El Renacer De La Muerte

CAPÍTULO 4: EL JUEGO DE LOS JINETES

Las semanas transcurrieron en la penumbra como un susurro, cargadas de una tensión palpable que se sentía en cada rincón del mundo. Los demonios, astutos y manipuladores, comenzaron a mover sus fichas en un tablero que únicamente ellos comprendían. Un grupo ambicioso, motivado por el anhelo de poder, se unió con la temeraria intención de despertar a los Jinetes del Apocalipsis. Con cada paso que daban, el caos y la destrucción se esparcían como fuego en un campo seco.

Crowley, el Rey del Infierno, siempre un paso por delante, había tejido una red de información que le reveló una verdad inesperada: Calipso, la cazadora mitad humana y mitad demonio, estaba detrás de todo. La noticia lo tomó desprevenido, pero lo que realmente lo dejó perplejo fue descubrir que había sido asesinada por uno de los demonios. Sin embargo, Crowley, que había visto más de lo que cualquier ser podría imaginar, no se dejó dominar por las emociones. En su lugar, se concentró en la tarea que tenía entre manos: el antiguo libro que Calipso le había pedido, una reliquia de poder inimaginable.

Cuando finalmente obtuvo el libro y tras revisarlo detenidamente, un escalofrío recorrió su espalda. En sus páginas, descubrió un secreto que ni siquiera él había anticipado: Calipso no solo estaba implicada en el caos, sino que era, en realidad, la reencarnación de la Muerte, uno de los cuatro Jinetes del Apocalipsis. Cada uno de sus movimientos, cada decisión que había tomado, cobraba un nuevo sentido.

Pero lo más impactante fue descubrir que Calipso no estaba realmente muerta, la cazadora que incluso había engañado a Crowley seguía viva y sana. Se había retirado del revuelo y el caos, tomándose unas "vacaciones" en algún rincón remoto del mundo. Resultaba casi poético; mientras el mundo se sumía en la confusión por la llegada de los Jinetes, la misma Muerte se tomaba un respiro.

Crowley, comprendiendo la magnitud de lo que había estado ocurriendo, no pudo evitar esbozar una sonrisa irónica. Calipso había jugado sus cartas magistralmente, y por primera vez, el Rey del Infierno se había quedado atrás. Con el libro en sus manos y el conocimiento de su verdadera identidad, sabía que los días futuros serían más oscuros y peligrosos que nunca, pero también más intrigantes.

El libro, con su encuadernación desgastada por el tiempo y el uso, pero con una presencia que insinuaba poder y secretos ocultos entre sus páginas. Mientras lo hojeaba, una página en particular capturó su atención A diferencia del resto, esta página emitía un brillo sutil, apenas perceptible, pero que destacaba entre las otras. Intrigado, se detuvo y examinó el contenido más de cerca.

Lo que encontró no era un simple pergamino, sino una guía detallada sobre cómo acabar con los Jinetes del Apocalipsis. Las palabras escritas con una claridad inusual, parecían estar destinadas únicamente a ser leídas por alguien que comprendiera el auténtico propósito del libro. Era un conocimiento que, en manos equivocadas, podría cambiar el curso de la historia, pero Crowley supo de inmediato que esto no era una mera coincidencia.

Mientras seguía leyendo, otra revelación se hizo evidente: las instrucciones no solo detallaban cómo destruir a los Jinetes, sino que también contenían pistas sutiles que, si se interpretaran correctamente, llevarían a quien las leyera directamente hasta Calipso. Daba la impresión de que todo había sido planificado para que solo Crowley descubriera esa página y obtuviera la información necesaria.

La intención de Calipso se hacía cada vez más evidente. Desde el principio, había jugado un juego complejo, dejando pistas y recursos a su alcance, guiándolo hasta este momento. ¿Por qué? ¿Qué ganaba ella con esto? Una sonrisa se dibujó en el rostro de Crowley al reconocer la astucia de la estrategia. Era evidente que, de alguna manera, Calipso había anticipado todo, previendo que él encontraría esa página y seguiría las instrucciones, ya sea para salvar su propia vida o para avanzar en sus propios planes.

Con el libro cuidadosamente guardado, Crowley sabía que el siguiente paso estaba claro. No solo tenía en sus manos la clave para acabar con los Jinetes, sino también el camino para localizar a Calipso. Aunque estaba seguro de que no sería tan simple como parecía, la idea de encontrarse nuevamente con ella, ahora comprendiendo quién y qué era en realidad, despertaba en él una emoción que había estado ausente durante mucho tiempo: la anticipación de un desafío digno de su tiempo.

Crowley se encontraba en una encrucijada inusual. El libro no solo revelaba cómo enfrentar a los Jinetes, sino que además lo obligaba a considerar algo que en el pasado habría sido impensable: formar alianza con los Winchester. Los tres Jinetes restantes —Guerra, Hambre y Pestilencia— eran fuerzas naturales, antiguos poderes que no podían ser vencidos mediante métodos convencionales.

Crowley descubrió la clave para enfrentarse a ellos: un antiguo acuerdo que impedía a los Jinetes luchar entre sí. Esto significaba que los Winchester y él tendrían que enfrentarse a cada uno de ellos por separado, sin posibilidad de que los propios Jinetes se anularan mutuamente.

Con un suspiro, Crowley reconoció la astucia del destino, o tal vez la minuciosa planificación de Calipso. Había maniobrado los acontecimientos de tal manera que lo había empujado a un camino donde la única opción viable era una alianza con sus más antiguos y reacios colaboradores.

Pese a todo, no todo estaba perdido. Aunque los Winchester desconfiaban profundamente de él, Crowley sabía que podía persuadirlos, sobre todo ante una amenaza tan grande. Si algo compartían ambos bandos, era la voluntad de sobrevivir y la determinación de hacer lo necesario para salvar al mundo, incluso si eso implicaba colaborar con sus enemigos.




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