—¡Vincent! —grita alguien desde el lado de la ciudad de la muralla. No reconozco su voz.
—Hemos perdido a Robert —responde Vincent.
—¿Qué ha sucedido?
—Una bestia alada.
—¿Draco?
Arrugo el entrecejo. ¿Quién diablos es Draco?
—No, era diferente.
—¿De qué hablan? —Hazel me pregunta y yo niego con la cabeza.
Alana sigue en el suelo con la mirada perdida en donde hace unos minutos estaba Robert. Su cabello rojo está del mismo color que sus labios temblorosos. Sadie no le quita los ojos a Vincent.
—¿Por qué no nos dejaste buscar refugio? —pregunta de repente. Vincent la ignora por completo.
—¿El cuerpo del chico? —pregunta el hombre.
Me enfurece que olvidó su nombre demasiado rápido.
—Se lo llevó… —Vincent se aclara la garganta—. La bestia.
—Tengan cuidado y buen viaje —responde el hombre.
—¿Buen viaje? —Camino hacia Vincent y me quedo frente a él, tan solo unos centímetros de distancia—, ¿Me puedes explicar a dónde vamos?
—Mira, Vincent, estás con cuatro cazadores expertas. Si no nos dices que mierda sucede aquí, entonces te mataremos y te entregaremos a una bestia. Luego diremos que fue Draco y, con un poco de suerte, la bestia nos agradece y nos deja tranquilas hasta que salgamos de aquí. —Hazel lo amenaza con su arco, y él apenas esboza una sonrisa burlona, como si no creyera una sola palabra. Se acerca a ella con paso firme y decidido, sin un ápice de miedo de tener una flecha en su cara.
—Les dije que no se alejaran de mí, si no son capaces de obedecer una orden de su líder de exploración, entonces la bestia se las llevará una a una. Pero te voy a decir qué haré yo —dice encogiéndose de hombros—. En el informe que escribiré de esta exploración, escribiré exactamente esto, y me quedaré esperando a ver qué castigo te dan. —Su voz resuena con una frialdad que corta el aire.
Hazel baja la cara, no puede evitar ser confrontacional y eso siempre la ha caracterizado y lo que he oído de ella es que le gusta cazar sola. Es implacable. Sin embargo, los castigos pueden incluir latigazos, o días extras de cacería para todo el equipo, e incluso, a veces, son castigos para la familia.
—¿Qué viaje? —Vuelvo a preguntar. Me limpio las lágrimas que han caído con las mangas del traje. Me siento indefensa y vulnerable y odio sentirme así porque nunca me había pasado. Todo lo que he experimentado en las últimas horas ha sido nuevo.
Vincent se acerca a mí.
—¿Quieres que te mencione en el informe? No tengo ningún problema. Si no quieren que otra bestia nos ataque, quédense junto a mí —dice con una sonrisa irónica—. En dos horas hay un refugio, nos quedaremos allí. —Recoge la ballesta y se la echa a la espalda.
—En dos horas podemos estar junto a Robert. —Alana se pone de pie y resopla.
—Bueno, tú decides de qué lado vas a estar —responde Vincent, señalando el camino y comienza a andar—. Caminen —ordena.
—Lo voy a asesinar mientras duerma —gruñe Hazel. Sadie asiente como si estuviese de acuerdo.
—No perdamos más tiempo —respondo, algo superada de la situación, pero no quiero seguir bajo la lluvia, y una bestia volando sobre nuestras cabezas. Comienzo a caminar, lo único que importa ahora es llegar a ese refugio del que Vincent al parecer tiene suficiente claridad, y las preguntas las dejaré cuando lleguemos. Quedarnos a discutir en el lugar en el que hace unos momentos uno de nosotros se fue en las garras de esa criatura es una idea descabellada.
Luego de mucho tiempo en silencio, comienza a llover torrencialmente. Hace frío y las gotas gruesas duelen como pequeñas piedras cuando caen sobre nosotros. Al menos tenemos trajes especiales, porque si no tendría hasta las bragas empapadas. Aunque ya siento gotas de agua que han comenzado a colarse por el borde del cuello del traje y eso ya me tiene desesperada.
No sé cuánto tiempo caminamos, pero la noche se cierne sobre nosotros y debemos encontrar refugio antes de que una bestia nos encuentre a nosotros. El problema de la lluvia es que esconde los movimientos del bosque y una bestia podría estar sobre nuestras cabezas y no nos daríamos cuenta tan fácil.
No he parado de pensar en lo sucedido, una y otra vez repaso el momento en que le prometí a Robert que lo cuidaría, y luego corriendo frenéticamente tras él. Creo que una parte de mi corazón se ha desprendido y eso también es nuevo para mí.
Me detengo y miro a mi alrededor tratando de divisar alguna señal de refugio, pero nada. Solo el espeso bosque y el camino estrecho por el que vamos andando. Recién ahora me doy cuenta de lo fuerte que estoy tiritando.
De repente, Vincent gira hacia la derecha, desapareciendo de mi vista.
—Por aquí —grita desde un lugar que apenas vislumbro.
Avanzo con las manos frente a mí, apartando las hojas gigantes y siguiendo la voz de Vincent. Me encuentro con él frente a una cueva.
Alzo las cejas y él sonríe. No sé cómo puede sonreír en un lugar como este después de lo que ha sucedido, pero es como si leyera mi mente y eso le hiciese gracias.
—Como si este bosque fuese tu propia casa —murmuro, fingiendo sorpresa.
Vincent resopla y rueda los ojos.
—Exactamente, bienvenida a mi hogar en medio de un bosque lleno de bestias —replica, señalando la cueva. El resto del grupo llega. Vincent desvía sus ojos hacia las demás—. Aquí estaremos seguros. —Arruga el entrecejo—. ¿Estás bien?
Me sorprendo de su pregunta y comienza a acercarse a Alana, quien tiembla de pies a cabeza. Sus labios labios rojos están grises. Noto que lleva el traje roto a la altura de las costillas, y eso significa que debe estar completamente mojada y con frío.
Vincent la coge rápidamente en brazos con una facilidad increíble como si ella pesara lo mismo que una hoja.
—Tengo mucho frío —responde Alana.
—Te llevaré adentro.
Vincent me mira.
—¿Puedes encender fuego en la cueva?
Asiento. Entro corriendo a la cueva y me sorprendo con el refugio que encuentro. Pensaba que sería solo un espacio hueco, húmedo e incómodo. Sin embargo, es amplia y seca. Las paredes están cubiertas de vegetación, sobre la que grillos se han instalado, y por lo tanto, iluminan suavemente el entorno. El piso es una mezcla de tierra compacta y piedrecillas. El techo es alto, más de lo que se notaba desde fuera y eso me da una sensación de inmensidad e inseguridad. ¿No saldrá una bestia desde algún rincón?