El Reencuentro

El Silencio Macabro

Pero... como bien reza el refrán, no todo es color de rosa. Es más, el paraíso no existe: cada quien lo pinta de acuerdo a sus necesidades. 
La vida de Amalí no había sido tan perfecta, como aparentaba. Antes de ser la que era ahora, tuvo que pasar por una metamorfosis no sólo física, sino también emocional. Se vió ligada a romper sus miedos... ¡Y de qué manera!...
¿Qué les parece si, retrocedemos unos años, para resolver el enigma que Amalí escondía siempre tras su carismático rostro?
--------------------------

Pasó por una adolescencia un poco difícil - digo un " poco" porque su único sustento en las diversidades, fué su única amiga: Patricia, y nadie más-. 
Amalí creció sin mamá. Y eso le enseñó a no confiar en los hombres. Porque, según su familia, éstos podían llegar a ser bondadosos, cariñosos, al extremo... como también llegar a ser, malos, groseros, abusadores, violentos... Y esto fue algo que Amalí grabó en su mente.

Muchos amoríos la cortejaban, y no era para menos, pues Amalí, era una chica además de simpática, cariñosa, bondadosa, era hermosa. Tenía una belleza única.  Sus ojos café, adornaban ese rostro inocente. Mechones rebeldes se escapaban de su cabellera castaña. Era alta. 
Era una hermosa joya extraída del Olimpo.
Llegando al punto; tenía que llegar y llegó el momento: se enamoró por primera vez de un muchacho. El sentimiento fue recíproco.  Pero, ella siempre disimulaba su amor hacia él- esa era una actitud prudente, según ella-. Es más, cuando podía, lo esquivaba. 
Mientras el joven, se deshacía en piropos, en intentos de conquistarla, en miradas fulminantes de amor, en chocolates, en rosas, etc., ella seguía firme en su convicción de no ceder. Al menos, no aún. 
Pero el joven, no se rendía a pesar de las negativas de Amalí.

Fué hasta un año después, que Amalí aceptó a Christian- el joven que la cortejaba. 
Christian, era un joven popular. Destacaba en el deporte y con las chicas, pero no en clases. Era alto, robusto, de fuerte complexión, ojos azules, pelinegro. 
Una nueva etapa iniciaba para Amalí. Nuevas emociones le esperaban.
El tiempo que pasaron juntos, pasaba rápido.  Casi siempre perdían la noción del tiempo.
Solían pasar a veces en la casa de Christian, conversaban. Al parecer, tenían mucho en común. Aunque, con el tiempo Amalí, se percató de una actitud desconocida de Christian, y era que, cuando se enojaba, o cuando tenía un ataque de celos, lucía violento. Y su voz tronante, la paralizaba. Pero, fueron pocas veces que ocurrió eso. Casi siempre, fue muy cariñoso con ella.

AMALÍ:

Estoy con Paty, mi amiga, en la habitación que compartimos. Ella me está contando sobre que, debería de prestar más atención a la actitud de Christian. Ella lo ve como ausente, la verdad es que, no sé si sea cierto, o sean imaginaciones de ella, pero yo lo veo normal. 
Le comento, que hoy tendré una cita con él, en su casa. 
Ella me aconseja tener mucha precaución. 
- Paty, ya pareces la mamá que nunca tuve- río, pero fue una mala broma para mí. Entonces retiro lo dicho-. Olvídalo.
-Lleva tu celular, y me llamas por si pasa alguna emergencia...
-¡Paty!- la interrumpo con una exclamación.  Estoy segura que Christian no me hará daño.
- Por si acaso, te pasaré a recoger. Te quiero y no soportaría que algo te pasara, amiga- me dice, y puedo ver el claro temor en su rostro-. 
-Está bien, está bien señora seguridad.
Me despido con un abrazo y salgo directo a la casa de Christian. Cruzo por el parque central,y veo cómo se enarbolan un grupo de palomas, alzando el vuelo, libres. 
Aspiro el aire, un momento y prosigo mi camino. 
Estoy a punto de llegar a la casa, cuando veo que de ésta sale una chica, y me detengo frenéticamente.  Algo anonadada. La observo bien.
Ella es alta, con cabellera rubia, lleva unos jeans ajustados azules, una blusa  celeste, un chaleco negro y unos lentes oscuros.  
¡Qué enigmática! Estoy segura que algo esconde todo esto.
Espero a que desaparezca de mi vista, y me acerco a la casa de Christian.
Toco la puerta con los nudillos y espero. Algo de mí, teme. Me quito de enfrente uno de esos mechones que siempre se escapan, como queriendo así, eludir la realidad y creer que sólo es real lo que yo creo que es.
Me recibe Christian, con la sonrisa de siempre. Nos quedamos en la sala de estar, en el sofá.  Él se sienta a mi lado.  Sin decirme nada, toma entre sus manos un mechón y lo aparta cariñosamente. Me mira fijamente, y puedo sentir cómo el azul de sus ojos me penetran. Se acerca más a mí, acortando la distancia entre ambos y depositan mis labios un tierno y caluroso beso. Al separarse de mí, le digo, casi en un susurro:
-Te amo. 
Pero, al parecer mis palabras se pierden en la estancia. Él no me corresponde. El silencio reina.
Él vuelve a su posición y aparta de mí, su mirada. Armándome de valor, sin pensarlo dos veces, le pregunto:
- Chris,¿Quién era la chica que salió de tu habitación hace un rato?
Me mira,lanzándome una mirada fulminante. 
- No es de tu incumbencia.
-Oh, perdón.  Creo que debería de ir a ver a Patricia- digo resuelta a salir de esta incomodidad-.
Me intento poner de pie, pero su mano me detiene bruscamente, lastimándome. 
- Tú no vas a ir a ninguna parte - sentencia-. 
-Claro que sí-le digo. Necesito tomar aire. Suéltame. Tú nunca me lastimarías.
-Ahora veremos eso - dice sarcásticamente, tomando con más fuerza mis manos, y obligándome a caminar hacia su habitación. 
Mi amiga tenía razón.  Cómo no le hice caso. Tendré que aferrarme a las consecuencias.  
Al llegar,cerró la puerta. Se acercó a mí, y comenzó a besarme, como si minutos antes, no me hubiera obligado a subir a su habitación.  Sin embargo, una parte de mí no sentía lo mismo. Todo parecía indescifrable, excepto el miedo. El miedo preñado en mí desde hace mucho comenzaba a batir con más fuerza.
-Suéltame, por favor- susurro-. 
En ese instante, como  si Dios se hubiese apiadado de mí, sonó la puerta. Alguien debía estar afuera. Cualquiera que fuera, gracias. 
Christian gruñó.
- Te dejo ir, si prometes no decirle a nadie lo que pasó aquí.  Es más- dice, tomándome del cabello-, nada de esto pasó. ¿Te quedó claro?
No sé ni porqué la única respuesta que pude emitir fue un asentimiento automático. 
- Así me gusta-dice, con una sonrisa macabra -. 
Christian abre la puerta y salgo casi corriendo. Al parecer, un amigo suyo lo esperaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.