WITCHWORD, 1791
La mirada de Walde Celtic se concentró en las huellas de sangre que estaban marcadas en el pasillo, el cuerpo de una joven mujer estaba al borde de la muerte, intentó articular palabra con el mercenario usando las pocas energías que tenía, sus ojos transmitieron un mensaje oculto y perturbador, el cual intrigaba a Walde mientras la observaba con caución. Él se acercó, inclinándose ante ella, la princesa Helerwise tomó su mano ensangrentada y la apretó; el tacto era como el roce de una calavera; huesuda, fría y pálida, su fuerza era peculiar como para estar yaciendo. Mientras sus ojos se cristalizaron, su boca susurró unas palabras que dejaron a Walde en un enigma.
—No dejes que ellos… —murmuró mientras se ahogaba con su propio plasma. Los coágulos de sangre escurría por su boca mientras su cuerpo se retorcía. El veneno demoníaco estaba recorriendo el brazo de la joven; una bizarra marca oscura que actuaba como infección que se extendía desde su codo hasta su hombro—. No dejes que la encuentren… —ella continuó apretando el brazo del mercenario—. No dejes que encuentren a mi hermana…
Después de decir estas palabras, la princesa terminó de ahogarse con su propio plasma y falleció, y soltó la mano de Walde. La habitación donde se encontraba estaba casi destruida, sesos de demonio abarcaban el mármol de las paredes, la madera del suelo y el tocador principal. La puerta había volado en añicos y su espada estaba manchada de grumos oscuros. La carne de un demonio seguía moviéndose junto a la cabeza desprendida en un rincón junto a la luz de la ventana. Eran como lagartos retorciéndose al tocar el fuego.
Walde se levantó sacudiendo su ropa y miró a su compañero que estaba limpiando su el filo de la hoja de su katana tan brillante como las mismas estrellas; el mango de la katana era tradicional, hecha a partir de la madera de un árbol extinto, lo único poco tradicional era la tsuba de la misma, que asemejaba a una serpiente envolviendo la hoja para usarla y mantenerla firme como la mano de su portador.
—El Reino es pequeño, pero eso no significa que no haya algún portal cerca. Debemos apresurarnos, Pavel está rodeando la zona y en cuanto salgamos los arqueros van a atacarnos. —comentó Walde mientras limpiaba los desechos de su ropa.
—A estas alturas es muy probable que ya nos hayan matado, Walde. —Russian recorrió la habitación con una mirada—. Veo que no necesitaste mi ayuda para nada.
—Vámonos, no hay tiempo que perder. —ordenó Walde mientras se giraba hacia el pasillo.
—¿Dijo algo interesante? —preguntó Russian apuntando con su espada al cuerpo inmóvil de la princesa.
—Lo único que pudo decir, fue acerca de una hermana. —respondió Walde—. Murió antes de que pudiera decir más.
¿Helerwise tenía una hermana? —indagó Russian, intrigado.
—Al parecer, sí. Debemos de investigar quién es esa hermana, si tiene alguna conexión con su muerte, o con el portal, o con los demonios.
—¿Crees que sea de este reino? —dudó Russian.
—Eso es lo que tendremos que averiguar. Los demonios parecen estar buscándola. Necesitamos encontrarla antes de que ellos lo hagan y la maten. Debemos protegerla. —espetó Walde, dirigiéndose hacia la salida de la habitación.
Los mercenarios atravesaron los pasillos para llegar a la salida trasera donde habían asesinado a todos los soldados.
—Si los reyes Northewood y Hawtrey viesen este desastre, les cortarían las cabezas a sus súbditos en un instante. —bromeó Russian, atisbando las paredes plagadas de insectos demoníacos que estaban acabando con las extremidades de algunos cadáveres, había pedazos de demonio colgando en los candelabros y la mesa de cristal donde comían los reyes estaba hecha añicos.
—Nuestro chivo expiatorio nos informó que están en el Castillo de Oro resguardados, los demonios no podrán pasar el domo para atravesar la ciudad. Primero destruirán el Castillo de Plata, así que, tenemos que darnos prisa antes de que alguien más muera. —informó Walde, inspeccionando la zona en busca de más demonios.
—¿No crees que es hora de que unamos a más personas al equipo, Walde? —preguntó Russian cruzándose de brazos—. Tendré que volver a casa en algún momento.
—No podrás ir a Japón por ahora, debo entregar las cabezas de los responsables de abrir el portal. Y no, no quiero un equipo que todo lo complique. —farfulló Walde, indeciso.
—Este trío terminará muerto, y lo sabes. ¿Has pensado en lo que te dije de la chica que encontré? Ella creció en Witchword, se convirtió en una asesina despiadada cuando perdió a su madre. Creo que sería una buena oportunidad para nosotros y para ella. —propuso Walde.
—No quiero más miembros en mi equipo, olvídalo, Russian. —aclaró Walde.
—Ella es una experta en usar dagas, su ayuda nos vendría bien. —Russian le siguió el paso a Walde mientras hablaba.
—Yo también puedo usar dagas. —comentó Walde por lo bajo.
—Sí, pero las de esta chica son especiales. Debiste de haberla visto cuando hirió de gravedad a seis bandidos en una cantina cuando fue atacada. Todo el reino hablaba de ella en ese entonces. —prosiguió Russian.
—Yo los hubiese matado.
—Ella es excepcional, créeme que no nos fallará.
—Mi respuesta sigue siendo un rotundo no. No necesitamos a nadie más en una batalla de muerte, Russian. Te dije que lo olvidaras. Tú, yo, y Pavel podemos cumplir está misión. —advirtió Walde.
—¿Qué necesito hacer para que cambies de opinión? —insistió Russian.
—Que una flecha me atraviese la cabeza y así puedas tomar el mando del equipo. —le dijo Walde.
—Recuerda que tengo una katana, y solo eso. —le recordó Russian.
De pronto, una flecha salió disparada hacia ellos, rozando la pierna de Walde, cuya mirada se alertó y se deslizó rápido hacia el otro extremo del pasillo para resguardarse, desenvainó su espada, le hizo una seña cómplice a Russian, quien estaba mirando a su alrededor para encontrar una salida, ya que, los estaban bombardeando de flechas con fuego.
Editado: 22.02.2025