El Reinado De Los Secretos.

6. Actitudes horribles.

-Me llamo Génova. -digo observando hacia la ventana. 
-es un lindo nombre. -dice, de mucha cortesía. 
-lo se. -digo con algo de prepotencia.

El camino iba demasiado tranquilo, sin palabras, solo miradas al exterior. De pronto comenzó a sonar su teléfono, él lo mira de reojo. Dejó que sonara, vuelve a entrar una llamada. Se coloca el manos libres y responde. 
-¿qué? -pregunta muy frio. 
Solo escuché atentamente a lo que decía, miraba hacía el exterior. Noté como apretaba el volante. 
-No volveré. -dice nuevamente y su voz se volvió aún más fría. 
Posé mi mirada en él y se puso tenso, más de lo ya estaba. El ambiente era incómodo. 
-No me interesa, adiós. -cierra y se quita el manos libres con brusquedad. Lo coloca en el bolsillo de su saco y suspira pesadamente. Ya no estaba segura de que sea una buena idea recorrer Billings. 
Le indiqué hacía un lugar de comidas rápidas. No almorcé y tengo hambre. 
-¿qué es esto? -pregunta y mira extrañado el local. 
-Es un loca de comidas rápidas. Pediremos una pizza e iremos a casa. -digo bajando del auto. Él se apresura y baja detrás de mi. No acostumbraba que los guardaespaldas me abrieran la puerta, es decir, George no lo hacía, tenemos demasiada confianza que parecemos hermanos. 
Estabamos en la fila del local y noté como varias mujeres, desde jóvenes a más adultas lo observaban. Es demasiado llamativo a la vista, muy cautivador. 
Él conservaba su serio aspecto y solo observaba a mi alrededor. Estaba muy cerca de mi, podía sentir el calor que emanaba su cuerpo. 
-¿qué pedimos? -pregunto y levanto mi mirada. Con mi altura, la diferencia es bastante. 
-no como pizza. -dice sin siquiera mirarme. 
-¿no te gusta?- vuelvo a preguntar muy extrañada. Es muy raro que alguien no coma pizza. 
-no la he probado. -dice y lo miro atónita, ¿nunca ha probado una pizza? Eso es demasiado extraño. 
-Vaya, eso es... -digo haciendo una pausa. -raro. -continuo y cerré el tema.

El resto de la espera fue silenciosa, no decía nada y yo tampoco pregunté. Se mantenía inmóvil con la vista puesta en cada sujeto extraño que ingresaba al local. La realidad es que yo no estoy paranoica, digo, es muy pronto para atacar de nuevo. ¿No es así?

El muchacho que atiende, ya conocido por mi y mi familia, toma mi orden y solo queda esperar a que esta salga. Vi unos asientos cerca de unas ventanas y decidí que podríamos quedarnos aquí. 
-vamos en aquella mesa. -digo y comienzo a caminar hacía la mesa. 
-¿nos quedaremos aquí? -pregunta y da una observación al local. 
-si, aquí. -digo mas que explicación, como una orden.  

No dice nada y caminamos hacia la mesa. Me senté y él se colocó frente a mi. Su mirada se dirigió al exterior. Es un pueblo pequeño y, más allá de eso, es muy bonito. Las sierras se ven de fondo y le da un aspecto tranquilo y relajante a la vista. Lejos de la ciudad, del ruido y el malestar. 
-¿ordenarás algo? -pregunto y posa su mirada en mi. Es intensa, demasiado. 
-No. Supongo que no. -dice y ahora que habla, siento un leve olor a alcohol. No soy yo, es decir, no salí a ningún lado. -hueles a alcohol. -digo y entrelazo mis manos en la mesa. 
-oh, amm -dice y noto que se siente nervioso.
-tranquilo. Fue una noche muy divertida, supongo. -acoto seguido de una leve risa que pareció no gustarle nada.

Su mirada se transformó en una mas fría, solo esquivó mi mirada y seguí observando a la ventana. La orden llega y sentí un poco de relajación al ver la calabreza puesta en la mesa. Pido una soda y un agua mineral. Al cabo de unos minutos, los cubiertos, la soda y el agua estaban en la mesa. Estaba lista para saborear mi apetitosa pizza. Olaf observó al camarero partir, como hacía con todas las personas que se nos acercan.

Una joven muy bonita, de ojos claros y cabello castaño se acerca a nosotros. Me mira despectivamente y pone sus ojos en el nuevo. Él voltea su mirada de la ventana y la coloca en la castaña. 
-¿se les apetece algo más? -pregunta y no había notado que es camarera. 
-no, gracias. -le contesto ante la falta de respuesta del ojos azules. 
-¿Seguros? -pregunta nuevamente esperando la respuesta del guardaespaldas. 
-Si, no queremos nada. -contesta de muy mala manera a lo que la joven se marcha. 
-No es necesario que le contestes así. -reclamo dando un bocado a mi pizza. 
-Así contesto. -dice y me ignora totalmente.
-Eres muy frío. -comento mientras sigo saboreando la deliciosa pizza. 
-Si, creo que si. -dice levantando los hombros como sino importara. 
-¿así son en tu país? -pregunto apuntando con el tenedor. 
-Demasiadas preguntas por hoy. -me contesta sin siquiera mirarme. 
-ah. -respondo de muy mala gana. Llamo a la mecera. -Guarda esto para llevar, por favor. -digo y ella se marcha con el restante de mi pizza.

Al cabo de unos minutos vuelve con una pequeña caja y la cuenta de la pizza. Él abre la puerta del local y mientras observa a todas las personas que pasan a mi alrededor. Se dirige a al auto acomodando su fino traje, yo me adentro y el cierra la puerta.

Me concentre en la carretera, la ciudad era muy bonita de ver, la gente es muy agradable y los paisajes son muy tranquilos. Mi casa está metida en una arboleda, al sur hay un bosque con un pequeño lago en el medio. Mi lugar favorito en el mundo. 
-Detente aquí. -ordeno y frena bruscamente en el auto. -no era necesario que lo hagas tan fuerte. -me quejo agarrando mi cabeza, el acto me provocó un leve mareo. 
-Lo siento, pensé que es urgente. -dice con la voz un poco más suave. 
-Esta bien, bajemos. Quiero enseñarte algo. -digo y abro la puerta, camine hacia la entrada del bosque y observé la maravilla natural. -ven. -lo llamo a adentrarnos en el bosque. No es muy grande pero si es frondoso. Me encanta. 
El canto de los pájaros, el olor a naturaleza, el suave ruido del viento moviendo las hojas de los árboles y la combinación con el hermoso día nublado y frío. Es una vista magnifica, un lugar magnifico y las sensaciones son fantásticas. Mientras inhalaba para tomar aire puro, se cruzó el delicioso aroma del caballero que me protegía, olvidé por completo su presencia. 
-es un lindo lugar. -dice ante tanto silencio. 
-es maravilloso. -digo en un tono muy bajo de voz. -respira, Olaf, quizá cambie un poco ese humor horrible que tienes. -comento y me adentro al bosque. 
-No es mi humor, es mi personalidad. -dice levantando los hombros y observandome. 
- Puedes ser un poco más amable. -digo y sigo caminando. 
-No hay razón de serlo, soy su guardaespaldas, no su confidente. -comenta esquivando unas ramas. 
-si necesitara un confidente, serías el último al que llamaría. -digo y observo con una sonrisa burlona.



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En el texto hay: reyes, amor, amor dolor dulsura

Editado: 09.12.2019

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