El Reino de los Mercenarios: La princesa Violeta

Capítulo 12

Ángel se movió salvajemente y atacó con la esfera de luz a su contrincante. Alan se cubrió con la espada y recibió el golpe, el cual emitió una luz centelleante en el proceso.

Ambos continuaron la lucha moviéndose por todo el escenario. Mientras Ángel creaba una esfera tras otra e intentaba darle un golpe al espadachín, este último se defendía en cada ocasión con su resistente espada.

Violeta se había echado hacia atrás y Clara se había mantenido al margen, pero pronto ambas se dieron cuenta de que debían hacer algo.

La rubia creó una esfera de luz verde y con sus manos apuntó hacia Violeta nuevamente, pero ella se percató y también creó una esfera de luz. Ambas se miraron por varios segundos y como si se hubieran comunicado telepáticamente, Clara sonrió y esfumó su esfera de luz.

En respuesta Violeta miró hacia los dos hombres que estaban peleando y se dirigió hacia ellos.

Ángel estaba golpeando frenéticamente la espada de Alan, la cual estaba comenzando a agrietarse, pero tras sentir el aura de Violeta se detuvo bruscamente y miró como la princesa se abalanzó contra él.

El muchacho reaccionó, se cubrió con el brazo que tenía su esfera y, como Violeta le estaba atacando con una también, ambas esferas de luz chocaron entre sí, iluminaron todo el lugar de un color magenta muy claro, el cual dispersó sus auras y llenó de presión el lugar.

Violeta y Ángel se quedaron sorprendidos tras el suceso, ambos mirándose entre sí, ilesos, pero sus auras se habían cancelado una con la otra y estaban desprotegidos.

En respuesta el espadachín subió su espada y atacó a Ángel, el muchacho apenas pudo reaccionar y su brazo fue ligeramente cortado, haciendo que él caiga al suelo por el dolor.

—Ahhhhh... ¿¡Cómo te atreves!? —se quejó.

Algo era bien sabido, y es que en ese momento Ángel estaba a merced de Alan y de Violeta, los cuales le estaban viendo con enojo. Alan aún sostenía la espada que en ese momento tenía sangre de su contrincante en el filo y en cualquier momento podría atacar nuevamente para acabar con él.

El espadachín lo miraba fijamente y pasó por su mente realizar la acción, pero notó la mirada de reprimenda de Violeta y bajó la guardia, envainó la espada y dio media vuelta.

—¿Nos vamos? —le preguntó a Violeta, ella consintió y ambos se dirigieron hacia la habitación de las barreras.

Ángel tardaría un rato más con dolor, Clara se arrodilló llorando porque se sintió culpable de atacar a su salvadora. Ezio fue a socorrer a su amigo y los demás, que se habían parado a ver la pelea, continuaron con sus asuntos.

Algunos días pasaron tras el evento y el ambiente seguía tenso entre los participantes, más personas habían peleado entre sí de forma seria y hubieron varias amenazas de muerte. Fue tan grave el asunto que los instructores tuvieron que intervenir para prevenir una conclusión trágica.

En el transcurso, 3 de los aspirantes no aguantaron más y abandonaron las pruebas por su cuenta.

Se habían formado varios grupos separados, entre los cuales Violeta y Alan seguían confiando el uno con el otro. Pero Clara y la princesa habían dejado de hablar, Ángel evitaba a todos y entrenaba por su cuenta, mientras que Ezio, Néstor y algunos más estaban en el grupo más grande.

A Veces, cuando dos de esos grupos rozaban entre sí, era inevitable que haya alguna discusión y varias personas terminaban peleando, por eso se había formado un horario muy improvisado en el que ninguno de los grupos estaba en el mismo salón por mucho tiempo.

Así mismo, como cada grupo entrenaba en conjunto, los integrantes de cada uno avanzaban casi al mismo ritmo.

Violeta era muy versada con la magia y comprendía los conceptos a la perfección, por esto realizaba las distintas artes mágicas con poca práctica. Mientras que Alan, a pesar de que se le dificultaba, había avanzado bastante rápido gracias a la influencia de la princesa.

—Oye, Alan —dijo Violeta en una ocasión—, ¿qué tal si dormimos juntos hoy?

—¿¡Qué!? —Alan no pudo disimular su sorpresa—. ¿Lo dices en serio?

—Si, por favor, espero que traigas tu colchón. Tenemos que practicar más ya que faltan solo dos días... Además, tengo algo de miedo.

Al decir eso Alan la agarró de la mano y le dijo firmemente.

—Ahí estaré.

«¿¡Ahí estaré!?», se cuestionó Alan una vez llegada la noche. «Voy a dormir en la habitación de una chica, pero no de cualquier chica, ¡sino de Violeta! Y le dije que estaré ahí como si no fuera la gran cosa. ¡Me quiero morir!», el muchacho se estaba jalando sus cabellos y moviéndose de un lado a otro ante esos alarmados pensamientos. Y aún cuando su corazón estaba muy acelerado, se llenó de valor, cogió su colchón, su almohada y salió hacia el pasillo para dirigirse a la habitación de Violeta, que era la número 23.

Mientras caminaba en cuclillas por el pasillo para no ser escuchado por los demás, vio la silueta de una persona aparecerse a su lado: era la instructora Rubí.

—¿Vas a hacer una pijamada hoy? —preguntó con sarcasmo.

—Señorita, eh... yo sólo voy a... practicar. Estaremos practicando.

—Oh, querido espadachín —lo tocó por el hombro—, no pensé que fueran a hacer otra cosa. ¿Acaso me tengo que preocupar?

Alan tragó seco y la miró de reojo, no había podido quitar de sus pensamientos la vez que le mordió la oreja.

—No te preocupes, soy un hombre honesto. Si me disculpas, Violeta me está esperando —se zafó de las manos de Rubí y fue corriendo a la habitación 23.

—Ah —Rubí levantó la mano e intentó llamarlo devuelta, pero se detuvo en el proceso y suspiró. «¿En qué me metí?», se preguntó, dio media vuelta y siguió patrullando.

Una vez dentro, Alan se quedó petrificado por unos instantes, pues Violeta, que lo había recibido con una sonrisa, tenía puesta su túnica blanca que usaba para dormir y poca ropa más. El cabello suelto y las piernas descubiertas la hacían ver muy sensual.



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En el texto hay: accion, amor, fantasia aventura reinos

Editado: 31.01.2023

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