El Reflejo de tu Mirada

Temporada 2: Capítulo 8

Las primeras luces del amanecer se filtraban por las ventanas de la cabaña, iluminando tenuemente la habitación donde Alejandra, Martín, Carla, y Luis habían pasado las últimas horas planificando su siguiente movimiento. El ambiente estaba cargado de tensión, pero también de una determinación que los impulsaba a seguir adelante.

“Necesitamos dividirnos para no levantar sospechas,” dijo Luis, esbozando el plan en un viejo mapa que había desplegado sobre la mesa. “Martín, tú y Carla llevarán las pruebas a mi contacto en la prensa. Alejandra, tú te quedarás aquí conmigo. No es seguro que todos nos movamos juntos.”

Alejandra asintió, aunque la idea de separarse de Martín y Carla la inquietaba. Sabía que era necesario, pero no podía evitar sentir una punzada de miedo ante la posibilidad de que algo saliera mal. Aun así, confiaba en que Luis sabía lo que hacía.

Martín, por su parte, estaba más serio que de costumbre. “No haremos nada sin antes confirmar que el camino está despejado,” dijo, mirando a Luis con una mezcla de confianza y cautela. “Si en algún momento piensas que es demasiado arriesgado, no dudaremos en abortar la misión.”

Luis asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. “Entendido. No tomaremos ningún riesgo innecesario.”

Después de repasar los detalles una vez más, Martín y Carla se despidieron rápidamente y salieron de la cabaña, dejando a Alejandra y Luis solos. El silencio que siguió fue pesado, cargado de pensamientos no dichos. Alejandra se quedó mirando la puerta por la que habían salido, sintiendo un vacío en su pecho que no lograba llenar.

Luis, notando su inquietud, trató de romper el hielo. “Sé que esto es difícil para ti, Alejandra. Pero estás haciendo lo correcto. A veces, en situaciones como esta, el miedo es el mejor indicador de que estamos en el camino correcto.”

Alejandra sonrió débilmente. “Lo sé. Es solo que nunca imaginé estar en medio de algo así. Mi vida era tan diferente hace solo unas semanas…”

Luis asintió, comprensivo. “La vida tiene una manera extraña de empujarnos a lugares inesperados. Pero tienes una fuerza que muchos no tienen. Eso es lo que te hará salir adelante.”

Alejandra agradeció sus palabras, aunque el temor seguía acechándola. Sabía que en ese momento no había vuelta atrás, que cada paso que daban los acercaba más al peligro, pero también a la verdad. Y eso, pensó, era lo único que importaba.

El día transcurrió lentamente. Luis y Alejandra mantuvieron un perfil bajo, evitando salir de la cabaña. Cada ruido en el bosque, cada crujido de las ramas bajo el viento, hacía que Alejandra se sobresaltara, temiendo que fueran descubiertos. Luis, en cambio, se mantenía tranquilo, como si nada pudiera perturbar su calma.

Finalmente, al caer la noche, el teléfono de Luis sonó. El sonido resonó en la pequeña cabaña, haciendo que Alejandra diera un respingo. Luis respondió rápidamente, su tono bajo y profesional. La conversación fue breve, pero cuando colgó, su expresión era más seria de lo habitual.

“Martín y Carla están a salvo,” dijo Luis, para alivio de Alejandra. “Pero han tenido un encuentro con alguien que los estaba siguiendo. Por suerte, lograron escapar y entregar las pruebas. Ahora están en camino a un lugar seguro.”

Alejandra soltó un suspiro de alivio, aunque la noticia de que los estaban siguiendo la dejó intranquila. “¿Qué haremos ahora?”

Luis miró por la ventana, pensativo. “Debemos esperar. No podemos hacer ningún movimiento hasta que sepamos que las pruebas han llegado a las manos correctas. Pero también debemos estar preparados para cualquier eventualidad.”

Alejandra asintió, aunque la idea de quedarse quieta le resultaba difícil. El suspenso la estaba consumiendo, y el miedo a lo desconocido solo aumentaba su ansiedad.

La noche pasó lenta y silenciosa. Alejandra intentó dormir, pero cada vez que cerraba los ojos, imágenes de Adrián, de Martín y Carla, y del peligro en el que se encontraban llenaban su mente. Se levantó varias veces para asegurarse de que todo estaba en orden, pero el cansancio eventualmente la venció, y se quedó dormida en el sofá.

A la mañana siguiente, el sonido de un auto acercándose la despertó abruptamente. Su primer instinto fue el de correr, pero Luis la detuvo con una mano en el hombro. “Es Martín,” dijo, reconociendo el vehículo desde la ventana.

Martín y Carla entraron en la cabaña con expresiones cansadas, pero ilesas. Alejandra se sintió inundada de alivio al verlos. Habían cumplido su misión, pero sabían que lo más difícil aún estaba por venir.

“Las pruebas están en camino de ser publicadas,” dijo Martín, mientras se dejaba caer en una silla. “Pero no podemos bajar la guardia. Esto es solo el comienzo.”

Alejandra asintió, sabiendo que tenía razón. La red de corrupción no se quedaría de brazos cruzados, y ellos estarían en la mira. Pero al menos, habían dado el primer paso, y ahora solo quedaba seguir adelante, con la esperanza de que la verdad prevaleciera.



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Editado: 15.08.2024

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