Cuando Juliette le pidió a Lenora que distrajera a Ruth nunca imaginó que una posible distracción sería meter a los animales del establo en la casa. Entendía hasta cierto punto que una cabra estuviera en la sala, que algunos de los gansos se pasearan por la cocina e incluso que las gallinas con sus polluelos estuvieran regadas por todo el primer piso, pero lo que nunca lograría comprender era el hecho de que había un cerdo en la cama de Madeleine.
Era un completo misterio cómo el animalito había logrado subir las escaleras y entrar justo en la habitación de la pelirroja.
La casa era un completo caos, todos los sirvientes intentaban atrapar a los animales para sacarlos de ahí, pero lo que era un completo y trágico desastre era la habitación de la pelirroja, estaba arriba de su tocador y se negaba a bajar hasta que sacaran al cerdo del cuarto. Uno de los sirvientes se ofreció a cargarla y sacarla de ahí, pero esta se negó alegando que «ningún sucio sirviente» podía poner sus manos sobre ella.
Las sirvientas intentaban tranquilizarla y cuando el cerdo parecía estar a punto de moverse solo se acomodaba para continuar durmiendo plácidamente.
—¡Sáquenlo! ¡Sáquenlo! —exclamaba Ruth mientras intentaba convencer a Madeleine de bajar.
Cuando Juliette apareció en el cuarto, Ruth soltó a Madeleine, quien estaba sujetada de ambas manos a ella, provocando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Sus sirvientas se agacharon a socorrerla a la par que la doncella gritaba que «era el peor día de su vida».
—¡Tú! —exclamó la Bradford. Juliette desvió la mirada hacia Lenora, quien también ayudaba a sacar al cerdo de ahí—. Seguro que aún guardas resentimiento por tu castigo y haces esto para fastidiarnos.
—Señora, es un cerdo. Si nosotros que somos cinco fuertes hombres no podemos sacarlo, ¿cómo cree que una niña lo logró meter a la habitación? —interfirió uno de los sirvientes, acto seguido los demás también objetaron algo en favor de Juliette.
—¡Silencio! ¿Se atreven a responderme de forma tan descarada?
Todos guardaron silencio, bajaron la mirada y continuaron su labor, incluso Madeleine había dejado de quejarse cuando su madre gritó.
—No tuve nada que ver en esto —respondió Juliette, atrayendo la furiosa mirada de Ruth.
—Cuando tu padre se entere de esto...
Ruth fue interrumpida por la presencia del susodicho, Misha se encontraba en el umbral de la puerta y traía en sus manos un sobre.
—Ustedes tres —comentó con voz firme señalando a Juliette, Madeleine y Ruth—. En la sala, si tardan más de cinco minutos comenzaremos sin ustedes.
Acto seguido desapareció, Ruth bajó la mirada en dirección de Juliette para seguir regañándola cuando Misha regresó, observó al cerdo y añadió.
—Madeleine, no tienes permitido tener mascotas en casa. Saca a ese cerdo de aquí.
Y de nueva cuenta se fue, al instante, Madeleine lloriqueó alegando que ella nunca tendría a un cerdo por mascota, Ruth suspiró con pesadez e ignoró a Juliette, en su lugar sujetó a Madeleine del brazo y la obligó a levantarse mientras la zangoloteaba.
—¡Compórtate! —Madeleine fue cesando sus lágrimas a la par que se ponía de pie y salía del brazo de su madre.
Juliette observó la escena ajena a todo eso, le regaló una mirada de confusión a Lenora por última vez y esta alzó los hombros en respuesta.
⚜
Cuando Juliette bajó a la sala, el lío del primer piso había cesado, en su lugar se encontraba con la presencia de su abuelo —quien lucía mejor—, la de Alice, Madeleine, Ruth y su padre. Todos, a excepción de ella y su padre, estaban sentados.
Juliette corrió a tomar asiento al lado de su abuelo, este revoloteo su cabello y le dio una palmadita en la espalda.
—Ahora que estamos todos, puedo proceder con la lectura de esta carta con sello real que acaba de llegar.
Misha abrió el sobre y desdobló la hoja de papel que este contenía, carraspeó y comenzó. En resumidas cuentas, se trataba de la invitación oficial para asistir al cumpleaños del Príncipe de la Casta, Víctor Castlemore. Lo curioso de esta era que sólo mencionaba los nombres de Misha, Carlo, Alice, Ruth y Madeleine, Juliette no aparecía ni por asomo mencionada como invitada. Cosa que le sacó una sonrisa a las Bradford.
Madeleine aprovechó el momento para hacer una broma de mal gusto.
—¿No te sientes como en el cuento de «La chica ceniza»? Con la única diferencia de que ni un hada madrina podrá ayudarte a llegar al baile.
No hubo tiempo de que alguien interviniera por Juliette, Misha tomó la palabra al instante como si hubiera esperado el momento exacto en el que la jovencita se callara para hablar.
—Te equivocas. Juliette nos acompañará al cumpleaños del Príncipe Castlemore.
Madeleine hizo una mueca de desagrado, pero no dijo nada al respecto, en su lugar, Alice buscó en el aire el cuerpo de Juliette, cuando lo encontró estrechó su brazo y sonrió.
—Tendremos que buscar un vestido adecuado para la ocasión.
Juliette no dijo nada el respecto, ni siquiera se alegró por la noticia, sabía a la perfección por qué su padre quería que asistiese a la fiesta, confirmó lo innegable cuando este respondió el comentario de Alice.