El recuerdo de un amor

Capítulo 53

—Tienen una reunión dentro de una semana, se van a reunir en uno de los edificios abandonados con otros traficantes para recibir mercancía —hablaba Jazmine, caminando de un lado a otro en la habitación, con la mirada fija en el suelo—. Será a las once de la noche.

—Hay que decírselo a los demás —me acomodé en la cama—. ¿Tienes algo más? ¿Algún papel, una fotografía, cualquier cosa?

Alzó la mirada del suelo. Habían pasado siete días, siete días en los cuales Arthur había vuelto a cambiar de humor, ahora me vigilaba, ya no era tan amoroso y cariñoso como una semana atrás, me daban miedo sus cambios de humor. Él había salido, lo único que me había dicho era que tenía que hacer algunas cosas. En cambio, durante la semana Jazz estuvo seduciendo a Marcus, se metió bien en su papel, volvió a ser la persona que había conocido, aquella que iba a fiestas, se vestía con ropa pequeña y estaba un poco fuera de control, y sus acciones tuvieron éxito.

Marcus cayó.

—Encontré algo más, pero... —Se detuvo, tomó una bocanada de aire y soltó el aire con cuidado—. Esto no tiene nada que ver con las drogas.

Fruncí el ceño.

—¿Entonces?

Soltó un suspiro cansado, caminó hasta la cama y se sentó a mi lado. Rodeó su cuerpo con sus manos, como si tuviera frío, su mirada estaba en el suelo de madera. Parecía perdida, desorientada y confundida, debajo de sus ojos había ojeras. Mordió su labio inferior con fuerza y no dijo nada por unos segundos, y estaba empezando a inquietarme cuando habló:

—Pensé que esto era una pesadilla —susurró con la voz quebrada y sin mirarme—, creí que todo lo que me había dicho Barry era una mentira, pero luego te vi. —Alzó la mirada y conectó nuestras miradas.

Fruncí el ceño y alargué mi mano para tomar la de ella y darle un apretón.

—¿De qué estás hablando?

—La noche de la pelea con Arthur y Derek, Barry me vio hablando por teléfono y se me acercó. Me dijo que, si de verdad te valoraba, necesitaba que lo ayudara a él, Ethan y Caroline para que hablaran contigo y te contaran la verdad. —Apartó la mirada hacia nuestras manos, luego entrelazó nuestros dedos—. No sabía sobre qué hablaba, después me contó sobre Emily, me lo contó todo. No quería creer, no quería hacerlo. Creía que conocía a Arthur, creía que él era incapaz de lastimar a alguien que quería. —Sonrió con tristeza—. Él puede ser un hijo de puta, un infiel, pero ¿golpear a una mujer? ¿Lograr que se suicidara? —Meneó la cabeza sonriendo—. No, eso no entraba en mi cabeza, aún no lo hace del todo. Después vi cómo las personas empezaban a correr hacia la dirección dónde te había dejado; dejé a Barry y me fui a ver.

» Nunca había mirado a Arthur golpear a alguien, a Marcus lo he visto pelear varias veces, pero lo de Arthur son las carreras. Cuando observé como él te golpeó con el codo cuando intentabas alejarlos las palabras de Barry vinieron a mí. Él la golpeaba, por su culpa fue que ella se suicidó. —Soltó un sollozo—. Temí por ti, temí que te hiciera algo.

—¿Por eso no querías que me fuera con él? —susurré en un hilo de voz.

Asintió.

—Antes de que él se montara en el auto le pedí que no hiciera nada estúpido. Luego se fueron y no supe de ti en días. —Se levantó de la cama, haciendo emanes con sus manos mientras hablaba—. Intenté comunicarme contigo, intenté venir, pero, cada vez que entraba al edificio el maldito portero no me dejaba subir, y cuando le preguntaba a Arthur por ti no me decía nada. Por ello busqué a Barry, le pedí ayuda; ya estaba empezando a desesperarme. —Sollozó—. Para nuestra sorpresa te vimos en el edificio, pero te mirabas tan infeliz, tan perdida, y cuando ellos te contaron todo y te preguntaron si él ya te había hecho daño; deseé que dijeras que no, que no lo había hecho, pero asentiste.

Me levanté de la cama y acerqué a ella. Acuné su rostro entre mis manos y limpié sus lágrimas. Me dolía verla así, yo no era la única víctima en la historia, no era la única a la cual le mentían y herían. A Jazmine también le habían mentido, a ella también la habían engañado.

—No tienes culpa de nada —susurré.

—Lo sé, y quizás Arthur no tenga culpa de actuar como lo hace.

Di un paso hacia atrás confundida, intenté hablar, pero no podía decir nada. Ella se dio la vuelta, agarró el bolso que había traído y sacó de allí una carpeta. Se acercó y me extendió la carpeta.

—Lee lo que dice allí.

Agarré la carpeta y la abrí. Delante de mis ojos había varios documentos, empecé a leer y mientras leía me quedaba más perpleja. Mis ojos recorrían las líneas de los documentos rápido. Esto tiene que ser una maldita broma. Repetía en mi cabeza una y otra vez a medida que iba leyendo.

—Arthur padece de TEI, que es el abreviado de trastorno explosivo intermitente. —Empezó a hablar mientras que yo seguía leyendo—. El TEI es un trastorno del comportamiento caracterizado por expresiones extremas de enfado. Es más frecuente en hombre que mujeres, además de que las personas que padecen este trastorno proceden de familia desestructuradas, o de familias con conductas violentas.

Seguía leyendo los documentos, estaba el historial clínico, los tratamientos, el resumen o análisis de las secciones de Arthur y había una parte que decía:

«El paciente reconoce este problema, de que ante un pequeño incidente puede reaccionar con agresividad desmedida y sin control alguno de sus impulsos. Reconoce que se asusta de sí mismo y tiene miedo de pegar a sus familiares.»

Cerré los ojos por un breve segundo y volví a releer el párrafo, por eso era tan impulsivo.

«—Todos quieren estabilidad en su vida, seguridad, fuerza. Esa ancla me recuerda que puedo estar estable, que puedo controlarme.»

Por eso era el tatuaje, era inestable y de alguna manera ese tatuaje le recordaba que podía controlarse. Él tenía miedo de sí mismo, tenía miedo de herir a su familia. Alcé la mirada hacia Jazz, ella parecía ansiosa porque yo hablara, quería escucharme decir algo.



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En el texto hay: amor, amistad, tóxicos

Editado: 20.06.2021

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