El Renacer De La Muerte

CAPÍTULO 6: UN VÍNCULO INQUEBRANTABLE

A la mañana siguiente, Calipso fue la primera en despertar. Los rayos del sol se filtraban a través de la ventana, iluminando la habitación con una luz dorada. Bostezó, estirándose antes de levantarse de la cama. Se dirigió al baño, donde se dio una ducha fría, sintiendo el agua helada revitalizar su cuerpo y despejar su mente antes de comenzar el día. Salió minutos después, vestida y secándose el cabello con una toalla.

Al salir del baño, Calipso sonrió al ver a Crowley despertando, estirándose en la cama. Él abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz que entraba en la habitación. Una sensación de extrañeza lo invadió, no solo por la claridad del día, sino por la realidad de haberse quedado dormido en primer lugar. A lo largo de su existencia, el sueño había sido una necesidad de los mortales, una debilidad que había superado hacía mucho tiempo. Pero ahora, después de la noche anterior, algo en él había cambiado.

Al estirarse en la cama, sintió una leve rigidez en sus músculos, otra experiencia nueva para él. Alzó la vista justo a tiempo para ver a Calipso salir del baño, su cabello húmedo cayendo sobre sus hombros mientras se lo secaba con una toalla. Ella le sonrió, casi divertida, como si ya supiera lo que él estaba experimentando.

— Te adaptarás, pero no creas que ser inmortal te hace invencible —. Mira a los Winchester y a mi padre; ser inmortales no les hace sentir menos dolor.

Sus palabras resonaron en la habitación, y Crowley las escuchó con más atención de lo habitual. Ella tenía razón, claro. Ser inmortal no equivalía a ser invulnerable, y ahora que estaba más en sintonía con lo humano, esas vulnerabilidades parecían más palpables.

—Ah, los Winchester... —murmuró mientras se incorporaba, la voz un poco ronca por el sueño—. Su inmortalidad es más una maldición que una bendición, aunque se nieguen a admitirlo.

Crowley se pasó una mano por el cabello, sintiendo una ligera irritación en la nuca que le recordó que el dolor, aunque diferente ahora, no era ajeno a él. Giró la cabeza para mirar a Calipso, aún tratando de procesar lo que significaba su nueva realidad. La humanidad que había comenzado a manifestarse en él le parecía desconcertante, pero no necesariamente indeseable.

—Supongo que este es el precio de lo que tuvimos anoche —continuó, con una ligera sonrisa irónica—. Una nueva clase de vulnerabilidad... y algunas otras "novedades".

Se levantó lentamente de la cama, estirando su cuerpo, todavía sorprendido por la sensación de rigidez y la necesidad de movimiento para aflojar sus músculos.

—Pero no te preocupes —añadió, mirándola con un brillo en los ojos—. He manejado cosas mucho más complicadas. Me adaptaré, como siempre lo hago.

La idea de ser inmortal y, al mismo tiempo, sentir la fragilidad de lo humano le resultaba un desafío interesante. Una dualidad que prometía tanto peligro como oportunidades. Miró a Calipso con una mezcla de admiración y desafío.

—Y tú, querida, ¿cómo estás manejando tu despertar? —Preguntó, con una pizca de curiosidad—. Aunque ahora seas la Muerte, sigues manteniendo una sorprendente... humanidad.

— Sigo siendo un híbrido, estoy completamente acostumbrada —respondió ella, suspirando mientras se acercaba a la mesa de la habitación para coger su móvil, mirando que tenía un mensaje—. Tengo que irme. Disfruta de tu inmortalidad y trata de no revelar demasiado mi identidad.

Sonrió, cambiando a esa apariencia que tenía cuando era la Muerte, su rostro oculto por la capucha de su nuevo atuendo. Una capa larga de un rojo vibrante, que se deslizaba con elegancia y estaba decorada con sofisticados detalles en negro. E Esta prenda presentaba una capucha que agregaba un toque de misterio y un corte asimétrico que realzaba su aire dramático. La parte superior destacaba por un diseño atrevido, con hebillas metálicas y lujosos acabados en cuero que capturaban la atención.

La vestimenta se ajustaba perfectamente a su figura, resaltando un corsé de cuero negro y rojo, adornado con complicados patrones que dan vida a su superficie. Un sistema de cordones se entrelazaba en el centro, añadiendo un toque de intriga y sofisticación.

En la parte inferior, unos pantalones negros ajustados contrastan a la perfección con la exuberante capa roja, creando un equilibrio visual cautivador. Las botas, de un estilo oscuro, completaban el conjunto con un diseño que realzaba la estética general, fusionando fuerza y elegancia en cada paso.

Crowley observó la transformación de Calipso con una mezcla de fascinación y respeto. La chica que había conocido, aquella que solía estar recostada leyendo libros, ahora se alzaba ante él como la encarnación misma de la Muerte. El cambio de su atuendo, tan imponente y cargado de simbolismo, reflejaba el poder que ahora llevaba con una elegancia inigualable. El rojo de la capa contrastaba de forma impactante con el resto del atuendo, haciendo que su presencia resultara aún más intimidante y majestuosa.

Crowley, aprovechando el momento para lanzar un último comentario mordaz, sonrió de medio lado mientras la observaba.

—Siempre con estilo, ¿eh? —murmuró, aunque sabía que sus palabras apenas rozaban la magnitud de lo que acababa de presenciar.

Sin embargo, también comprendió la seriedad de su advertencia. La identidad de Calipso, ahora convertida en la propia Muerte, debía permanecer en secreto. El equilibrio del mundo podría depender de ello, y aunque Crowley disfrutaba jugando con los límites del caos, sabía que en este caso, la prudencia era su mejor aliada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.