El sonido de las patas corriendo se escuchaba en concordancia con el movimiento de la carroza. Un fuerte caballo blanco llevaba a una joven muchacha de forma desesperada. Esta chica llamada Violeta tenía una capucha blanca para que no la reconocieran, pero igualmente se podían distinguir sus ojos furiosos y decepcionados. El alma de Violeta gritaba con furia y tristeza y la mezcla de sus sentimientos se hacía notar, mientras el caballo se veía motivado para llevarla lo más lejos posible de ese lugar.
El suelo desértico era testigo del evento que se estaba formando. Ya que cuarenta kilómetros atrás de Violeta, se notaban otros tres caballos siendo cabalgados por personas que tenían un uniforme militar. La persecusión se dió de forma improvisada, debido a que ninguna de las partes tenía previsto que este suceso pudiera pasar alguna vez.
Un hombre joven con un voluminoso cuerpo y una ropa negra caminaba en medio de ese desierto casi desolado, cuando se sorprendió con esa carroza de lujo, que tenía el emblema del país Nuria, y que era llevada por un caballo blanco de raza y una chica que no estaba en ese lugar por capricho. El muchacho, quien se llamaba Ray, decidió intervenir y evitarle el paso para hacerle preguntas, ya que sabía que una historia interesante le podría sacar a la chica nuriana.
El caballo blanco se paró del susto al sentir la esfera de luz amenazadora que el hombre creó delante... y Violeta tiró un grito sordo, pues ella estaba agotada y sedienta de hacer que su caballo corra desde hacía varias horas atrás.
Ray, al ver que la muchacha estaba asustada, le preguntó:
—¿Qué le sucede señorita? Depende de lo que conteste, podría ayudarle o no.
Los ojos de la joven Violeta vieron a Ray de forma esperanzadora y él mismo notó en su mirada unos ojos llenos de súplica pertenecientes a una persona que haría lo que fuera en contar de que la ayudasen.
Violeta, en un acto de desesperación, se desmontó de la carroza y se arrodilló en la arena, y bajando su cabeza dijo:
—Por favor, ayúdeme señor, varios guerreros están persiguiéndome y yo quiero huir de ellos... —y después de unos segundos de pausa para recuperar aliento, continuó diciendo—: Si me ayuda le deberé mi vida.
Cuando Violeta iba a levantarse para ver si el hombre le respondía, sintió un brazo grande agarrarle el hombro izquierdo. Al levantar la cabeza y verlo, Ray le mostró una cara llena de confianza y le dijo susurrando:
—Primero arreglemos su problema, luego saldemos cuentas —Sonrió—. Despreocúpese señorita, que mientras esté conmigo haré todo lo posible por ayudarla. Pero debe de estar dispuesta a hacer lo que le diga...
Una hora después, la carroza con el semblante del país Nuria y el caballo blanco estaban en el medio del desierto, siendo rodeados por los tres caballeros con espadas, era inconfundible, Violeta se encontraba cerca, así que ellos debían buscarla en los alrededores.
A unos quinientos metros se podían notar las ruinas de un edificio.
—Posiblemente esté allí —dijo uno de los caballeros.
—Si, tienes razón —admitió el capitán—, pero hay algo raro, ¿por qué razón abandonaría a su carroza para correr por su cuenta hacia unas ruinas?
Sólo por si las moscas, uno de los guerreros se quedó junto a la carroza de Violeta, mientras los demás fueron a las ruinas.
Estas ruinas pertenecían a un edificio de tres niveles, aunque la parte del techo estaba destrozada y debajo habían escombros, solo una que otra pared permanecían intactas.
—Tú ve por atrás —dijo el capitán a su acompañante—, yo entraré al edificio.
—Sí señor —contestó el caballero.
Acto seguido el capitán se desmontó de su caballo y entró a ese lugar destruído. Habían paredes destrozadas y escombros por todos lados, la oscuridad dentro daba un contraste marcado en contraposición con la radiante luz que cubría el exterior, además no se escuchaba nada alrededor. «¿enserio la princesa mimada se encuentra aquí?», pensó, y por instinto miró hacia atrás para saber si el caballero que se había quedado en la carroza le daba alguna señal de avistamiento, pero este no hizo nada en particular. Entonces decidió subir al siguiente nivel del edificio.
El otro caballero que se encontraba rodeando el área, se había detenido y estaba tomando agua de su cantimplora. «no tiene sentido ponerse a vigilar», pensó mientras tragaba, «después de todo el capitán encontrará a la princesa por su cuenta y me llamará para que volvamos».
Un llamado era lo que esperaba, pero luego de que el caballero terminó de beber, lo que escuchó fue un estruendo fuerte proveniente del segundo nivel del edificio.
—¡Capitán! —gritó y se apresuró a entrar por una ventana, dejando su caballo detrás.
El caballero evadió los escombros y en un abrir y cerrar de ojos llegó a las escaleras, la cual subió en tres grandes saltos hasta encontrarse con una horrible escena:
El capitán estaba en el suelo desangrándose a unos metros de él, y un hombre vestido de negro estaba parado junto a este con una esfera de luz blanca y amenazante en sus manos.
—¡No! —volvió a gritar el caballero y sacó su espada con decisión.
Ray seguidamente se volteó en advertencia del caballero, que se había abalanzado contra él, tratando de cortarlo mortalmente.
La espada pasó por el aire creando una media luna preciosa y recorriendo el espacio vacío en donde un segundo atrás se encontraba la cabeza de Ray. El caballero se detuvo e intentó cubrirse del escurridizo hombre de negro que se había agachado y le estaba contra atacando, pero no lo logró a tiempo, porque la esfera de luz había alcanzado su cara.
El cuerpo del caballero salió disparado por el aire hacia una pared agrietada, la cual terminó de romperse ante el choque inevitable y él cayó de picada al primer nivel.
La espada que había blandido terminó rodando en el suelo y haciendo sonidos metálicos en compañía con el estruendo provocado por la explosión de la extraña esfera de luz.