El Reino De Las Llamas Prohibidas

Capítulo 5 – Ojos en la penumbra

La figura que observaba desde la espesura no era un enemigo ni un explorador sombraelfo. Era Lyanna, la mejor amiga de Eira desde la infancia.

La muchacha había seguido a escondidas a su compañera al notar su extraño comportamiento. Nunca imaginó encontrarse con aquella escena: Eira, la hija del general, abrazando a un hombre de ojos violetas, con el rostro marcado por rasgos que no podían engañar a nadie.

Un sombraelfo.

Lyanna retrocedió en silencio, con el corazón golpeándole el pecho. Su instinto gritaba que debía correr al castillo, informar al general, cumplir con su deber. Pero otra voz, más suave y dolorosa, la detenía: la voz de la lealtad hacia su amiga.

Al día siguiente, en los entrenamientos, Lyanna evitó mirar a Eira directamente. Los golpes de espada entre ambas resonaban con fuerza, como si cada choque fuera un intento de silenciar las preguntas que la consumían.

—¿Qué te pasa? —preguntó Eira, jadeante, al notar la distancia en su amiga.

—Nada —replicó Lyanna con brusquedad.

—Mientes —insistió ella, frunciendo el ceño.

Lyanna bajó la espada y la sostuvo entre ambas. Sus ojos temblaban.

—Eira… si yo supiera algo que pudiera destruirte, ¿me lo dirías?

La pregunta la descolocó. Su corazón se aceleró.

—¿Qué estás diciendo?

Lyanna tragó saliva, apartando la mirada.

—Sólo… que no juegues con fuego. El general siempre lo descubre todo.

Eira se quedó helada. ¿Lo sabía? ¿Cuánto había visto?

Esa misma noche, al encontrarse con Kael, Eira no pudo ocultar su inquietud.

—Mi amiga… creo que nos vio.

Kael frunció el ceño.

—¿Podemos confiar en ella?

—Quiero creer que sí —susurró Eira—. Pero si habla, estamos perdidos.

Él tomó sus manos entre las suyas.

—Entonces debemos decidir: ¿seguiremos escondiéndonos hasta que nos atrapen, o daremos el primer paso antes que ellos?

—¿El primer paso? —preguntó Eira, confundida.

Kael la miró con intensidad.

—Unirnos, aunque sea en secreto. Que tu mundo y el mío lo llamen traición, pero que al menos sepamos que lo hicimos por amor.

Eira quedó sin aliento. Había soñado con esas palabras, pero escucharlas la aterraba tanto como la llenaba de esperanza.

Y sin que lo supieran, a pocos metros de allí, Lyanna luchaba consigo misma, escondida de nuevo entre los árboles.

¿Debía salvar a su amiga… o condenarla para protegerla?




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