El Reflejo de tu Mirada

Capítulo 23

El martes por la mañana, Alejandra se despertó con la sensación de que el mundo había cambiado de la noche a la mañana. El sobre con los documentos que Raúl le había entregado la noche anterior seguía en su escritorio, y aunque había dormido poco, su mente no dejaba de repasar una y otra vez lo que había leído.

“Esto no puede estar pasando,” pensó mientras se preparaba para ir al trabajo. Pero el peso de la realidad la golpeaba con fuerza. Sabía que lo que tenía en sus manos era más grande de lo que podía manejar sola.

Al llegar a la oficina, trató de mantener la compostura. No quería levantar sospechas entre sus colegas, pero sentía que todos podían notar su nerviosismo. Durante la primera reunión del día, apenas pudo concentrarse en lo que se discutía. Su mente seguía ocupada en los documentos y en las posibles implicaciones de lo que había descubierto.

Después de la reunión, decidió tomarse un momento para sí misma y salió a caminar por las calles cercanas a la oficina. Necesitaba despejar su mente y pensar en sus próximos pasos. “¿Qué hago con esta información? ¿A quién puedo confiarle esto?” se preguntaba mientras caminaba sin rumbo fijo.

De repente, su teléfono sonó, sacándola de sus pensamientos. Era un mensaje de un número desconocido: “Alejandra, no confíes en nadie. Nos están vigilando.” El mensaje la dejó helada. ¿Quién más sabía lo que Raúl le había entregado?

Alejandra guardó el teléfono rápidamente, sintiendo que cada mirada que se cruzaba con la suya en la calle podía ser de alguien que la estaba siguiendo. Regresó a la oficina, tratando de parecer tranquila, pero en su mente, el miedo se había instalado.

Decidió que no podía confiar en nadie de su entorno inmediato. Al final del día, recogió sus cosas y se dirigió directamente a la estación de trenes. Necesitaba salir de la ciudad, alejarse para pensar con claridad. Compró un boleto al azar, sin saber exactamente a dónde ir, solo que tenía que moverse rápido.

Mientras el tren se deslizaba por las vías, Alejandra revisó nuevamente los documentos que había llevado consigo. Cuanto más los leía, más entendía la magnitud del peligro en el que se encontraba. Había personas poderosas involucradas, y cualquier movimiento en falso podría costarle caro.

Pasó la noche en un pequeño hotel en las afueras de la ciudad. No pudo dormir, cada ruido en el pasillo la sobresaltaba. Sabía que había cruzado una línea y que no había vuelta atrás. “Tengo que encontrar la manera de protegerme,” pensó mientras revisaba sus opciones.

A la mañana siguiente, decidió que la única forma de mantenerse segura era exponer lo que sabía, pero tenía que hacerlo de manera inteligente. No podía simplemente entregar los documentos a las autoridades; necesitaba pruebas adicionales, aliados en quienes confiar.

Alejandra comenzó a hacer una lista de posibles contactos, personas que podrían ayudarla sin ponerla en peligro. Sabía que era una carrera contra el tiempo, y cada segundo contaba. La presión aumentaba, pero estaba decidida a salir de esta situación con la verdad en sus manos, aunque le costara todo lo que tenía.



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Editado: 15.08.2024

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