Capítulo 6: Camino a la Verdad

El sol comenzaba a descender en el horizonte mientras Marcus, Jerad, Lyra y Alan salían del templo, el aire frío llenando el ambiente con un viento que parecía más pesado de lo habitual. Los recientes acontecimientos habían dejado a todos tensos y alertas. La sombra del ataque aún pendía sobre ellos.

Alan, con una expresión solemne, se detuvo en la entrada del templo y se volvió hacia Lyra. "Mi deber está aquí, en el templo. Aunque me gustaría acompañarlos, es mejor que permanezca. Este lugar es sagrado y protegeré sus muros con mi vida si es necesario."

Lyra asintió con gratitud. "Gracias por todo, Alan. No sé qué habría hecho sin tu ayuda."

Alan colocó una mano en el hombro de Lyra con una sonrisa cálida, aunque cansada. "Tienes una gran responsabilidad, Lyra. No te detengas. El Imperio te necesita ahora más que nunca." La soltó y retrocedió hacia el templo, mirándolos una última vez antes de que Marcus y Jerad la guiaran hacia los caballos que los esperaban.

Subieron a sus monturas, y Jerad se aseguró de que Lyra estuviera cómoda antes de tirar de las riendas. Los caballos comenzaron a moverse lentamente, alejándose del templo mientras las calles de Zitia comenzaban a llenarse con las sombras del anochecer.

Mientras avanzaban por las tranquilas calles adoquinadas de la capital, Marcus, que cabalgaba al lado de Lyra, decidió romper el silencio. "Ahora que estamos fuera de peligro... por el momento, al menos... tal vez podamos conocerte un poco más. Después de todo, estás en el centro de esta tormenta."

Lyra parpadeó, sorprendida por la suavidad en su tono. Hasta ahora, Marcus había sido más serio y distante, enfocado en la situación y en las amenazas inminentes. "¿Conocerme más?"

"Sí," añadió Jerad desde el otro lado. "Nos has hablado de la Emperatriz Verde, de ese anillo y del culto... pero no sabemos nada sobre ti. ¿De dónde vienes? ¿Qué es lo que te gusta? No eres una persona común y corriente."

Lyra sonrió tímidamente, mirando hacia el horizonte mientras trataba de pensar en una respuesta. "Bueno... no sé si soy tan interesante como para ser el centro de atención. Vengo de una pequeña aldea, adoptada por un mago plebeyo que me enseñó lo básico de la magia. Siempre he sido bastante curiosa, me gustan los libros y estudiar, aunque también disfruto de la naturaleza y de las noches tranquilas bajo las estrellas... aunque nunca las he visto realmente. Solo lo imagino."

"¿Estudiar magia, eh?" dijo Jerad con una sonrisa aprobatoria. "Me agrada eso. Es raro encontrar a alguien que disfrute tanto aprender."

Marcus sonrió levemente. "Parece que compartes esa pasión con alguien más." Miró a Jerad significativamente. "Aunque, él prefiere entrenar más con la espada que con los libros."

Jerad se encogió de hombros. "No todos pueden ser eruditos. Yo prefiero la acción."

Lyra rió suavemente. La conversación, aunque ligera, le proporcionaba un pequeño respiro del estrés que había estado soportando. Mientras cabalgaban, empezó a sentirse más cómoda con Marcus y Jerad, dos hombres que en un principio le parecían intimidantes, pero que ahora revelaban una faceta más humana y accesible.

Después de un rato, la atmósfera cambió. Los tres se sumieron en pensamientos profundos, conscientes de la gravedad de la situación. Marcus fue el primero en vocalizar lo que todos estaban pensando. "Tenemos una crisis ante nosotros, un enemigo desconocido, y una amenaza que nunca habíamos enfrentado. El culto de Daviras es nuevo, pero sus intenciones son claras. Quiere destruir el Imperio, sumirlo en el caos... La pregunta es, ¿por dónde comenzamos?"

Jerad, mirando hacia adelante, frunció el ceño. "Necesitamos un punto de partida. Algo que nos guíe en la dirección correcta. No podemos simplemente vagar sin rumbo."

Lyra respiró hondo, pensando en las últimas semanas, en cómo todo había cambiado tan rápidamente desde el día en que encontró el anillo. La respuesta vino a su mente de inmediato. "Podemos comenzar por donde encontré el anillo."

Los dos hombres la miraron, curiosos. "¿El lugar donde encontraste el anillo?" preguntó Marcus.

Lyra asintió. "Fue en un claro en las afueras del Bosque Mágico. No sé por qué, pero el anillo estaba allí, esperando. La Emperatriz Verde dijo que todo tiene un propósito, y si ese es el lugar donde todo comenzó para mí... tal vez encontremos más respuestas."

"El Bosque Mágico," musitó Jerad. "Ese lugar está lleno de criaturas peligrosas. Pero si es allí donde encontraste el anillo, entonces es donde debemos ir."

Marcus permaneció pensativo, pero finalmente asintió. "Es un riesgo, pero es el único indicio que tenemos. Si queremos detener esta crisis, tal vez el origen de todo se revele en ese lugar."

Antes de que pudieran continuar, Jerad levantó una mano, una nueva idea cruzando su mente. "Espera un momento," dijo, volviéndose hacia Marcus. "No podemos llevarla al Bosque Mágico de inmediato. Es un lugar peligroso y aún no sabemos con qué nos enfrentamos. Necesitamos asegurarnos de que Lyra esté segura primero. Tengo una idea."

Marcus levantó una ceja, curioso. "¿A dónde sugieres llevarla?"

Jerad sonrió ligeramente. "Podemos llevarla a mi hogar, la mansión de los Blancthir. Mi familia es una de las más poderosas del Imperio, y nuestra mansión es un lugar seguro, lleno de defensas mágicas. Allí podríamos planear nuestros próximos pasos con calma, y Lyra estaría protegida mientras tanto."

Marcus asintió, considerando la idea. "Es una opción razonable. Además, el hogar de los Blancthir es una fortaleza por derecho propio."

"Exactamente," continuó Jerad. "Nadie podrá alcanzarnos allí, y podríamos prepararnos para lo que venga."

Lyra miró a Jerad con agradecimiento. "Si crees que es lo mejor, confiaré en ti."

"Entonces está decidido," dijo Marcus. "Nos dirigimos a la mansión Blancthir."

Con su nuevo plan en mente, los tres continuaron su camino hacia la gran mansión de los Blancthir, un lugar lleno de poder y tradición, esperando lo que el destino les tenía preparado.