El regreso de la emperatriz

9. No llores [Parte 1]

Silencio, largo, prolongado e incómodo.

Juliette agradeció internamente que las miradas se fueran sobre Madeleine y no ella, parecía que toda la sala había puesto como objetivo mirarla y no decir palabra alguna por miedo a la reacción del príncipe.

Misha lucía más avergonzado por el comentario que la propia Bradford, quien se mostraba orgullosa por lo expuesto.

—Señorita, ¿a qué se refiere con ese comentario? —preguntó Víctor en tono serio.

Las personas frente a Madeleine se hicieron a un lado para que ella pudiera pasar, cuando se encontraba a un escaso metro de distancia de Víctor se detuvo e hizo una reverencia.

—Su alteza, si usted me lo pregunta me veo obligada a responder con la verdad.

—¿Y cuál es esa verdad? —inquirió el mayor a la par levantaba una ceja, cauteloso.

Madeleine sonrió de lado y se puso de pie dispuesta a dejar salir su veneno.

—Por favor, no malinterprete mi comentario. Juliette es muy inocente así que no sería una sorpresa que alguien se haya aprovechado de ella, aunque claro, esto es sólo una suposición. Pero, ¿por qué otra razón estaría una persona ajena a la casa en la habitación de ella?

Tras el sugerente comentario los cuchicheos no se hicieron esperar, Juliette tuvo que contener las ganas de rodar los ojos, sabia de qué hablaba Madeleine y le sorprendía que sacara el tema a colación. La adolescente debía percatarse que en ese momento no la juzgarían a ella, sino a su padre y eso era algo que Misha no iba a tolerar. Prácticamente se ponía la soga al cuello.

Las reacciones eran variadas, personas sorprendidas, otras preocupadas, otras confundidas y otras más cuyas expresiones no decían nada en lo absoluto. Misha y Carlo parecían tener la intención de intervenir y terminar con todo ese drama, pero Madeleine no estaba dispuesta a callar, quería provocar caos así que echó una mirada a su alrededor, se topó con Dominic —quien la observaba enfadado—, sonrió y levantó para señalarlo.

—Él estaba en los aposentos de Juliette, no cabe aclarar que...

—¡Madeleine, por favor! —Misha al fin interfirió, Juliette sabía que no sería a su favor o en la de Dominic, simplemente quería evitar un escándalo.

Víctor se mostró perplejo ante la escena, era fácil deducir que existían problemas entre los miembros de la familia Grimaldi, pero consideraba excesivo llegar al extremo de generar tal alboroto en público. Realmente no sabía cómo manejar la situación, ¿dejar pasar el comentario? ¿Llegar al fondo del asunto? ¿Castigar?

Eso parecía estar fuera de su alcance.

Dominic no dejó que Víctor terminara de decidirse, dio media vuelta y comenzó a andar rumbo a la salida. Juliette, al verlo irse, lo tachó de cobarde ya que ni siquiera intentó abogar por sí mismo, pero tan pronto como el príncipe Castlemore pronunció el nombre del azabache, supo que eso solo era parte de un extraño plan.

Svetlana y Yakov, ambos tutores de Víctor, lo fulminaron con la mirada. Podían permitir hasta cierto punto que la familia Grimaldi se expusiera, pero jamás que el príncipe se involucrara en el asunto.

Dominic se detuvo al instante de escuchar su nombre y se giró en dirección a Víctor.

—Dominic...—repitió el mayor pero esta vez en un susurro—. ¿Se puede saber el motivo de su retiro? —preguntó, esta vez obligándose a mostrar un gesto más serio y formal.

—Me indigna escuchar las acusaciones falsas y comentarios tan hipócritas por parte de la Srita. Bradford.

Madeleine se giró y le dedicó una mirada asesina a Rossi, no hacía falta mencionar que el resto de los invitados volvieron a murmurar algo al respecto.

—¿Está diciendo que la acusación de Madeleine es falsa? —preguntó Víctor mostrándose más comprensivo.

Dominic asintió y le regreso la mirada a la pelirroja.

—Es cierto, estuve en la habitación de Juliette Grimaldi, pero Gabrielle Dupont también  y con justa razón. La Srita. Bradford había ordenado el completo encierro de Juliette, sin comida, visitas y negándole la urgente atención médica que necesitaba.

Juliette desvió la mirada de Madeleine y la centró en su abuelo, quien se mostraba furioso y preocupado, Ruth se masajeaba la sien a la par que sonreía a las personas que la observaban con desaprobación. Y Misha, bueno, él parecía estar a punto de asesinar a todo el mundo y maldecir a los cielos por hacerle pasar tal vergüenza.

—Fue un malentendido, Su alteza. —La voz de Anya resonó por toda la sala, Juliette se sorprendió un poco al verla interferir—. Madeleine está un poco delicada, hace poco se golpeó la cabeza por culpa de un pequeño percance que tuvo en su carruaje a causa de un perro...

Los ojos de Madeleine se iluminaron y asintió repetidas veces.

—Cierto, sólo estoy delirando. También fui víctima de un asalto por parte de los gitanos, todo eso provocaron que... que...

Víctor se mantenía serio, pero al escuchar eso suavizó su semblante y sonrió.

—Bien, ahora que sabemos que fue un malentendido podemos regr...

Sin embargo, Dominic no lo dejó terminar de nueva cuenta se giró dispuesto a irse de ahí. El príncipe lo observó suplicante.




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