El Renacer De La Muerte

CAPÍTULO 1: BAJO EL CIELO DE LOS SECRETOS

Los hermanos Winchester, Sam y Dean, han estado dedicados a la caza de seres sobrenaturales por más de cien años gracias a su inmortalidad. Han atravesado situaciones extremas, desde enfrentamientos con ángeles y demonios hasta sobrevivir al mismísimo Apocalipsis. Actualmente trabajan junto a Kicker, un hábil cazador que ha tomado bajo su protección a una niña muy especial, Calipso. A pesar de sus diez años, Calipso es una mezcla de humanidad y demonio, lo que la convierte en una poderosa aliada en la lucha contra las fuerzas del mal.

Con el propósito de capturar a Crowley, el astuto Rey del Infierno, los cazadores han esparcido un rumor: se dice que Crowley tiene una hija oculta en el mundo humano. Crowley, siempre intrigado por cualquier cosa que pueda fortalecer su posición o debilitar a sus rivales, cae en la trampa. Sin embargo, ignora que esta supuesta “hija” no es un peón fácil de manipular, sino una cazadora en entrenamiento, lista para jugar un papel clave en su caída.

Los Winchester y Kicker están en la mesa central del búnker, revisando los últimos detalles del plan. Calipso está cerca, escuchando con atención. Sam, con su habitual mirada seria, consulta los tomos antiguos para garantizar que estén preparados para cualquier eventualidad. Dean, más relajado pero atento, afila una daga mientras conversa con Kicker.

Dean contempla a Calipso con una sonrisa, sus ojos reflejando tanto inquietud como admiración. Con una sonrisa tranquilizadora, Dean dirige su mirada hacia Calipso.

— ¿Estás segura de que quieres hacer esto, niña? —Preguntó, su tono ligero contrastaba con la preocupación reflejada en sus ojos—. Crowley no es un demonio cualquiera. Es astuto, manipulador… y siempre guarda un as bajo la manga.

Sam, absorto en un antiguo libro, asintió sin apartar la vista de las páginas.

— Dean tiene razón. Hemos cruzado caminos con él anteriormente, pero nunca debemos subestimarlo Sin embargo, también sabemos que si alguien puede engañarlo, es Calipso.

Kicker, se acercó y colocó una mano reconfortante en el hombro de Calipso.

— Conocemos los riesgos que asumes —afirmó con determinación—, pero también reconocemos tus habilidades. Crowley no tendrá ni idea de lo que se le viene encima.

En ese momento, el aire se cargó de tensión y determinación. Calipso sentía el peso de la decisión sobre sus hombros, pero la confianza de sus amigos le daba fuerzas. Sabía que el camino que había elegido estaba lleno de peligros, pero también de posibilidades. La confrontación con Crowley estaba a punto de desencadenarse, y ella se hallaba lista para encararla.

Mientras tanto, en el Infierno, Crowley se encontraba sentado en su trono, rodeado de sombras y sus propias maquinaciones. Había escuchado los rumores acerca de una hija perdida, y a pesar de su naturaleza desconfiada que le aconsejaba precaución, no pudo resistir la tentación de indagar más.

—Interesante… una hija —susurró para sí mismo, esbozando una sonrisa irónica en su rostro—. Si esto es cierto, podría ser sumamente… útil. Pero ¿quién está jugando a ser Dios esta vez? —Se levantó, ajustando su traje con una elegancia—. Es hora de descubrir la verdad.

Calipso, percibiendo la tensión en el ambiente, suspiró mientras se colocaba la chaqueta. Tomó las llaves de la mesa y salió a dar su habitual paseo nocturno. La paz del bosque que rodeaba el búnker era su refugio, un espacio donde podía ser simplemente una niña, alejada de las sombras que acechaban su existencia.

Al observar a Calipso salir, Dean comentó con admiración:

—Esa niña tiene más agallas que la mayoría de los cazadores que he conocido…

Sam, con una expresión de preocupación, respondió:

— Cierto, pero no puedo evitar sentir inquietud. Ha experimentado más de lo que le corresponde, especialmente a su corta edad. Y ahora, la estamos implicando en algo aún más peligroso.

Kicker, con los brazos cruzados, dirigió su mirada hacia la puerta por la que había salido Calipso.

— Es valiente, pero también sigue siendo una niña. Debemos estar preparados para lo peor. Si Crowley descubre que lo estamos engañando, podría volverse impredecible.

Mientras tanto, en el bosque, Calipso caminaba por los senderos oscuros, sintiendo el aire fresco de la noche en sus pulmones. El crujido de las hojas bajo sus pies era el único sonido que interrumpía el silencio. Pero pronto, la oscuridad a su alrededor se intensificó, y una figura apareció entre las sombras.

—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —dijo Crowley, con su típico tono sarcástico—. No esperaba encontrarme con una joven tan… interesante en un lugar tan remoto. Dime, querida, ¿qué hace una niña como tú sola en un bosque tan oscuro?

Calipso, sin perder la calma, se detuvo y lo observó con tranquilidad.

—No soy yo quien está tan lejos de sus dominios. ¿Andas jugando a ser Sherlock Holmes?

Crowley arqueó una ceja, divertido.

—Sherlock Holmes, ¿eh? Siempre me he identificado más con Moriarty. Aunque no me importaría asumir el papel de detective esta vez, dada la intriga que se presenta ante mí.

Se acercó, manteniendo las manos en los bolsillos de su abrigo, su mirada fija en la de Calipso.

—¿Qué tal si dejamos de lado los juegos? Reconozco que hay algo excepcional en ti. Algo que ha despertado la curiosidad de muchos, incluida la mía. Después de todo, no se corre un rumor como este sin razón.




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