Narra Génova:
La compañía de Tom es preciosa. Sus palabras son siempre certeras y, al ser tan bello, es muy fácil distraerme con sus rasgos masculinos.
Han pasado 3 días desde el "incidente" y decidí regresar a la secundaría, aún no tenemos guardaespaldas para reemplazar a George, pero John está trabajando en eso. Yo vivo en una ciudad llamadas Billings, en el estado de Montana, no es una ciudad con demasiados habitantes pero es hermosa, tranquila y no tiene ese pesado ruido a ciudad.
Hace dos años vivía en Chicago pero era tan molesto estar allá, que mis padres decidieron que era hora de mudarnos. Prácticamente vivo sola, mis padres pertenecen a un directorio de una cadena nacional de bancos, sus viajes son muy consecutivos y largos, siempre están en Nueva York. Nos mudaríamos allí pero preferí que era mejor dejar atrás las grandes ciudades.
Solo faltaba media hora para que la campana de la secundaria tocara y decidí irme, esta vez me llevaria Javier, el chofer de unas amistades de mis padres. Es la persona de más confianza que tenemos y los Edward no lo requerían por el momento.
Siento el claxon del vehículo negro y, con mis útiles listos, salí de mi casa rumbo a la secundaria.
En estos días, recibí llamadas de mis amigas, estaban preocupadas pero no tuve la oportunidad de verlas. Sería la primera vez desde el incidente y estaba un poco ansiosa.
En el trayecto, Javier comentó lo sucedido y estaba muy apenado, se notaba molesto, desde que vivo aquí es nuestro chofer y ya es parte de la familia.
-Esos malditos van a caer. -dice apretando el volante.
-Lo sé, confío en que así será. -acoté con mucha inseguridad. Mis padres han estado colaborando en la investigación y solo se que están trabajando muy duro para encontrarlos. -Gracias Javier, como siempre. -digo y le doy un beso en la mejilla.
-de nada, pequeña, llamame al salir. -me dice y espera a que entre a la secundaria para arrancar e irse.
Javier tiene unos 30 años, es de contextura grande y es atractivo, pero da miedo al verlo, impone respeto y con su mirada hiela sangre, lo he visto.
Mis amigas estaban esperandome en la entrada, al verme, corrieron a abrazarme, ellas son Sammi como la linda, Maddie como la tímida y Caroline como la extrovertida. Nos abrazamos las cuatro y entramos a la secundaria.
-Gracias a Dios estás bien. -dice Maddie al observar mi herida en la frente.
-¿cómo está George? -pregunta Sammi.
-está bien, está de lincencia, su brazo está muy lastimado, no volverá en un buen tiempo. -digo con lástima, de acordarme lo golpeado que estaba George, me dió escalofríos.
-Lo bueno es que esos malditos desgraciados, no lograron su cometido. -cierra el tema Caro, a lo que observé y suspire. -Cambiemos de tema, ¿qué dijo el guapo jugador? -pregunta con mucha picardía.
-Estaba preocupado. -digo con una leve sonrisa recordando a mi guapo Tom.
-Si, eso pensé. -dice Sammi guiñando un ojo.
Empezamos a reir, ellas también estaban sorprendidas de que Tom y yo estemos juntos. Era el típico galan del equipo, todas lo miraban y me tenían envidia porque, de todas las chicas guapas, yo me gané su cariño. Para ser sincera y alardear, no fue muy difícil.
La campana sonó y no hice más que entrar al aula, se me da muy bien el estudio y tengo muy buenas calificaciones, Tom me ayudó a mejorar, tanto así, que tengo uno de los promedios más altos del salón. Solo llegó a mejorar mi vida.
Narra Olaf:
Que horrible es esto.
Son dos días que estoy en Estados Unidos que me están entrenando para ser guardaespaldas. Mi tío movió contactos y me colocó en una posición como si fuera muy bueno y de mucha confianza. Ahora, lo que decía mi padre es cierto, son demasiado requeridos los guardaespaldas en este país, hay muchos hombres poderosos y con mucho dinero que viven de esto. Si se necesita tanta seguridad personal, no debe ser muy seguro este país. Aún no encontraron un puesto para mi pero no estoy desesperado.
Comencé a vivir en el departamento de mi tio, un duplex no muy grande en las afueras de Minneapolis. Necesitaba salir a un bar, no puedo desaprovechar la oportunidad de disfrutar.
Las últimas palabras de mi padre al despedirse, fueron: cuando mejores, volverás.
Veré cuanto tarda en volver a joderme la vida, él piensa que mi rey interno tiene poder en mi y no, realmente no quiero serlo.
Con esto de trabajar, solo pienso que una vez, podré gastarme todo el dinero en alcohol sin tener que recibir represalias por gastar el dinero del estado.
Mi tío decidió comprarme ropa mas acorde a un joven de mi edad, ya que la mia solo eran trajes muy caros, camisas de alta costura y tenía que disimular, nadie debía descubrir mi real identidad, literalmente.
La noche estaba hermosa, solo quería salir, tomar un poco de alcohol y volver. Nada más. Llamé a un taxi y le indiqué que me llevara al bar más cercano y así fue, me dejó en uno llamado KU Station y se fue. Al entrar, la música estaba muy alta y estaba repleto de gente, extrañaba esto.
Me acerqué a la barra y pedí un Vodka, solo me sirvió y lo bebí como si nada, le pedí otra copa.
En la punta de la misma, se encontraba una morena de pechos infartantes, estaba observandome con mucha curiosidad, admito que ser apuesto no me es un trabajo difícil, mido un metro ochenta y cinco, tengo el cabello negro pero los ojos azules y la tez blanca, herencia de su majestad, Hankon VI, nos parecemos demasiado, cada rasgo de mis rostro, pertenece a él, incluso mi altura.
Esta mujer comenzó a acercarse a mi y le quité mi vista de encima, no pretendía pasar una noche loca hoy, hoy no.
-¿Qué tomas? -pregunta sentandose de una forma muy provocadora en el taburete de la barra, me dejó ver sus hermosas y delgadas piernas.
-solo esto. -señalo el pequeño vaso de Vodka que tenía en mi mano.
-si quieres, tomamos otro en una habitación, algo más privado. -dice ella colocando una mano en mi hombro, mientras comenzaba a acariciar mi cabello.
-Gracias pero estoy bien. -acoté pidiendo otra copa al barman.
-Vaya, que humor tienes pero, al menos, lo compensas con ese precioso rostro. -comenta pasando un dedo por mi barbilla. Me estaba convenciendo y yo, no me resistía, en absoluto.