Capítulo 15

Rubí durmió dentro del reino y al otro día, muy temprano, se reunió con el alto mando Theobald y los otros instructores. Les comunicó acerca de su misión y partieron hacia la fortaleza donde se realizarían las pruebas.

En el camino Theobald le dijo a Rubí:

—Ya que tienes la misión de vigilarla, ¿por qué no haces el papel de instructora también?

—Está bien —contestó mientras se concentraba en seguir el camino con su caballo—. ¿Cuál será mi función?

—La que me pertenecía a mi, enseñar a crear esferas de luz... y expulsar a la mayoría.

—Jajaja, eso será divertido —dijo sonriendo y luego aceleraron la marcha.

Una vez llegaron a la fortaleza, todos se desmontaron de sus respectivos caballos y se dispusieron a abrir el alto portón de la entrada.

Theobald lo abrió rápidamente con su fuerza y todos se sorprendieron de lo que acontecía dentro: dos personas estaban por chocar sus esferas de luz entre sí.

El alto mando actuó y los detuvo con sus barreras, entró a la fortaleza y comenzó a dar su discurso. Mientras Rubí y los demás instructores se quedaron fuera atestiguando el evento.

En lo que Theobald les hablaba, Kúgel se acercó a Rubí y le susurró:

—Les está hablando duro, pero apuesto a que esos dos pasarán todas las pruebas sin mucho esfuerzo.

—Claro —afirmó la pelirroja—. Al fin y al cabo quien tiene magia, tiene poder. Y deben haber más magos escondidos.

—Oh —se sorprendió Kúgel al ver como Theobald arrastró a los dos rebeldes con su barrera.

Al ellos caer al suelo, Rubí pudo verlos con más detenimiento, pues estaban más cerca.

«Una muchacha», pensó, y luego se fijó en sus detalles. «Cabello negro y largo, túnica blanca con botas puestas. También está sin ninguna arma y su aura es de color violeta. Es tal y cómo me la describió Ray, así que ella debe ser la princesa de Nuria», Rubí se animó mucho al descubrir eso.

Luego Theobald comenzó a rodear la muchacha con su aura, la levantó en el aire y la torturó apretando sus extremidades y diciéndole que se rinda.

«Si se rinde, deberé llevarla devuelta a su nación», se desmotivó un poco Rubí. Pero luego vio a otro muchacho desenvainar una espada, correr directamente hacia Theobald y, además, la princesa comenzó a liberar su aura.

Esta explotó liberando presión y haciendo que muchos caigan al suelo, incluso Rubí tuvo que protegerse por unos instantes.

—¡Yo me convertiré en mercenaria! —gritó la princesa... y cayó de rodillas.

«Sorprendente», se asombró Rubí.

—Interesante —dijo Kúgel al lado.

Los demás instructores también parecían maravillados.

—Si, lo es —reafirmó Rubí. «Ya entiendo por qué Ray confía tanto en ella», pensó para sus adentros.

Theobald volteó a verlos y los llamó, así que los 5 instructores entraron. Eleonora y el instructor de las barreras fueron a socorrer a la princesa, que también estaba siendo atendida por el espadachín, y Rubí se interesó por saber más acerca de ambos. «Al parecer ya hizo un amigo aquí», pensó.

Theobald les dijo a todos acerca de que las pruebas ya habían iniciado y les presentó los instructores. Los que acompañaban a Rubí se apartaron y quedó ella al lado del alto mando.

—En primer lugar está Rubí, esta pelirroja les explicará un poco sobre la magia y al final de este día todos deben dominarla, sino, serán descalificados.

—¿Qué? —cuestionó uno de los participantes—, yo vine aquí sin nunca antes haber aprendido magia, ¿y ahora quieres que la aprenda a usar en un día?

—Esa pregunta te la contestará la instructora del día de hoy —aclaró Theobald, le dio unas palmadas en el hombro a Rubí y susurró—: Tu misión tiene un pie dentro, les dejo el resto a ustedes.

—Entendido —contestó ella, también susurrando, luego vio hacia la princesa, que estaba apoyada en una pared junto al espadachín. Y se fijó en Kúgel, que le hizo unas señas y entró a la habitación de entrenamiento. «Primero la conoceré, luego la enviaré hacia allá para que Kúgel la pruebe. Él seguro que la aprobará».

Todo eso lo pensó en cuestión de un segundo y seguidamente comenzó a hablarles un poco sobre la magia. Al rato llamó a los dos rebeldes y notó cómo la princesa se sorprendió de que la llamara. Al ella acercarse, Rubí la vio con más profundidad mientras pensaba, «Por esta muchacha estoy metida en este lío, espero que sea valiente para afrontar las pruebas así como afrontó a Theobald hace unos momentos».

—Primero que nada díganme sus nombres —dijo fingiendo una sonrisa.

—Soy Ángel —contestó el muchacho entrometido rápidamente.

—Yo Violeta —agregó la otra.

«Violeta, después de todo es ella. No entiendo por qué sus padres la llamaron del mismo color que su aura, ah... ¿Qué cosas pienso?», se interrumpió a sí misma al recordar que su nombre, Rubí, también indicaba el color rojo de su aura y, además, de su cabello. «Pero bueno. Debo continuar siendo la buena instructora».

Ella les instruyó que hagan una esfera cuando les ordene y se dispuso a ordenar a todos los presentes para que guarden silencio y entiendan todo mejor. Mientras lo hacía sintió como el aura de Violeta comenzó a liberarse y en respuesta la vio con una mirada de enojo. La princesa se dio cuenta y dejó de liberar su aura.

«¿Esta princesa es acaso una niña?, me está haciendo perder la paciencia. Aún cuando les dije que no pelearan comenzaron a discutir. Cuán rebeldes pueden ser cuando están en una prueba», Rubí frunció el ceño mientras pensaba eso y luego se relajó con una profunda respiración. Entonces mandó a los rebeldes a que hagan las esferas de luz y los hizo mantenerlas mientras explicaba.

Una vez terminó las explicaciones básicas, vio como la princesa, exhausta, se dirigió hacia la pared nuevamente a descansar.

«Después de todo es una niña. Está cansada con tan poco, ahora me preocupo de que realmente sea capaz», aunque mientras pensaba eso vio cómo Ángel se dirigió hacia su grupo respirando forzosamente también y comprendió que ellos solo eran novatos. «Bueno, pues los dejaré descansar un rato mientras hago más explicaciones».