Le pregunté a Jacob que a dónde íbamos, él se quedó mudo por varios segundos. Su mente estaba en otra parte, supongo que se hallaba en el vacío del espacio, muy lejos de mi presencia. Su inconexa mirada se encontraba a cientos de kilómetros de distancia. Empero, luego me respondió con una quebradiza voz; nos dirigimos a casa. Después selló sus labios y sus ojos se encontraban ensanchados como si se mantuviera al acecho. Se mantenía pensativo y podía sentir su enorme pesar culposo.
Su corazón estaba lleno de una torrentosa cascada donde permanecía inundado en un riguroso e intenso remordimiento. Fue arrastrado de forma abrupta hacia vehementes rocas filosas. Asimismo quedaba desangrado con cada movimiento que realizaban sus fibras corpóreas.
Por lo que sigue decidí desviar mi mirada para no ponerlo más ansioso. Tras todo este fatal acontecimiento, me sentía indispuesta a seguirle mostrando una repentina intranquilidad a mi corazón, con la finalidad de no hacer visible la aflicción de mi rostro.
Aunque mi alma se encontraba abarrotada tenía que hallar la fortaleza, sé que era muy difícil abandonar las imágenes que yacían en mi mente después de aquel fatal y cruel desenlace. En consecuencia puse a mi mente a batallar en contra de mi corazón, ambos sucumbieron en un desairado combate, donde lucharon incesantemente sin descansar por un tiempo razonable. Luego de aquel fatigado enfrentamiento, realizaron un acuerdo de paz y quedaron en fraguar un acorazado dentro de mi cuerpo para hacerme mucho más fuerte. Pero después de aquella refriega me hicieron un terrible daño ya que mi bilis se derramó en mis partes más sensibles que perjudicaron hasta las coyunturas de mis huesos.
Después de tanta irritabilidad que experimenté en carne propia sufrí el ardor de unas llamas que consumían mi rostro. Aunque mi boca quedó sellada, tenía intenciones de patear el trasero al maldito Destino. Considero de mi parte que él es el único culpable de haber ennegrecido mis momentos que parecían ser tan perfectos. Podía percibir la inmensa pesadumbre que sentía mi Jacob. Me dolía el alma y mi moral tuve que recogerla del suelo estando en un estado deplorable.
¿Por qué tuvo que pasar esta maldita desgracia? No tenía que haber sucedido, siento que el universo está conspirando en mi contra. Las coincidencias existen según he escuchado por ahí, pero esta terrible coincidencia que me acaba de suceder es malévola, obscura y llena de una intensa crueldad. Aquellos chicos eran tan jóvenes y no tenían que morir de aquel modo tan nefasto, ¿qué aconteció? ¿Fue el señor destino que se interpuso en aquel potente designio? Estoy segura de aquello.
El Destino según como yo lo imagino que tiene que ser. Se trata de un señor delgado con mentón puntiagudo y barba rala de color gris. Tiene un gran sombrero de fieltro color gris y una mortaja gris que la arrastra por el suelo, donde tiene un gran parecido a la cola de un vestido de novia.
También tiene en su mano una batuta, la cual la balancea casi del mismo modo como si fuese el conductor de una orquesta sinfónica. Con dicha vara está dirigiendo la designación de cada ser humano desubicado y con poca atención a los peligros que conlleva la naturaleza. Para el Destino la única forma de no entrar en su juego de su desubicación sinfónica, son los que añaden valor a sus vidas. Aquellos no participan en el juego cruel del destino.
Los que participan y forman parte de su orquesta sinfónica son aquellos imprudentes que lo desafían, estos luego serán entregados como alimento a la señora muerte.
Aquellos que tienen tantos anhelos por vivir y sueños por cumplir no pueden formar parte del juego melódico, mortuorio que el destino propaga en el ambiente para causar estragos, destrucción y ruina.
El ser humano que posea estas cualidades no será tomado en cuenta para planes recientes del Destino. En un futuro más lejano las posibilidades de seguir coexistiendo serán infinitamente imposibles, pero hasta mientras. Aquellos que habrán envejecido tendrán grandes recuerdos ligados a todo tipo de emociones. Felicidad, tristeza, agonia, éxtasis, orgullo, sufrimiento, aceptación, etc. Todas aquellas emociones son necesarias para poder partir de este mundo ya habiendo cumplido sus votos y sus más placenteros deseos.
Un ser humano con tales cualidades de valor por la vida y amor por sí mismo le da un empellón tan fuerte al Destino que lo derriba y lo manda de bruces al suelo. Lo enfrenta como si hubiese sido transformado en un ente con una infinita fuerza superior, haciéndole desviar su atención para luego hacerlo actuar con débil cobardía, con la posibilidad de poder alejarse de forma tan premeditada. Al destino no le conviene tener de frente a aquel ser lleno de poder que lo atemoriza.
Luego hace entonar su sinfonía con sus súbditos que suelen llenar el ambiente de una bacteria mortal, donde se propaga y se disemina una horrible plaga mortuoria que lo reciben los más débiles e inoportunos. Son aquellos seres exangües que suelen manejar en su interior el correr riesgos tan extremos que eligen los desórdenes de la vida para dañar su salud constantemente.
En consecuencia el Destino podrá proceder de forma tan sencilla con estos seres desdichados. Donde sus almas han encontrado el camino erróneo y se han llenado de tanta debilidad y prepotencia. Como también han encontrado el orgullo y una procedencia de altivez.
Acto seguido el destino ciñe su batuta para poder debilitar a aquellos irrespetuosos que se creen superiores. Por último, el Destino entrega el nombre de los desdichados a la señora muerte para que esta se alimente de sus miedos y absorba sus energías.
Lo que empezó con una simple y sencilla diversión de aquellos dos jóvenes que fallecieron de forma tan terrible. Quedó envuelta en mi mente una tragedia que me cuesta safar, ya que recuerdo cada ínfimo detalle de aquel horroroso acontecimiento que se repite dentro de mi cabeza, una y otra vez sin parar.
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Editado: 29.01.2025