El reflejo del asesino escarlata | Libro I

Capítulo 9: Embrujada

"Words long lost whisper slowly to me

I still can't find what keeps me here

When all this time

I have been so empty inside "

 

 

 

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Las noticias habían sido colonizadas por el caso Melvick, cambiará al canal que fuera, allí estaba. Era toda una pesadilla, cada historia le agregaba algo que por más que a ella le sonara incoherente, el público lo creía, haciendo todo una bola mucho más grande de esa mierda que conocía a la perfección. 

Dejó en uno de los noticiarios en donde tenían imagenes a tiempo real de lo que, suponía, era el funeral de Jeremy, se sintió enferma, como si en un solo segundo su cuerpo dejara de funcionar con normalidad, Debora estaba en su misma posición y su cuerpo se movía al compás del llanto desgarrador al pie del féretro. Su mente se nublo por completo llevandola lejos del suelo en donde estaba. 

Los golpes en la puerta hacían estremecer su cuerpo, nunca lo había visto tan furioso como en ese momento, los gritos eran amortiguados por la madera dificultando que pudiera entenderlo. 

— ¡Vete Jeremy! — grito con la voz temblorosa, no quería temerle, odiaba sentirse de esa forma

Todo empeoraba conforme los días pasaban, pero ese en particular había sido el peor, cuando llegó la discusión se volvió más y más agresiva, nunca antes había pasado de un insulto y gritos, en cuanto sintió el golpe, huyó lejos suyo lo más rápido posible, media hora después Jeremy seguía blofeando e insistiendo que saliera, pero su cuerpo no respondía a nada que no fuese temblar. 

El rubio dejo de dar golpes a la puerta y sintió que se acercaba un poco más 

—Cariño… lo siento tanto — lo oyó llorar — lo siento, Val… te amo, lo siento 

En su lugar la pelirroja se achicó alejándose un poco dejando escapar en el proceso un sollozo de puro dolor, escondiendo su rostro entre las piernas. 

—Solo vete por favor 

Varias negativas salió de Jeremy y luego de eso un gruñido acompañó múltiples golpes fuertes — ¡Abre la puta puerta! ¡Juro que voy a matarte Valerian!   

 

Se inclinó sobre el suelo para soltar un grito que mezclo fácilmente la furia del recuerdo con la culpa de lo que precedió. Perdió el control y eso no le importó, mucho menos cuando su madre y los gemelos entraron asustados por semejante escándalo. 

Verla allí, tirada llorando fue interpretado erróneamente, pues estaba frente a la imagen de funeral y eso rompió el corazón de su progenitora al pensar que era su manera de vivir el duelo, se acercó a la joven que temblaba con la cara entre sus manos casi tocando el suelo y la abrazo con fuerza. Haciendo que se aferrara a su cuerpo como si no hubiera más opción, sus hermanos, pese a la enemistad que había entre ellos, sintieron una punzada con tal escena, América quien no podía evitar pensar en la amenaza del día anterior salió sin mirar de la habitación, algo no le cerraba de todo eso. Frances por su parte, tuvo el fugaz impulso de acercarse, cosa que fue frenada al oír a su hermana menor.

—Duele mucho mamá… no puedo, no puedo — dijo la pelirroja derrotada, nunca en toda su vida, la habían visto así, la línea se había cruzado, sintió como su madre acariciaba su espalda, dejándola descargar toda su angustia.

Dejó pasar el tiempo necesario hasta ver que su respiración regresaba a la normalidad, un vaso de agua apareció frente a la pelirroja haciendo que levantara la vista para encontrarse con la sorpresa de ver a su hermano, con una postura de calma aunque sus ojos reflejaran lo mal que se sentía por ver a la menor así. 

Ella lo recibió susurrando un agradecimiento, internamente fue fugazmente libre por haber soltado un poco a sus demonios, en ese momento estaban en muy malos términos, por un instante creyó sentir alivio aunque con algo de pudor por la escena que todos habían presenciado. Cerró sus ojos canalizando de alguna forma cada gramo de lo que le pasaba, guardándolo bajo siete llaves muy en lo profundo, para cuando los abrió enderezo su postura con una expresión en extremo neutra. 

— Iré a darme una ducha—  soltó sin mirarlos, sabiendo que su madre estaba un tanto asombrada por el cambio en ella y hasta pudo percibir la decepción de Frances al notar que volvía a ser hermética, una vez llego a la puerta volteo hacia ellos — gracias por… esto 

 

Cuando su cuerpo tocó el agua la sensación disparada fue como si sus músculos estuviesen hechos de roca, dolió al punto de que contuvo varios insultos, pero aun así, se sumergió hasta el fondo de la bañera. «Quiero ver cuánto puedes aguantar» oyó y no supo si era ella o Betty, últimamente había adoptado el culpar a la vocecita que saltaba en su mente de todas las estupideces que hiciera, permaneció así por el tiempo que sus pulmones no gritaron por aire, cuando fue así salió del agua con un toque de ansiedad. 

 

Planeo su día en base a la evasión familiar, no quería tener que verles las caras repletas de compasión y pena, no podría con ello, ni tenía la fuerza mental suficiente para no desatar el infierno sobre la situación. Aún tenía muchas cartas por jugar y algún que otro truco que sabía de ante mano lo feroz que caería sobre todos. 

Dio otra calada de su tan amada muerte mientras caminaba por las calles de lo que antes había sido su lugar. Cerca de su viejo apartamento se encontraba un pequeño parque al que disfrutaba ir cuando el día lo ameritaba, sabía que era una insensatez vagar por esas calles pero tenía demasiadas dudas que solo ella misma podía responder. Se acercó a paso lento a la entrada del lugar evaluando cada movimiento, recordando algunos consejos de Dante, se puso los guantes antes de tocar perilla, para su suerte, la llave de repuesto seguía donde lo recordaba y aparentemente, nadie se había mudado desde su partida. 




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