El reflejo del asesino escarlata | Libro I

Capítulo 27: Solo una vez en mi vida

"If I reduce you to something that I can use
I'm afraid there won't be anything good left of you "

 

 

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Había pasado un extraño tiempo de calidad con una persona a la que todos en Tarrytown temían, una persona que la ayudó a no ser descubierta con su segundo error y que, a pesar de haberle pedido que no lo hiciera, se había encargado de mover cada método y recurso informativo para desestimar lo que la fiscalía estaba armando contra suyo e incluso, en medio de esa paradoja, había llegado a encontrar muchísimo material incriminatorio para Richard Melvick y varios oficiales que al momento de su primer interrogatorio habían hecho la vista gorda a la agresión que sufrió por parte de alguien que ni siquiera era policía. Valerian no podía creer que juntara toda esa evidencia en tan solo días, así que llamó a Demian para informarle y el abogado quedó pasmado ante tanto archivo, sin embargo le aseguro que nadie pondría en tela de juicio su honestidad luego de eso. 

Por consiguiente en medio de la alegría que estaba sintiendo, destapó una buena botella de vino y festejó con Alexander; tantos días de estar juntos le hicieron pensar infinidad de cosas, por ejemplo; Moore no era malo, aunque si un asesino, no había demostrado nada negativo a su lado, le gustaba sonreírle aunque creyera que ella no lo veía, se preocupaba por más ironías que usará y en sus palabras, se sentía bastante en paz.

«Mente nublada, juicio corrupto, te seduce el peligro» repetía la voz en su cabeza

Ese martes en particular, había hecho un viaje exprés a la empresa familiar por una junta importante, solo hora y media en auto para luego regresar a casa, le daba hastío pensar que debía ver a la gemela malvada América, para su mala suerte, las reuniones se acumularon al punto que cerca de las nueve de la noche se liberó de esas obligaciones. Claro que, como lo más típico de los Hansen se vio trenzada en varias discusiones con su hermana y padre, siendo salvada por Frances antes de que la directiva la viera mandar al carajo al CEO. Por otro lado, su relación con el gemelo más lindo había mejorado considerablemente algo por completo extraño para todos, no era natural ver como bromeaban y hablaban sin decirse cosas hirientes. 

De camino a casa hizo una parada en un restaurante italiano de la Van Wart avenue y como se le había hecho costumbre por las ultimas semanas, llevó para dos. Cuando llegó notó que la casa estaba tranquila a excepción de la luz del ático que se reflejaba en el pasillo. 

— ¿Todo en orden? — preguntó curiosa cuando subió y encontró al ojigris sentado mirando unas hojas, el simplemente asintió sin levantar la vista y eso llamo la atención de Valerian por lo que se acercó — Alex 

— Hay algunos escondites por este lugar y recordé varios — le dijo con la cabeza gacha — había olvidado por completo que guardaba estas fotos — las mostro y ella se acercó solo un poco — eran de mi familia, de cuando era un niño y todavía estábamos juntos 

La nostalgia en su voz removió algo en la joven y no supo que hacer así que palmeo las manos contra sus piernas y se balanceo captando una confundida mirada del chico 

— Traje italiana por si te interesa —  carraspeo y se golpeó mentalmente por parecer una tonta adolescente — así podrás dejar de llorar como niña —  bromeo antes de bajar apresuradamente y oír como soltaba una carcajada 


 

Luego de la cena Valerian salió para su dosis de nicotina, la noche estaba cálida, en un clima muy veraniego, eso le gusto bastante, el viento era suave y tranquilo, así que camino unos metros hasta el claro escondido y se sentó allí a ver el cielo. Luego de un rato, el ojigris se sentó a su lado sin decir nada

— Lamento haberte llamado niña —  dijo sin mirarlo, aunque supo que le había causado gracia 

— No te preocupes, tu lloras más que yo — era algo habitual para él hablarle con un tono bajo cuando estaban cerca, su voz se oía más grave y profunda, si alguien los viera solo parecería una pareja de personas normales pasando el rato y no dos dementes que podrían estallar en cualquier momento 

— Que idiota… —  le dijo riendo antes de otra calada y él la miro atento, hasta esos movimientos le encantaban, lucia despreocupada — siempre creí que la debilidad humana se remonta a los sentimientos, nublan el juicio… — contó en lo suyo — muchas veces creo no tener la capacidad de hacerlo, no soy buena con los sentimientos si es que los tengo —  sonrió ladina 

Alexander se acercó a ella para rodearla como siempre hacia desde la espalda y un quejido sonó haciéndola voltear — Eso es una mentira y una que te repites cada día solo porque en el fondo, sabes, en verdad sabes, que sientes más que cualquiera — sincero acariciando su brazo — mucho tiempo dije algo parecido pero al final solo me abrumaba el tener claro que nadie me entendería, pero tú y yo somos iguales en eso pequeña Leri — estaba tan cerca de su rostro que instintivamente ambos bajaron la vista, no era una provocación intencional, solo la necesidad imperiosa de sentirla ahí 

—Ya estoy cansada de correr, estoy cansada de que hundan el cuchillo en mi pecho en cada respiro… — dijo viéndolo directamente a los ojos — solo cuando estoy contigo no siento esa presión — dijo sorpresivamente honesta — esos fantasmas no me acechan

Alexander me sonrió con ternura por aquella confesión y la pelirroja sintió como una electricidad recorría su cuerpo con cada pequeño toque que él ejercía sobre su piel, el calor de su cuerpo y el perfume la embriagaron a tal forma que se sintió mareada 




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