Mi madre tuvo una fractura en la muñeca de su mano izquierda. Un doctor jóven con hermosos ojos verdes dijo que después de los exámenes y radiografías. Mamá tenía que dejar la sala de visitas para ir a la sala de operaciones.
Estuve con mi madre en todo el proceso de espera. La señora Marie llegó al día siguiente cuando ya a mamá le hicieron la respectiva operación, le colocaron material de Osteosíntesis: tornillos, clavos, o algo así. Le pusieron yeso y después de 8 semanas tenía que pasar por un nuevo análisis y así poder constatar si ya podían quitarle el yeso o todavía no.
No obstante, también había que esperar unos resultados de unos exámenes de sangre y demás situaciones. Ya que los doctores querían liberar ciertas sospechas de otros síntomas que podían aparecerle.
Por tal motivo, mamá tenía que estar en el hospital por varios días o quizás, una o dos semanas más, depende de los resultados. De inmediato recibí una llamada de una amiga de mamá llamada Charlotte: me preguntó cómo estaba mamá y le di los respectivos detalles. Me dijo que llegaría en unas cuantas horas al hospital, por ende le dije el número de la sala en que se encontraba, ya que después de que los doctores le colocaron el yeso, regresó de nuevo a la sala de visitas y ahora tan solo tenían que darle los resultados de múltiples exámenes más que le habían realizado.
Cuando Charlotte colgó la llamada. Tras un momento inesperado llegó el hermano de mamá, Oliver. Venía viajando desde Wisconsin para llegar hasta el hospital Washington. En New Rochelle. Ciudad de New York, para visitar a mamá.
Me puse muy feliz al verlo, me caía demasiado bien, me abrazó y le correspondí al abrazo. Cuando mi tío Oliver venía de visita alegraba mi corazón. Aunque ya habían pasado cerca de tres meses que no había venido de visita a casa de mamá. Sonreí ensanchando mi sonrisa y le dije que su presencia me llenaba de dicha y prosperidad.
Tus últimas palabras se parecen a mensajes de tarjetas navideñas. Mencionó.
Sí, de ahí salió, pensé que fue inspiración mía, le respondí.
Resultamos hilarantes en aquel instante, dibujando en nuestros rostros todo tipo de sonrisas.
Mi tío Oliver manifestó que siempre se sentía regocijado tras ver a su sobrina favorita. De cierto modo me sonrojé y lo abracé fuerte con la intención de no soltarlo nunca. Luego que lo liberé me dijo que le dieron cuatro meses de vacaciones, ya que tenía holganza acumulada en su trabajo y por tal motivo se las dieron de un sopetón. Cuando mi tío les dijo a sus jefes que su hermana tuvo un accidente, estos no negaron su petición y accedieron fácilmente para darle su descanso almacenado.
Por tal motivo después de aquella noticia que me dio donde me dijo que la iba a pasar en mi casa los cuatro meses. Se regocijó mi corazón y me conmoví hasta las lágrimas. Le mencioné que me sentía dichosa y que podía estar todo el tiempo que quisiera. Mi tío pasó su dedo en mi lagrimilla que resbaló por el lado derecho de mi mejilla y manifestó que no tenía que temer ya que mamá iba a estar bien. Asentí y le regalé una sonrisa. Mi gesto fue muy sincero y luego una calma divina opacó la cruel y oscura tormenta que consumía mi interior.
En aquel entonces ignoré quien estaba al lado de mi tío Oliver. Se trata de un primo de él que antes mamá me había mencionado mucho. Jacob. En su apariencia era de piel morena. Su cabello estaba casi al ras de su cabeza, pero no se le veía nada mal ya que su cabello era algo esponjoso. Tenía gran estatura para su edad, labios finos. Asimismo presentaba una bonita sonrisa, no puedo negarlo. Me enseñó sus dientes muy blancos y perfectos.
Este chico se había metido en varios problemas. Con 18 años de edad había tenido varias multas de tránsito y hasta me enteré que perdió varios puntos de su licencia. Le gustaba las apuestas de carreras y se estrelló en un par de ocasiones, pero no se mató de pura suerte.
Su madre no podía controlarlo, si yo hubiera sido su madre le hubiera dado una buena paliza.
Entonces ahora lo tenía de frente. Jacob no me dejaba de sonreír, parecía como si le fuera a dar un derrame. Yo desvíe mi mirada por un par de ocasiones. Entonces mi tío Oliver me dijo que él era Jacob. Yo sabía de quién se trataba ya que mamá me lo había enseñado en fotos de su celular en redes sociales.
Jacob por otro lado seguía sonriendo, no logré comprender como podía sujetar tanto su sonrisa. Parecía un maniquí más que un ser humano.
Hasta que al pasar varios segundos por fin dejó de sonreír. En primera instancia me pareció una bonita sonrisa, pero luego mi percepción cambió ya que ahora me resultaba una sonrisa muy molesta. Me pareció estúpido en realidad. Entonces en aquel momento me dijo: hola, y yo le respondí: hola de igual manera. Él extendió su mano, sin embargo yo no le extendí la mía, ya que las personas con problemas de conducta me dan grima.
Cuando lo saludé indiferente. En vez de molestarse, sonrió de nuevo. El maniquí con su gran sonrisa reapareció. Por tanto decidí prestar atención más a las palabras de mi tío Oliver.
Mi tío Oliver me dijo que nos la íbamos a pasar juntos con Jacob, yo me sentí muy felíz, pero por mi tío no por Jacob, ni siquiera me interesaba ese sujeto, si fuese por mí, podía agarrar sus maletas e irse en este preciso instante.
Luego mi tío me pidió perdón y me dijo que iba a ver a mamá. Yo asentí y me quedé allí algo avergonzada porque Jacob no paraba de mirarme. Por tal motivo le devolví la mirada y le pregunté, ¿qué tienes?
Jacob tenía dibujada en su cara esa estúpida y fea sonrisa que le costaba borrar fácilmente.
Por lo que sigue yo no tuve más opción que decirle que su sonrisa era falsa.....
Jacob quedó estupefacto, hecho estatua por varios segundos. Entonces me preguntó que por qué pensaba que su sonrisa era falsa.
Yo le dije que todos los hombres tienen sonrisas falsas para poder ligar a las chicas.
#357 en Thriller
#168 en Misterio
#115 en Suspenso
misterio amor, suspenso amor dolor, misterio desorden mental
Editado: 05.01.2025