El Reflejo de tu Mirada

Temporada 2: Capítulo 16

Las palabras de Fernando resonaba en la mente de Alejandra mientras intentaba procesar la magnitud de lo que acababan de descubrir. El frío de la sala subterránea se le metía en los huesos, pero era el peso de la nueva información lo que realmente la hacía temblar.

Adrián, por su parte, estaba inmerso en sus propios pensamientos, repasando una y otra vez las palabras de Fernando. “Otros cuadernos...”, murmuró para sí mismo, intentando calcular qué significaba aquello para ellos. Si lo que Fernando decía era cierto, su misión acababa de complicarse enormemente.

Fernando, ajeno al tumulto interno de la pareja, se levantó y se dirigió hacia la salida. “Tengo que irme,” dijo con voz firme, aunque en sus ojos se podía ver un destello de preocupación. “Debo desaparecer antes de que Mendoza empiece a sospechar. Pero recuerden lo que les dije: no confíen en nadie, ni siquiera en mí.”

Alejandra se acercó a él, su mirada cargada de preguntas que no se atrevía a formular. “Fernando...”, comenzó, pero no supo cómo continuar. Había tantas cosas que quería decirle, tantas dudas que aún la atormentaban.

“Cuídense,” fue todo lo que él respondió, antes de girarse y salir por la puerta, dejándolos solos en el silencio opresivo del refugio.

El sonido de la puerta metálica cerrándose resonó en el pasillo, y Alejandra sintió como si una parte de su esperanza se desvaneciera con él. Adrián la tomó de la mano, intentando transmitirle algo de la fuerza que él mismo estaba tratando de reunir.

“Tenemos que seguir adelante,” dijo, aunque en su voz había una sombra de duda. Sabía que cada paso que daban los acercaba más al peligro, pero también sabía que no podían retroceder.

Alejandra asintió, obligándose a enfocar sus pensamientos en lo que debían hacer a continuación. “Tenemos que encontrar esos otros cuadernos,” dijo, su voz más firme de lo que se sentía por dentro. “Si Mendoza está escondiendo algo más, necesitamos saber qué es.”

Adrián la miró, admirando la determinación en sus ojos. “Pero no podemos hacerlo solos,” respondió, consciente de los riesgos que enfrentaban. “Necesitamos ayuda, alguien en quien podamos confiar.”

El silencio cayó sobre ellos nuevamente mientras consideraban sus opciones. Sabían que confiar en la persona equivocada podría significar su fin, pero también sabían que necesitaban aliados si querían tener alguna posibilidad de éxito.

“¿Y si recurrimos a Julia?” propuso Alejandra finalmente. “Ella ha estado investigando a Mendoza durante años. Si alguien sabe algo sobre esos cuadernos, es ella.”

Adrián consideró la idea por un momento antes de asentir. Julia era una periodista veterana, conocida por su tenacidad y su habilidad para desenterrar la verdad. Sin embargo, también era conocida por su desconfianza hacia cualquiera que se acercara demasiado al caso de Mendoza.

“Podría ser nuestra mejor opción,” admitió Adrián, aunque su tono sugería que no estaba completamente convencido. “Pero debemos ser cautelosos. Si Mendoza la tiene vigilada, podríamos estar poniéndonos en una trampa.”

Alejandra lo sabía, pero también sabía que no tenían muchas alternativas. “Tomaremos todas las precauciones necesarias,” dijo, intentando sonar más segura de lo que se sentía. “Pero no podemos quedarnos aquí esperando a que Mendoza nos encuentre.”

Adrián asintió, consciente de que el tiempo no estaba de su lado. “De acuerdo. Iremos a ver a Julia, pero seremos discretos. Si algo parece fuera de lugar, nos marchamos inmediatamente.”

Con un plan tentativo en mente, comenzaron a prepararse para salir del refugio. El cuaderno que habían recuperado estaba ahora más seguro que nunca, pero también sabían que solo era el principio. Había más secretos enterrados en esos otros cuadernos, y debían descubrirlos antes de que Mendoza pudiera utilizarlos en su contra.

Mientras recogían sus cosas, Alejandra no pudo evitar mirar hacia la puerta por donde Fernando había salido. Había algo en su partida que no la dejaba tranquila, como si un mal presentimiento se hubiera instalado en su pecho. Sin embargo, no había tiempo para darle vueltas a esos sentimientos. Tenían una misión que cumplir, y cada segundo que pasaba los acercaba más a la verdad... o al abismo.

Con el plan decidido, Alejandra y Adrián dejaron el refugio y se dirigieron hacia la ciudad, donde el peligro y la incertidumbre los aguardaban en cada esquina. Pero a pesar del miedo que sentían, sabían que no podían darse el lujo de rendirse. Demasiado estaba en juego, y cada paso los acercaba más a la verdad oculta tras las sombras del pasado.



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Editado: 15.08.2024

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