El Refugio del corazón

1

Era un martes cualquiera, aunque, para mí, esos días ya no existían. Cada jornada se sentía idéntica, un ciclo repetitivo de luces, cámaras y reporteros ansiosos por arrancarme fragmentos de vida que yo misma no entendía del todo. La puerta de la habitación estaba cerrada, y la única ventana dejaba entrar el rumor distante de la ciudad que nunca descansa. Me sentía como un animal en una jaula dorada, atrapada en el papel que el mundo había decidido para mí sin mi consentimiento.

—¿Vas a quedarte encerrada todo el día? —preguntó ellie, mi mejor amiga y asistente, con esa mezcla de paciencia y preocupación que me hacía sentir culpable.

—No lo sé —respondí, sin mirarla, enfocando la vista en el techo como si allí pudieran hallarse respuestas a mis dilemas internos.

—Avery, necesitas salir, despejarte un poco —insistió, apoyándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados—. Esto no es sano. Ni para ti ni para nadie.

Sabía que tenía razón, pero no me atrevía a decírselo. Aceptar que había perdido el control de mi vida resultaba un fracaso que no estaba dispuesta a admitir.

—Es solo… todo esto me supera —susurré, notando cómo mi voz se quebraba un poco—. La fama, los comentarios, los titulares… Ya no sé quién soy.

ellie se acercó y me abrazó, susurrándome palabras de aliento. Su abrazo cálido me devolvía una pizca de serenidad, pero sabía que ese alivio era temporal. Tan pronto como saliera de este refugio, el asedio continuaría. Decenas de cámaras esperaban al acecho, listas para capturar cualquier paso en falso, cada lágrima no contenida.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó finalmente, soltándome y mirándome directo a los ojos con seriedad.

—Necesito escapar, alejarme de todo esto. Quizás… ir a algún lugar donde nadie me reconozca.

—¿Hablas en serio? —ellie abrió los ojos sorprendida, pero en su mirada había un destello de esperanza—. Podrías desaparecer por un tiempo, encontrar un lugar tranquilo, reconectar contigo misma.

—Exacto. Necesito volver a ser yo, sin máscaras ni guiones —respondí, sintiendo cómo ese pensamiento me llenaba de una paz desconocida.

Nos quedamos en silencio unos instantes, ambas asimilando la decisión que acababa de tomar. Finalmente, ellie rompió el mutismo.

—Bueno, ¿y a dónde piensas ir? ¿Tienes algún destino en mente?

Negué con la cabeza, suspirando.

—Todavía no. Quizás un pueblo pequeño, donde la gente no esté pendiente de cada paso ajeno. Un lugar donde pueda ser solo Avery, sin etiquetas ni expectativas.

—Entonces, empecemos a planearlo —dijo, con una sonrisa cómplice que me recordó los días de juventud cuando nada parecía imposible.

Sonreí por primera vez en semanas. La idea de desaparecer, de dejar atrás el brillo vacío de Hollywood, de descubrir quién era realmente sin los filtros de la fama… aquello era justo lo que necesitaba. Sabía que no sería fácil, pero ellie y yo estábamos listas para emprender el viaje.




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