.

—No, no lo es. —Podía sentir la mirada de Derek en mi perfil, por ello volteé a verlo—. Solo es un amigo.

Su rostro estaba neutro, no había ninguna emoción en él.

—Como amigos empezamos tu abuelo y yo —reconoció la abuela—. Y ahora míranos, tenemos cuarenta y cinco años de casados, cinco hijos y hermosos nietos. Todo empieza con una amistad y termina en algo más.

Esto se va a quedar en solo una amistad, alguien ya se adueñó de mi corazón y mis pensamientos.

—Solo somos amigos —aclaró Derek—. Ella ya tiene a alguien —me miró—. ¿Verdad?

Asentí.

—Oh, es una pena. Harían una bonita pareja. —Sonrió—. Así te cuidaría Derek y no Teddy.

¡Ay no!

—¿Teddy? —inquirió Derek con el ceño fruncido.

—Es su oso de peluche —intervino el abuelo—. Lo tiene desde pequeña.

Escondí mi rostro entre mis manos y me encogí en la silla. Era vergonzoso, solo faltaba que les mostraran mis fotos de bebé. Observé a través de mis dedos que la familia de Derek estaba aguantándose las ganas de reír y él tenía una sonrisa burlona en su rostro.

—Vaya, eso…—Sonrió con burla—. Es interesante.

Mamá estalló en risas y los demás le siguieron.

La cena transcurrió con normalidad, cada uno de ellos contó anécdotas de sus vidas y todos reímos, no era la única que había pasado vergüenza. Al terminar de cenar nos sentamos en la sala; la chimenea estaba encendida y el lugar se sentía acogedor. 

—Mañana vamos a decorar —anunció la abuela—. ¿Ustedes ya lo hicieron?

—Cuando llegamos ya tenían todo decorado —explicó la señora Wilkes—. Nosotros solo ayudamos a darle los toques finales.

—Y les quedó hermoso —añadió Ela sonriendo.

La abuela la miraba con ternura, a ella siempre la habían agradado los niños.

—A mis padres les gusta adornar la casa rápido —comentó el señor Wilkes—. Antes de que los árboles suban de precios, les gusta tener todo listo.

—Eso está muy bien pensado —dijo el abuelo—. A nosotros nos gusta que llegue la familia para hacerlo juntos. —Miró a la abuela—. Y mañana llega el resto.

Los abuelos tenían siete nietos, Mark y Matthew eran gemelos e hijos del tío Max, él era el hijo mayor. Luego le seguía el tío Joshua que tenía una hija pequeña llamada Joseline, después la tía Meredith que tenía a Charlotte y Toby, luego le seguía mamá y por última la tía Elizabeth que tenía a la pequeña Beth. Cada uno de ellos vivía en distintos lugares menos la tía Meredith que vivía junto a sus hijos en Minnesota.

Todos estaban hablando menos el abuelo. Él no le quitaba la mirada de encima a Derek que estaba sentado a mi lado, mientras que papá estaba al lado de mamá y hablaba con el señor y la señora Wilkes.



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En el texto hay: amor, amistad, tóxicos

Editado: 20.06.2021

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