Capítulo 14

Antes de que iniciaran las pruebas, cuando Violeta apenas se había separado de Ray, algo terrible aconteció dentro del Reino de los Mercenarios.

Ray y el rey discutieron fuertemente acerca del destino de Violeta, debido a que ella es la princesa de la nación Nuria, que es una de las naciones enemigas del reino. Y el rey Mauro de un momento a otro, debido a su ira, comenzó a luchar contra Ray mientras Rubí presenciaba todo.

Esto pasó 10 días atrás:

Uno de los guardias que custodiaba la entrada al castillo comenzó a temblar ante la presión proveniente del mismo. Ni bien miró hacia arriba, una de las ventanas se rompió y de ahí salió expulsado un cuerpo que cayó al suelo, a unos metros cerca de él: era Ray.

El mercenario cayó de espalda en el pasto desde el quinto piso, pero la energía que rodeaba su cuerpo había amortiguado la caída, así que se encontraba vivo. El guardia se le acercó con la intención de ayudarlo, pero Ray se paró bruscamente y se cubrió de energía mágica denuevo.

Tras un mareo de varios segundos, el mercenario volvió en sí mismo y miró hacia la ventana: el rey Mauro estaba viéndolo enfurecidamente.

El guardia, aún atónito por lo ocurrido, volvió a acercarse al mercenario, pero este observaba al rey con una cara enfurecida y llena de rabia.

Los ojos de Ray se fijaron en el guardia y en un instante alargó los brazos y saltó a su lado. Sus puños oscuros, fuertes, ásperos y cubiertos de magia; los apoyó en un costado de la armadura del guardia e hizo una expansión que mandó al mismo a unos diez metros más lejos. Dicho movimiento lo realizó mientras gritaba:

—¡Aléjate de aquí!

El guardia duró dos segundos en el aire y cayó rodando. Tras dar dos vueltas sobre sí mismo, recobró el equilibrio e intentó pararse, pero se arrodilló ante el dolor que sentía en el área donde Ray había apoyado sus brazos. Así que se sentó y miró al lugar. Y mientras se reponía, hizo una expresión aún más sorprendente.

El rey se había tirado de la ventana envuelto de una energía amarillenta y cayó de pie en el suelo como un elefante creando un estruendo que se sintió en todo el alrededor. Las auras mágicas de Ray y Mauro se encontraron nuevamente frente a frente e inundaron media ciudad de una presión pesada y llena de terror. Ambos se miraban mientras la luz blanca que salía de Ray chocaba y se revoloteaba con la energía lumínica de color amarilla que despedía Mauro. El choque de energías duró varios minutos, pero ambos se habían quedado quietos, porque esta era una lucha en la que el primero en gastar su energía perdería.

Tras treinta segundos más, el guardia divisó a Ray en problemas, pues cada vez eran menos los rayos de energía que salían de su cuerpo y no podía contener el aura de Mauro. En un momento el mercenario se cubrió con las manos y dejó de desprender la luz blanca totalmente, dejándolo indefenso.

De inmediato Mauro aprovechó la ventaja y creó una expansión que mandó volando a Ray a unos veinte metros de distancia, este arrasó con un arbusto y chocó con una verja de las que rodeaban al castillo. El rey había ganado la batalla, así que dejó de liberar su sofocante energía y la tensión del ambiente se fue calmando gradualmente.

Ray se encontraba apoyando la espalda en la verja, agotado, mientras su contrincante avanzaba una vez más hacia él a paso lento y pesado.

Cuando Mauro llegó donde el mercenario, creó otra esfera de luz amarillenta con su mano derecha, con la intención de noquearlo. Pero de repente llegó el guardia y se interpuso entre Mauro y Ray empuñando una lanza. Este guardia, a quien Ray había ayudado, se encontraba en deuda y quería pagar el favor de inmediato, así que no dudó en arriesgar su vida ante el rey.

—Señor, no creo que deba continuar atacando al mercenario —dijo mientras sujetaba la lanza con el filo a un pequeño espacio del pecho de Mauro—, ya él se encuentra inconsciente, así que cualquier reprimenda que haya querido darle ya le habrá quedado claro. Por favor, perdónale la vida.

—Tú que sabrás —dijo Mauro mientras desvanecía la esfera mágica que había creado, agarró el filo de la lanza y la echó a un lado—, esfúmate guardia, debo terminar la conversación con el idiota.

Aún perplejo, el guardia despegó la lanza de las manos del rey, bajó la guardia y miró atrás. Vio como el mercenario se estaba moviendo e intentaba levantarse nuevamente. Sin pensarlo y por tercera ocasión, se dirigió a su lado a ayudarlo y esta vez el herido no puso ninguna resistencia.

Ray apoyó uno de sus brazos en el hombro del guardia y se paró con la ayuda. Entonces miró al rey, que se encontraba justo en frente esperando que se reponga.

—No eres tan fuerte como antes, ¿o es mi imaginación? —se burló Mauro.

—Estoy cansado por el viaje, pues acabamos de llegar.

—¿Tú y la princesa de la nación enemiga de Nuria?

—Se llama Violeta, y para responderte a la pregunta que me hiciste arriba —agregó Ray con esfuerzo—. De todos modos habría guerra... porque me has mandado a robar una gema de esas tierras, así que ellos no se lo tomarían con calma. Por lo que consideré mejor traerme a la princesa, que les tiene odio; transformarla en una de los nuestros, que somos sus enemigos y luego que pase lo que tenga que pasar.

—¿Ah, si? —cuestionó el rey.

—Claro. —Ray se soltó de los brazos del guardia y gesticuló con sus manos—. Si ellos vienen con la intención de hacernos guerra, nos defenderemos y los invadiremos, para ese entonces podríamos quitarles muchas de esas piedras preciosas que usted tanto quiere.

—¿Así que la princesa les tiene odio? —preguntó Mauro, incrédulo—. Ella está por hacer la prueba, ¿verdad? Cuando salga de ahí, y solo si logra pasar, le haré algunas preguntas personalmente. Hasta que llegue el momento tú estarás bajo mi custodia, ¿entendido?

El guardia de la lanza, que estaba mirando de un lado a otro mientras ellos hablaban de asuntos que comprendía a medias, volteó a ver a Ray, quien bajó la cabeza, como meditando... luego el mercenario miró al rey y dio su respuesta con determinación.