El recuerdo de un amor

Capítulo 23

Escondí mis manos dentro de las mangas de mi abrigo, solté un suspiro y me abracé a mí misma. No había dicho nada, ni una sola palabra. Su mirada estaba perdida en un punto fijo del suelo, parecía buscar las palabras indicadas para comenzar.

La curiosidad me estaba matando, necesitaba saber que ocurría, lo necesitaba. Arthur soltó un suspiro y se acercó a mí, agarró mis manos y entrelazó nuestros dedos, y con sus pulgares comenzó a acariciar el dorso de mis manos.

—Siempre has querido que te diga que ocurre entre Derek y yo —me miró directo a los ojos—. No quiero herirte y sé que lo haré cuando te lo cuente, quizás no me creas, pero necesito que lo hagas. Necesito que confíes en mí. ¿Lo harás?

—Sí.

Sonrío como no lo había hecho antes, sonrío con calidez, una pequeña sonrisa que marcó un hoyuelo en la mejilla derecha.

—Hace un año me enamoré de Emily Wilkes. —Hizo una breve pausa—. Ella era la mejor amiga de Caroline, ambos íbamos a la misma universidad, pero nunca nos habíamos acercado. Una noche Caroline la llevó a las carreras ilegales y nos conocimos, no te voy a mentir, Layla. Ella era encantadora y hermosa. —Sentí una punzada de dolor atravesar mi pecho, en sus palabras había dulzura hacia ella—. El tiempo fue pasando y terminamos enamorándonos. Todo iba bien al principio, llegué a ser amigo de Derek, aunque las reglas lo prohíben.

» Por ella era capaz de traicionar a mi propia banda, ¿y sabes por qué? —cuestionó y luego suspiró—. Porque la amaba. Era imposible no hacerlo, ella era todo lo que quería en aquel momento, era todo lo que necesitaba. —Miró nuestras manos entrelazadas—. Emily Wilkes era un demonio vestido de ángel, aquella dulce mujer que conocí en algún momento cambio, comenzó a serme infiel con cualquier hombre, con cualquiera que se le pasara por enfrente, hasta con su propio hermano.

Solté nuestras manos y di un paso hacia atrás.

—¿Qué? —inquirí en un susurro.

Lamió su labio inferior.

—Lo que escuchaste, Layla. Emily se acostaba con su propio hermano —manifestó con amargura—. Ambos me vieron la cara de idiota durante meses.

Negué con la cabeza repetitivas veces.

—No, no, no. Derek no hizo eso, él no es así.

Me miró dolido.

—¿Y cómo crees que es? Es una máscara, Layla. Ese Derek que crees conocer es falso, una simple mentira. El verdadero Derek es un demonio cruel, alguien que miente, hiere y traiciona.

—Pero era su hermana —susurré aturdida.

—Y eso no le importó, se acostó con ella cuantas veces quiso. La manipulaba como una muñeca de trapo, él odiaba que estuviéramos juntos.

Me sentía asqueada y decepcionada, mi respiración era irregular y mis ojos me ardían, quería salir corriendo, quería desaparecer y olvidar lo que él me había dicho. Quería creer que Derek no era capaz de aquello, lo conocía.

Creía que lo hacía.

—No, él no es así. Derek sería incapaz de hacer eso.

Quería creer que era mentira, quería hacerlo.

—¡Maldición, Layla! —gritó y me sobresalté—. Derek no es quién dice ser. Él se acostó con su propia hermana, ¡su hermana! —Desordenó su cabello—. Todos creen que es un santo, que es alguien dulce y amable, ¿pero sabes qué?  No lo es, yo conocí al verdadero Derek Wilkes, aquel que se acostó con su propia hermana y la arrojó a las manos del suicidio.

—¿Suici-dio? —titubeé.

Conectó nuestras miradas.

—Emily se suicidó —susurró con la voz quebrada—. Ella quería alejarse de él. Pero él la amenazó con decírselo a sus padres, con hacer que ella saliera como la culpable de todo. Y no lo soportó y se suicidó.

Se acercó a mí y acunó mi rostro entre sus manos.

—Por favor, dime que me crees.

Estaba aturdida, ¿él hizo eso? Quería hacerme un ovillo en mi cama y procesar todo, él se miraba honesto, sus palabras estaban teñidas en seguridad, pura seguridad y parecía no mentirme, pero no podía creer.

—Lo siento —musité y me alejé de él—. Lo que dices es grave, Arthur, estás diciendo que él se metía con su hermana y Derek no es así, él...él no es así. Y si lo hubiera hecho, ¿por qué no la dejaste?

—Porque la amaba. —Agacho su cabeza—. Ya había perdido a mi madre y no quería perderla a ella, pero lo hice, la perdí. Por eso tengo miedo de que estés cerca de Derek, porque tengo miedo que él te manipule como lo hizo con ella, y no quiero perderte, no a ti.

Estaba confundida, mi cabeza era una locura. Miré sus ojos, busqué algo que indicara que mentía, necesitaba algo que me lo dijera, pero no lo encontraba y eso me hacía sentir pérdida, confundida. Sin saber que creer.

—No vas a perderme, Arthur.

—No me crees, Layla —susurró—. No lo haces.

—Es mucho que procesar, ¿bien? —me acerqué a él—. Pero estoy aquí, mira, no me he ido corriendo, sigo aquí y aquí seguiré.

—¿Hasta cuándo lo harás? —preguntó en un susurro adolorido—. ¿Hasta qué te des cuenta de la mierda que me rodea? ¿Cuándo Wilkes te diga que soy el malo de la historia? ¿Hasta cuándo? Porque yo te digo la verdad que él tanto se esmera en ocultar. —Dio un paso hacia mí—. Él también tiene secretos, cariño. No soy el malo de la historia, Layla, ahora yo estoy aquí y no él.



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En el texto hay: amor, amistad, tóxicos

Editado: 20.06.2021

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