El Reino Maldito

CAPÍTULO 1

Si la esperanza es lo último que se pierde, ¿qué les queda? 

La reina fue asesinada hace tres meses. Tres meses y todavía los inútiles de los guardias del rey no han podido encontrar al asesino. Tres meses que han sido una pesadilla constante por la incertidumbre generada por no saber qué va a suceder.

Hace un año la reina maldijo el reino con la esperanza de atrapar a su hijo perdido para que no pudiera salir del reino , ni él ni nadie. Los reyes tienen a su disposición una hechicera cuya habilidad es que tiene visiones del futuro. Pasan sin previo aviso, y no sé sabe qué tan ciertas pueden ser ya que cualquier pequeño cambio puede alterarlo todo. La reina desesperada por encontrar a su hijo decidió creer que realmente tenía oportunidad de encontrarlo, pero hasta ahora no lo han conseguido. Durante los primeros siete meses todos habían aceptado la decisión de los reyes y habían esperado impacientes a que lo encontrarán. Pero en todo este tiempo no lo han conseguido.

Y por si eso fuera poco ahora la reina está muerta y no hay forma de romper la maldición.

Una de las razones por las que un hechicero siempre maldice a sus enemigos en vez de hechizarlos  es que un hechizo  puede ser roto  por cualquier hechicero, una maldición solo por el hechicero que la conjuró. Y si ese hechicero muere, también lo hace la esperanza de que la maldición termine. 

El día que la reina fue asesinada muchas personas aceptaron el hecho de que jamás podrían salir de Euribia. ¿Para qué? Viven en un reino grande con bastante biodiversidad, tienen a toda su familia aquí, su trabajo, toda su vida. Pero muchos otros, sobre todo los forasteros, fueron devastados con la noticia. Saber que jamás volverían a  pisar su tierra, ver a su familia, recuperar su vida, les destruyó por completo. Muchos se  negaron  a aceptarlo. Desecharon la idea de que no había forma de romper la maldición y buscaron una. Pero la mayoría cesó su búsqueda poco después de empezar, ya que todo lo que recibieron fue lo que ya tenían.

Pero Elodie no es una de ellos. Ella sabe que debe de haber una forma, y no está dispuesta a rendirse. Necesita salir de Euribia, necesita encontrar a la Gran Hechicera, necesita respuestas.

Lleva meses, junto con Selena, buscando una forma de romper la maldición, sin éxito. Todo lo que encuentran es inútil. Lo que hace que ambas estén desesperadas. Y por lo tanto están dispuestas a lo que sea con tal de encontrar la forma de romper la puñetera maldición. Y no exagero al decir que están dispuestas a lo que sea. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

-Creo que los polvos esos que le has hechado le han matado. ¿No debería haberse despertado ya?- pregunta Elodie observando preocupada al hombre inconsciente que tiene atado a una silla en medio de su cabaña.

-Espero que no estés cuestionando mis habilidades como alquimista. Provengo de un largo linaje…

-Que si Selena. Un largo linaje de grandes alquimistas. Eso no es lo que te he preguntado. ¿Está muerto, o no?

-Pues claro que no está muerto. Crear un sedante, no es lo mismo que crear veneno.

-¿Y por qué no se ha despertado todavía?

-A lo mejor le he echado más de lo que debía- responde sonrojándose por tener que admitir su posible equivocación.

-Genial, ahora a esperar a que…

-Shh, creo que se está levantando- dice Selena para que Elodie guarde silencio.  Esta pone los ojos en blanco antes de fijar su mirada en el chico.

El juglar se está levantando desorientado. No tiene ni idea de donde está.

-¿Dónde estoy?- pregunta el juglar algo desubicado.

-Aquí las preguntas las hacemos nosotras.- contesta Selena intentando transmitir autoridad, aunque falla estrepitosamente. Selena es el tipo de persona que no le daría miedo ni a una hormiga, mucho menos a una persona mucho más capaz de dañar a alguien que ella.

-Pero no le digas eso. Ahora se va ha pensar que le queremos hacer daño y no nos va a ayudar.- grita Elodie. Ella sabe que eso es poco probable, solo hace falta mirar a Selena, con sus pecas que transmiten inocencia, y su pelo rojo recogido en una coleta alta, para darse cuenta de que es completamente inofensiva. Pero como los nervios a veces nos juegan una mala pasada, no puede evitar pensar que va a tener que usar su magia contra el juglar para conseguir que hable, y eso no le hace especial ilusión.

-Le hemos secuestrado y atado a una silla. Yo creo que ya piensa que le queremos hacer daño.- dice Selena algo molesta, y preocupada.

-¿Alguien puede explicarme qué está pasando?- pide el juglar al no entender lo que está sucediendo.

El último recuerdo del juglar es estar caminando hacia  lo que es su casa provisionalmente después de haber sido echado de la taberna en la que estaba cantando . Después de eso todo está oscuro.

-Tu, cállate.- le grita Selena al juglar.

-¿Quieres parar de gritar? Si sigues así no nos va a contar nada.

-¿Podéis parar de gritar las dos? Creo que tengo resaca y la cabeza me está matando.- súplica el juglar. Esa idea es la primera en cruzar su mente a pesar de que él juraría que esa noche no había bebido nada.

-No es resaca es un efecto secundario de los polvos. Te vas a sentir así por una media hora- explica  Selena.



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En el texto hay: piratas, magia, magia amor y lucha

Editado: 03.05.2024

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